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PSICOLOGÍA

¿Qué pasa en la cabeza de un emprendedor?

PEPA GÓMEZ. 02/02/2015

VALENCIA. ¿Qué pasa en la cabeza de un emprendedor? No 'por' ella, sino 'en' ella. ¿Hay acaso un denominador común para lanzarse a un camino complicado y a veces difuso, expuestos al éxito y al fracaso casi a partes iguales? Parece ser que sí.

"Hay mucha literatura sobre la búsqueda de sensaciones de vértigo, de riesgo", apunta Ángel Pozo, asesor de Psicología Clínica del Colegio de Psicólogos de la Comunitat Valenciana. Pero sí hay algo que comparten las personas emprendedoras: "una gran capacidad para aceptar un alto nivel de incertidumbre". Son, dice el experto, "diferentes" con una combinación necesaria de formación y especialización y estabilidad emocional y extroversión. Características que les permita no tender a la ansiedad en momentos de crisis y desarrollar empatía para tratar con el resto de miembros del equipo, así como atraer a inversores. En términos clínicos, con un nivel bajo neuroticismo.

LOCUS DE CONTROL INTERNO

Según apunta el especialista en Psicoterapia Alberto Soler, hay un rasgo primordial que comparten las personas emprendedoras y está en el locus de control. Hablamos del "grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él".

En el caso de los emprendedores, "este locus de control sería interno: entienden que las cosas ocurren principalmente como consecuencia de sus propias acciones. Es decir, perciben que ellos mismos controlan su vida. Una persona que sólo cree en la suerte o el destino difícilmente ponga los medios necesarios para poder emprender un proyecto de éxito".

FLEXIBILIDAD Y SABER DELEGAR

Borja Ruíz, tras la marca valenciana Krece, formador, consultor y coach, afirma que un emprendedor debe destacar por gozar de "energía y por sus habilidades sociales tanto verbal como no verbal pero especialmente de escucha". Y, "de forma fundamental, debe ser una persona flexible ya que la única constante en su mundo es el caos". Esto no significa solo poder adaptarse a nuevas circunstancias imprevistas o sobrevenidas fruto de decisiones imperiosas, sino "permitirse equivocarse".

Y para completar el perfil perfecto para emprender y perseverar en el emprendimiento, "deben desarrollarse las capacidades de organización, planificación, análisis y delegar", añade Alberto Soler. Es sencillo decirlo, pero las personas acostumbradas a encargarse de todo, también deben entrenar el "reconocerse las debilidades y captar el talento en el otro".

¿Es educable? Sí. Eso dice la neurociencia, recuerda Borja Ruíz quien precisamente suele utilizar una técnica muy particular para enriquecer el pensamiento de sus clientes: el Lego Serious Play. Consiste en talleres que suponen una verdadera inmersión creativa a partir de figuras de lego y bajo la premisa "si no sabes qué construir, empieza por construir". Al fin y al cabo emprender se basa en la búsqueda del "para qué. Y cuando uno conecta con su para qué, el cómo es más sencillo".

EL TRATO CON LOS OTROS

Por su parte, el coach Enrique Marco afirma que una persona que emprende tiene que realizar "un buen trabajo de profundización en su autoconocimiento, saber quién es, dónde está, dónde quiere llegar y saber de sus capacidades, qué sabe hacer y con qué talentos genuinos dispone". Es más, debe "explorar además sus creencias: qué certezas maneja, es decir, que convicciones profundas tiene sobre todos los aspectos asociados al proyecto que va a comenzar y también sobre sí misma. El trabajo con las creencias consistirá en actualizar todas las que sean limitantes y transformarlas en creencias saludables o potenciadoras".

Marco va, además, un paso más: al otro. Desde su punto de vista, resulta indispensable rodearse de personas que crean profundamente en lo que el emprendedor puede llegar a ser. Personas que, "como en la película 'Qué bello es vivir', ven nuestras alas. Las que llevamos detrás y no alcanzamos a ver nosotros mismos".

Tratar con otras personas ayuda a alimentar la empatía y en este sentido, el emprendedor puede profundizar en la "capacidad de salir de su punto de vista, en ocasiones demasiado egocéntrico y sesgado de tanto análisis y reanálisis, y pensar en cómo perciben la realidad las personas que le rodean. Ese soplo de aire fresco puede sacar adelante un proyecto atascado", matiza Soler.

También tratarse a uno mismo como si se tratara de otro es una dimensión a tratar ya que, según explica Marco, "iniciar el itinerario conociendo a nuestra más inmediata compañía del viaje que se inicia, a uno mismo, sería como mantener la conversación necesaria en la primera entrevista con un socio o socia con quien pretendemos hacer un negocio importante". Entrevistas y negociaciones que, por cierto, llegarán necesariamente.

CAPACIDAD DE DESCONEXIÓN

Pero para entrar en sintonía con los otros hace falta, "sobre todo, tener tiempos de desconexión", retoma Soler, junto a "humildad, capacidad crítica y búsqueda de inspiración fuera del campo principal del proyecto". Emprender implica sacrificios, "pero estos nunca deben ser totales. Hay que poner un límite, autoimponerse un horario, atender a la familia y amigos, tener un techo teórico para el endeudamiento, apagar el teléfono", prosigue el especialista. En conclusión, hablamos de "esa capacidad de organización y de establecer límites ayuda a ver las cosas con perspectiva y tener una vida más plena en la que no sólo tenemos nuestro proyecto".

EN MANOS DE ESPECIALISTAS

Y, si para abordar temas legales o financieros el emprendedor busca especialistas, "¿cómo no hacerlo para gestionar habilidades y emociones?", se pregunta Ángel Pozo. En las escuelas de negocios "ya están viendo esta necesidad", apunta Borja Ruíz, por lo que lanzaderas y aceleradoras podrian comenzar a plantearse talleres y dinámicas como una cita más en el calendario formativo. No obstante, Ruíz va más allá: "este tipo de dinámicas deberían de anticiparse, desarrollarlas con escolares".

Y en especial para saber gestionar los resultados durante y al final del camino, por aquello que recuerda Alberto Soler: "el mayor peligro del éxito es que emborracha y el del fracaso, perder la confianza y querer tirar la toalla".

La capacidad de enfrentarse a las situaciones adversas es lo que conocemos como resiliencia, "y es un rasgo habitual entre los emprendedores de éxito. Si te vienes abajo ante el primer fracaso no lograrás ese proyecto que de verdad marque la diferencia", concluye el experto.

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1 comentario

david escribió
03/02/2015 07:39

Y todo esto con 25 años... Por eso no hay startup que resista más de un año.

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