VALENCIA. 98 años ha tardado Feria Valencia en presentar en el registro mercantil sus cuentas anuales. La institución ferial, que tiene una figura jurídica peculiar que, formalmente, le exime de depositar su balance, cuenta de resultados y auditoría en el registro, ha optado por romper con su tradicional opacidad contable en pleno proceso de reestructuración societaria e investigación judicial por los sobrecostes en la ampliación del recinto.
Las cuentas que ha depositado Feria Muestrario Internacional son las correspondientes a 2013, el último año cerrado y auditado. Las de 2014, aunque hay avance de resultados, aún debe ser formulado y aprobado por el patronato de forma oficial. Es de suponer que una vez enviadas al registro las cuentas de un año, Feria Valencia seguirá haciéndolo (hasta ahora las enviaba a un registro de entidades de la Generalitat y su consulta pública no era posible). Las cuentas de las empresas que no cotizan en bolsa no estén depositadas en el registro mercantil hasta pasado el primer semestre del año.
Más allá de las grandes cifras, que se adelantaron en su momento, lo que desvelan las cuentas detalladas de Feria Valencia correspondientes al ejercicio de 2013 son las enormes dificultades económicas por las que atraviesa la entidad, tanto para hacer frente a la deuda que asumió para levantar los nuevos pabellones -amortizaciones anuales que tiene que cubrir la Generalitat Valencianana en su calidad de avalista- como para atender a su negocio ordinario.
En el año en el que ha presentado la cuentas, Feria Valencia perdió 9,28 millones de euros, lo que supone más del doble de lo que perdió el ejercicio anterior. El importe de la cifra de negocios también cayó. La facturación se situó en 13,36 millones, un 27% menos. De esa cifra, 8,42 millones corresponden a ventas (es decir, a metros cuadrados colocados a expositores en certámenes y eventos) y 4,9 millones por prestaciones de servicios.
Esta rebaja de la facturación, en todo caso, está justificada. Ese año, 2013, fue el ejercicio en el que se decidió no celebrar la feria del mueble (Habitat) y trasladarla a las fechas de Cevisama, creando el macrocertamen 'Nos vemos en Valencia'. Este hecho unido a la desaparición de la feria de Puericultura, que se trasladó a Madrid, afectó a las cuentas.
Sin entrar aún en los problemas vinculados a la deuda y a la imposibilidad de Feria Valencia de hacer frente a los vencimientos, lo que desvelan las cuentas de la institución es que el negocio propio ordinario es deficitario. Según las cuentas, el resultado de explotación, es decir, lo que sale de restarle a los ingresos los gastos ordinarios (personal, aprovisionamientos y amortización de inmovilizado, apartado este último que es neutro porque está subvencionado) es negativo. En 2013, Feria Valencia tuvo unas pérdidas de explotación de 7,8 millones, frente a los 2,8 millones también negativos del año anterior.
TENSIONES DE TESORERÍA
Ese dato contrasta con el discurso oficial de Feria Valencia que asegura que de no tener que cargar con la costosa ampliación del recinto, el negocio puro es rentable. En todo caso, en un escenario futuro como el que se trabaja, en el que existirán dos empresas, una dedicada al negocio y otra que cargará con los edificios y su deuda, los gastos podrían ajustarse para obtener beneficios.
Una posibilidad esta, la de lograr números negros, que la propia feria reconoce en la memoria que no está al alcance de su mano a corto plazo. Lo hace cuando relata los problemas que tiene para hacer frente a los vencimientos anuales de los créditos que obtuvo para la ampliación. Feria Valencia reconoce que desde hace varios ejercicios no puede pagar y que tiene que acudir la Generalitat al rescate en virtud del acuerdo que firmaron en su día para lograr los préstamos.
La dirección de la institución señala que no prevé volver a tener beneficios hasta 2018, si bien todo depende del éxito del plan de reestructuración.
Pero además de ese problema conocido, lo que también se desvela en las cuentas son varios impagos de cuotas anuales de los préstamos. Pese a que la Generalitat actúa como avalista, Feria Valencia dejó de pagar vencimientos porque el Consell no le había transferido el dinero. En la memoria se apunta que al cierre del ejercicio las cuotas estaban impagadas pero destaca que esa situación se había resuelto ya en 2014.
Las cuentas anuales de Feria Valencia están auditadas por Luis Caruana y Asociados. En su informe, si bien destaca los problemas de liquidez, en ningún momento pone especial énfasis en la viabilidad del negocio, pese a la evidencia de las cifras.
SUBVENCIONES PÚBLICAS A CERTÁMENES
En las cuentas se desvela también que Feria Valencia, además del dinero público que recibe para pagar los préstamos que no puede afrontar, también ha recibido suculentas subvenciones públicas a certámenes. En 2012 la Generalitat, a través de varias consellerias y por varios eventos, subvencionó a la institución con 2,17 millones. En 2013 la cifra cayó notablemente hasta los 291.000 euros.
En la línea de la España corrupta. La marca España: El Cante por Peteneras o como irse de rosita en un Estado fallido. Todo ello en l 30 aniversario de la celebre y muy puñetera sentencia del jerezano Pedro Pacheco. Y en ese plan. Ninguno.
Simplemente se trata de que ya no se atreven a jugar a 2 barajas. Tradicionalmente en gran parte del sector público español se hacía así. Para contratar (personal, bienes y servicios) soy empresa privada, entendido como “hago lo que me da la gana, sin dar explicaciones”. Para pagar impuestos, abusar de la autoridad, cobrar subvenciones, o aparcar en los vados, etc, soy “entidad pública, y sirvo el interés general”. De esta forma se produce, durante decenios, el fenómeno de que una gran parte del presupuesto público escapaba de todo control, pues cada vez que alguien “despistado” intentaba controlarlos, se “huía” a la personalidad, pública o privada, que tuviera menos supervisión, con el beneplácito de las autoridades que participan , directa o indirectamente, de los réditos. Los gestores de la Feria, asustados por los procedimientos penales deben de haber llegado a la conclusión de que ya no es posible ser una cosa y la contraria al mismo tiempo. Y han optado por la que consideran menos peligrosa para su libertad, aunque sea jurídicamente risible.
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