VALENCIA. Mantra, reivindicación, anomalía, el déficit fiscal se ha convertido en uno de los principales argumentos de la política valenciana en los últimos años. Pero ¿sabemos realmente qué significa? ¿Es una enfermedad, un error valenciano, una deficiencia del sistema político español? ¿En qué se traduce para los ciudadanos? Y lo más importante, ¿se puede corregir?
A todas esas preguntas y más trata de responder La financiación valenciana. De la sumisión al cambio necesario, un breve pero preciso ensayo divulgativo de Vicent Cucarella editado por CientoCuarenta. Técnico de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, Cucarella ha participado en más de medio centenar de estudios sobre las cuentas públicas valencianas y ha formado parte de la comisión de expertos nombrada por les Corts y del equipo que realizó el estudio para la Asociación Valenciana de Empresarios. Es, pues, una de las personas más preparadas para escribir un texto así.
El libro, ilustrado por Ortifus, pese a su brevedad tiene la virtud de condensar e incidir sobre la esencia del problema, de ahí que no sea de extrañar que los políticos valencianos, especialmente los de la oposición, lo tengan de cabecera en la mesita de noche. El propio Enric Morera le regaló un ejemplar al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, durante la última sesión de control al Consell, para "que se lo mire" cuando esté en la oposición y tenga que apoyar al futuro gobierno que "sí que defenderá los intereses" de los valencianos, dijo.
Con voluntad divulgativa, este libro lleno de gráficos explicativos y ejemplos clarificadores, desgrana de manera muy sencilla y sin victimismos la situación de las finanzas públicas valencianas. Pero además de análisis y crítica, La financiación valenciana. De la sumisión al cambio necesario aporta posibles soluciones, una novedad que se agradece.
Para ello parte de una descripción del contexto, señalando los datos que corroboran una verdad que en ocasiones no es asumida ni por la propia población valenciana: la Comunitat es una las regiones más pobres de España. "Nuestra renta per cápita es claramente inferior a la media española (-12%)". Por el contrario, es una de las que menos recibe del Estado, y tiene un déficit fiscal negativo del 2,03%; "aproximadamente aportamos unos 2.000 millones de euros más de los que recibimos". A juicio de Cucarella, "los valencianos estamos siendo expoliados para financiar a otras comunidades más ricas [País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón] o para reforzar una elevada solidaridad que no se practica con nosotros".
Esta falta de financiación es, según él, la madre de buena parte de los problemas de la hacienda autonómica y una de las principales razones que explica la debacle de la Comunitat Valenciana. Con las cifras en la mano, Cucarella pone de manifiesto como buena parte de la deuda pública valenciana se ha gestado desde la raíz y no sólo por los denostados grandes eventos. "Con la parte que nos ha faltado de financiación se habrían podido construir treinta Palau de les Arts Reina Sofía o haber pagado diez veces toda la deuda acumulada por Canal 9. Y como eso no parece demasiado deseable, también podríamos pensar que equivale a construir treinta hospitales modernos como el nuevo de La Fe o 4.000 escuelas de primarias".
No es ciego Cucarella a los errores de una administración obsesionada por la apariencia. De hecho, se muestra muy crítica con ella en el capítulo de la deuda pública. "Hay determinados gastos públicos que posiblemente no deberían haberse planteado nunca", escribe. Pero también recuerda: "No han sido exclusivos del gobierno valenciano; encontramos ejemplos en todas las comunidades autónomas, en el gobierno central y también en muchas corporaciones locales".
En el capítulo dedicado a analizar el presupuesto de la Generalitat valenciana, Cucarella constata cómo el gobierno autonómico dedica la mayor parte de su presupuesto, un 67,4%, a sanidad y educación. "En realidad, la Generalitat destina a Sanidad y Educación un presupuesto por habitante ligeramente menor al del resto de las comunidades. Sin embargo, como el presupuesto total per cápita de la Generalitat es sensiblemente inferior, resulta que la parte destinada a sanidad y educación supone proporcionalmente un mayor porcentaje. Es decir, dedica a sanidad y educación una porción mayor, pero de un pastel más pequeño".
