Fundador y primer responsable del Fondo de Garantía de Depósitos, ex director general del Banco de España del Banco de España y asesor bancario de multitud de gobiernos, De Juan visitó ayer Valencia y pronunció su conferencia sobre "Enseñanzas de la patología bancaria y su aplicación en España" como clausura de un seminario sobre el sector bancario español, organizado por el IVIE
VALENCIA. Crecimiento demasiado rápido y asunción de riesgos desmedidos, son los principales rasgos de una mala gestión en el sistem bancario. Y "cuando las entidades tienen problemas serios, sus gestores suelen ocultar los problemas mediante el maquillaje de sus cuentas"... Así de claras y concisas son las afirmaciones de Aristóbulo de Juan, un reputado gestor de banca en crisis que F pilotó en los años ochenta la crisis bancaria española desde su puesto en el llamado 'hospital de bancos', el Fondo de Garantía de Depósitos.
Ayer ennumeró en Valencia y ante un poblado auditorio sus ya famosos 23 puntos sobre la patología bancaria "y su aplicación en España".Se trataba del seminario sobre 'Situación, perspectivas y reestructuración del sector bancario español", organizado por el IVIE y coordinado por el catedrático valenciano Joaquín Maudos.
Con un excelente sentido del humor, De Juan cuestionó al término de su conferencia los problemas del sistema bancario español, que tal vez "no padece solo un problema de exceso de capacidad y liquidez, si no que también habría que preguntarse si también de solvencia...", señaló al cuerpo de inspectores del Banco de España como el mejor de España y destacó el exceso de vencimientos que el sistema financiero mundial deberá afrontar el próximo año, cercano "a los cuatro billones de euros"...
En su opinión, "debería diseñarse ya un nuevo paquete de medidas con una alternativa diferente" que pase de "basarse en mecanismos de liquidez" a centrarse en "mecanismos de capitalización y cambios en el sistema de gestión de las entidades", para lo que considera "requisito indispensable" que exista "voluntad política".
Ha remarcado que deberían producirse "nuevas intervenciones en entidades infracapitalizadas, con cambios inmediatos de consejeros y directivos y una investigación profunda de la situación real" de la entidad, para después inyectar capital, "comprar los activos malos" según el valor que poseen "en los libros" y estudiar "un préstamo o aval, pero siempre como complemento".
De Juan considera que, para lograrlo, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) "no es la solución" dado que obliga a las cajas a devolver las ayudas en cinco años a un precio "caro", en vez de obtener "inyecciones de capital fijo, que es lo que necesitan".
Por este motivo, ha instado a recurrir al Fondo de Garantía de Depósitos "porque así quienes lo sufragarían serían las entidades privadas" y ha defendido que éstas podrían aumentar su aportación al FGD -1 por mil de la base de cálculo para las cajas y 0,6 para los bancos- mientras que el propio fondo también puede recibir préstamos del FROB a través de emisiones de crédito.
De Juan, que desde 1978 trabaja en crisis bancarias, ha destacado que la causa de la crisis de las cajas es la "mala gestión", por haber registrado "un crecimiento demasiado rápido y una asunción de riesgos desmedidos" concentrados en el sector inmobiliario.
Así, ha hecho hincapié en que "el supervisor debe intervenir en cuanto detecta un nivel suficiente ende insolvencia en que apoyarse jurídicamente" para "investigar dentro de la entidad" porque "cuanto más tarde se aborda a fondo la insolvencia, más costoso resulta".
"Una supervisión eficaz debe conllevar la comprobación directa e in-situ de la salud de las entidades", ha recalcado el ex director general del Banco de España, quien ha subrayado que las pruebas de esfuerzo "pueden ser instrumentos útiles, pero no siempre son inteligibles y realistas", por lo que "pueden equivocar al supervisor y hacerle bajar la guardia a la hora de valorar los activos e identificar la necesidad de provisiones específicas".
"OCULTAR PROBLEMAS" CON "MAQUILLAJE"
En este punto, ha resaltado que "cuando las entidades tienen problemas serios, sus gestores suelen ocultar los problemas mediante el maquillaje de sus cuentas" -con instrumentos como "refinanciaciones de operaciones inviables" o la "sobrevaloración de los bienes recibidos en pago de deuda y de las acciones canjeadas por créditos-, de modo que "los peores créditos, aquellos que pueden cargarse a una entidad, nunca están contabilizados como morosos".
Así, ha denunciado que ese "infraprovisionamiento" debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar la solvencia de esas entidades porque debería estar contemplada en el cálculo de los recursos propios -capital más reservas menos insuficiencia de provisiones- y, de no ser así, "el capital regulatorio y el capital contable pueden servir para poco como indicadores de solvencia" e "incluso ocultar contablemente situaciones de descapitalización real".
INSOLVENCIA "CASI NUNCA" SE DECLARA
"Las situaciones de insolvencia nunca son declaradas por el banquero, o casi nunca", ha recalcado De Juan, quien ha agregado que "con frecuencia, tampoco son identificadas por los auditores ni por el supervisor hasta que la entidad se queda ilíquida", con lo que si esa insolvencia es "profunda", las "escasas pérdidas" que declara el banquero se doblan cuando son detectadas por el auditor externo, vuelven a duplicarse con la llegada de los inspectores y se multiplican nuevamente por dos con la intervención del regulador.
"Y al final, se pone la entidad en venta y las pérdidas fruto de una 'due-diligence' -radiografía completa de la sociedad- multiplicarán por dos las identificadas por los interventores".
ACEPTAR PÉRDIDAS COMO "MAL MENOR"
De Juan ha apuntado que, "en los procesos de saneamiento, resulta inevitable la adopción de medidas de repugnan" y ha precisado que "suele corresponder al Gobierno la asunción de pérdidas", que "constituye un pecado fiscal" pero "debe aceptarse con realismo" por tratarse de "un mal menor".
Es más, ha defendido que "cualquier pérdida en que se incurra es buena, si resulta ser la última", y ha indicado que la "prueba de fuego" de una operación de saneamiento requiere "la pronta regeneración de la función del crédito y la capacidad de atraer inversiones fuertes que aseguren un futuro sostenible".
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