VALENCIA (L. MASERES). Balmart fue creada para satisfacer la demanda de las empresas. Tras haber hecho varios proyectos desde de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), Marcos Martínez y Francisco Ballester, ambos profesores del centro, apostaron por su trabajo y en 2006 fundaron su propia compañía tecnológica asociada a la UPV. Sus tres líneas de negocio son medio ambiente, energía y logística. Desde septiembre, la Comunidad de Madrid está haciendo uso de uno de sus inventos, un equipo que detecta la ocupación de plazas de aparcamiento para discapacitados.
Comenzaron como emprendedores cuando se dieron cuenta de que el tejido empresarial necesitaba nuevos productos. Sus ideas no podían quedarse en los laboratorios de la Universidad, tenían que salir en forma de tecnología. "Queríamos transmitir a las empresas valencianas el conocimiento que solicitaban en forma de producto", explica Martínez.
Desde 2006, el abanico de sistemas que ofrecen no ha parado de crecer y desde hace un mes, su último proyecto está en las calles de Madrid. Un sistema que facilita el movimiento de los minusválidos por la ciudad al detectar las plazas reservadas para este colectivo y que al mismo tiempo sirve para denunciar cuando una persona no autorizada está haciendo uso de dicho espacio reservado.
La tecnología desarrollada por estos dos valencianos y su equipo de 15 personas comprende diferentes campos de actuación. Para el área de medio ambiente, Balmart cuenta con un dispositivo para prevenir incendios que ya se ha implantando en un paraje cercano a Chelva; para los agricultores profesionales, la empresa dispone de un sistema de monitorización que permite conocer el estado de diversos tipos de cultivo, permitiendo la gestión eficiente del riego. Y para el campo de la logística han creado un localizador de personas cuyo entorno de trabajo sea de riesgo, por ejemplo, en las minas o en los puertos.
PROTECCIÓN PARA LAS EMPRESAS
"La empresa está funcionando muy bien, pero la crisis la notamos. Los clientes están resentidos y estamos pensando en la internacionalización", afirma uno de los fundadores. Las estimaciones sobre la facturación de este año han caído a la mitad pasando del millón y medio de euros previsto a 750.000 euros. A pesar de ello, las perspectivas para 2011 son esperanzadoras. Si todo sale según lo calculado, facturarán alrededor de tres millones de euros.
La idea de vender sus productos en el exterior está latente dentro de la empresa, pero según declara Martínez, no es tan fácil por el tipo de sistemas que diseñan y comercializan. Por el momento, y aunque ya están en conversaciones con empresas de Perú, Brasil y Holanda, quieren estabilizarse en España y probar aquí toda su tecnología, y cuando su calidad sea "innegable", dar el salto a otros países. "Es un camino lento".
Lo complejo de la internacionalización es, desde el punto de vista de Martínez, el sistema de la distribución porque como afirma, es difícil convencer a las empresas de que el producto va a dar margen de beneficios. "En la Comunitat no están los distribuidores, tienes que moverte mucho", declara Martínez.
A este inconveniente, motivo por el cual Balmart está buscando contactos fuera de España, se unen otros dos. El primero, la gran diversidad de pequeñas empresas tecnológicas ubicadas en un mismo espacio, situación que entorpece la promoción de todas como un todo. Y el segundo, la falta de capital riesgo y de socios industriales que apuesten por la innovación.
Según Martínez, Mercadona es la única empresa valenciana que invierte en otras que no están relacionadas directamente con su actividad, algo que el empresario echa de menos porque a su parecer esa apuesta reactivaría la economía. "Aquí tienes que vencer tantas barreras que puedes morir o no tener éxito. Nadie quiere apostar, hay mucha empresa familiar y no ven más allá de su negocio".
Balmart, financiada a través de préstamos industriales del Gobierno y participada en un 30% por la empresa de capital riesgo Uninvest, busca inversores, pero no cualesquiera. "Es difícil encontrar financiación, pero también lo es encontrar a buenos compañeros de viaje, ya que no existe ningún tipo de vigilancia. El Estado debería intervenir para proteger a las empresas frente a los intentos de estafa".
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