MADRID. (...) haya puesto en marcha sus muchos mecanismos para acelerar el proceso y que comience así a clarificarse el futuro del sistema financiero español. Cuando van a cumplirse cuatro meses desde que acabara el plazo para que las cajas, en sus procesos de fusión, solicitaran ayudas públicas a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), las entidades parecen haberse tomado con calma su proceso de reestructuración sin que parezca que el Banco de España haya puesto en marcha sus muchos mecanismos para acelerar el proceso y que comience así a clarificarse el futuro del sistema financiero español.
Mientras tanto, la guerra sin cuartel que se ha librado en los últimos meses por captar los ahorros de los españoles o el crecimiento que se viene produciendo de la tasa de mora, no beneficia en nada a las cajas que verían aumentar sus defensas en la medida en que desarrollaran con normalidad los planes de fusión presentados ante el Banco de España a la vez que tranquilizarían a unos mercados que por decir, siguen diciendo que la pérdida de pasivo o el aumento de la morosidad continúan siendo un catalizador de una nueva caída del sistema financiero español o que los problemas de las cajas podrían continuar afectando a la deuda soberana española.
Pero ni por esas. La imagen que se proyecta es que no parece que el asunto vaya con ellas, impertérritas a la erosión de márgenes en un entorno de tipos bajos y un nivel de provisiones todavía elevado (añadido al cambio a la nueva normativa del regulador), el mundo de las cajas sigue a su ritmo y con un calendario que pocos parecen conocer, mientras que las autoridades financieras mantienen un prudente compás de espera con un cierto temor reverencial ante lo complejo y duro que debe ser echar un pulso a todo gobierno autonómico que se ha tomado con calma, incluso con cierto disgusto, el asunto de la restructuración de las cajas.
El presidente del Santander ha sido el primero en denunciar la situación de calma chicha con que se han tomado los protagonistas la reforma del sistema financiero y con ello lo único que seguramente ha conseguido es que en el Banco de España considere que Emilio Botín es un depredador que lo único que busca es que quede libre el terreno de juego para así mejorar su cuota de participación en el mercado español.
La realidad es que tras la primera y muy dura fase del proceso de reestructuración, no se conoce que las cajas involucradas hayan empezado a tomar decisiones sobre todo aquello que conforman los procesos de fusión como pueda ser la red de oficinas o el rediseño de sus plantillas. Puede que todo se reduzca a que no se han activado los mecanismos de comunicación que permitiría a la sociedad y los mercados conocer el ritmo y el rumbo, pero la realidad es que nadie parece interesado en decirnos lo que se está haciendo y como se está haciendo.
Mientras las cajas parecen haberse tumbado a la bartola, peleando sus diferencias con sus partners o con los políticos autonómicos, olvidando la situación en la que se encuentran muchas de ellas, los bancos empiezan a moverse conscientes de que el mercado doméstico es un buen lugar para dar la batalla en tanto en cuanto no se normalicen los mercados financieros internacionales. Y lo están haciendo con rapidez y para recordarlo ahí esta la fusión por absorción del Guipuzcoano por parte del Sabadell o la sustitución del consejero delegado del Bankinter.
Ambas operaciones, aunque puedan parecer de rango menor, no lo son y tienen un marcado sentido estratégico en un proceso de reposicionamiento que traerá, sin duda, una política de crecimiento más agresiva para ambas entidades. En el caso del banco catalán, son muchos los que le ven como candidato a seguir saliendo de compras cuando así lo permita el mercado, como en su momento hizo con el Atlántico y ahora lo ha hecho con el Guipuzcoano.
En el segundo caso, el relevo de Jaime Echegoyen y su sustitución por María Dolores Dancausa y el otorgamiento de plenos poderes en las áreas de estrategia y riesgos a Alfonso Botín en representación de Cartival, el vehiculo de inversión de Jaime Botín (primer accionista de la entidad con el 24%), augura una estrategia de participar más activamente en todas aquellas pequeñas batallas de donde se pueda sacar un duro. Aunque tampoco se descarta que en el medio plazo pueda convertirse en pieza codiciada para un operación de absorción por parte del segundo accionista, Crédit Agricole, aunque no parece que la rama Bankinter de la familia Botin esté por la labor.
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(*) Carlos Díaz Güell es editor de la revista Tendencias del Dinero
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