Además, la región cuenta con un reducido cuerpo de funcionarios, con todo lo que esto implica de merma del servicio público. "El conjunto de las comunidades autónomas tiene contratados a 308 trabajadores por cada 100.000 habitantes, mientras que la Comunitat Valenciana tiene 271, un 12% menos", apunta Cucarella en la página 71 del libro. "El conjunto del sector público tiene una menor presencia en el territorio valenciano que en promedio en España. Los tres niveles de Administraciones públicas (central, autonómico y local) efectúan un gasto público menor y también una inversión más reducida en un territorio valenciano y dan ocupación a un número inferior de trabajadores", añade en la 121. Párrafos que ponen en solfa la política de austeridad del Consell en personal público.
La recesión económica, lógicamente, ha agravado esta situación. "Ha provocado una notable mengua de la recaudación tributaria de los impuestos compartidos con el Estado e incluso una mayor reducción en los impuestos cedidos a las comunidades autónomas". Pero los problemas, insiste Cucarella, "ya existían previamente".
Para llegar a esta situación, han tenido que confluir "un cúmulo de circunstancias", que empezó con la asunción temprana de las competencias autonómicas y una menor valoración inicial de los servicios traspasados, dice Cucarella. Había tanta prisa por tener autonomía, que no se vio cuál se lograba. "Continuó con la falta de voluntad o de autoridad del gobierno central para romper las posiciones de privilegio (...); se ha agravado por el mayor crecimiento relativo de la población valenciana, y se ha consolidado a causa de la falta de capacidad (o voluntad) negociadora y de presión de los gobiernos valencianos".
Todo ello se ha traducido en un endeudamiento que, insiste el especialista, "no tiene su causa principal en un exceso de gasto -como mucha gente cree-, sino que principalmente proviene de unos menores ingresos". Y añade: "Pese a los errores cometidos con gastos extravagantes", inevitable recordar a Francisco Camps abrazando a Gérard Depardieu vestido de Obélix, "la Generalitat se ha caracterizado por ser uno de los gobiernos autonómicos que menos gasta por habitante".
"Hemos llegado a un estado crítico", considera Cucarella, y por ello lanza un llamamiento a la ciudadanía para que se conciencie de la situación en favor de una exigencia común. Pero también señala a los partidos políticos. "Es necesaria otra manera de ejercer la política, una actuación de nuestros gobernantes donde desaparezcan las tramas corruptas y también cualquier otro tipo de duda ante el uso del dinero público. No sólo se ha de actuar con legalidad, sino también con moralidad ética y política".
Como solución, Cucarella recupera la receta económica presentada por la comisión de expertos ante Les Corts, con una premisa fundamental: "Es necesario exigir la restitución de la deuda histórica provocada por la menor financiación". Al margen de buscar soluciones por la vía de incrementar ingresos, el Consell también "deberá incorporar mecanismos de evaluación de la políticas públicas que incrementen la eficiencia y la transparencia de los gastos realizados". Aboga también por reducir la financiación recibida a través del FLA. "Resulta sorprendente que la Generalitat tenga que mendigar el dinero que no ha recibido por el incorrecto funcionamiento del sistema de financiación y devolverlo con intereses y pérdida de autonomía".
Lo más significativo, quizás, es que la situación no es nueva. Ya a principios del XX distintas personalidades, entre ellas el propio Tomás Trenor, marqués del Turia, criticaban el maltrato recibido por los valencianos por la Hacienda pública. "...y nos lamentábamos, en público y en privado, de la triste condición de Valencia, eterna cenicienta de España", escribió en 1912 en sus Memorias el impulsor de las Exposiciones Regionales que cambiaron la ciudad de Valencia y marcaron el inicio del siglo XX. Trenor moriría un año después. Un siglo más tarde, tras leer a Cucarella, sólo cabe convenir que la situación sigue prácticamente igual. El refranero está equivocado; hay males que duran más cien de años.
La financiación valenciana. De la sumisión al cambio necesario
Vicent Cucarella
Ilustraciones de Ortifus
Editorial CientoCuarenta
Valencia, 2015.
175 páginas.
Está claro que, mientras no tengamos un partido gobernante muy nacionalista, esto no lo endereza nadie.
Las del Banco de Valencia y la CAM, al supervisor que para eso cobran. Las del resto haz el favor de leer el texto.
Las deudas del Banco Balencia, Bancaja, CAM,o F1, feria Valencia, .... a quien corresponden , a los Cantabros o a los Extremeños ? Menos demagogia y despilfarro por favor .
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