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signo de los tiempos

Este rollo se acabó: El negativo de cine desaparece de España

C. AIMEUR. 02/02/2015 El laboratorio Deluxe cerrará definitivamente su parte de laboratorio analógico en Barcelona en la que procesaban negativos. Era el último laboratorio que quedaba

Nacho G. Velilla, durante el rodaje de 'Que se mueran los feos'.

VALENCIA. A nadie le ha sorprendido. La lenta muerte de la película de cine ha sido tan progresiva como imparable. Este verano, el productor valenciano Ximo Pérez tuvo un encuentro con los comerciales del laboratorio Deluxe, con sedes en Madrid y Barcelona. Durante la reunión le informaron de que en 2015 se iba a cerrar el laboratorio analógico en Barcelona en el que se procesaban negativos. "A partir de ahora", les dijeron, "tendréis que mandar las películas a Nueva York si rodáis en 35 mm".

En la sede de Deluxe este viernes pasado aún no tenían constancia "oficial" de este cierre, pero lo daban por seguro en un plazo breve. Es más, en las webs especializadas se da por hecho. Y ya circulan mails. La película de cine se despide del escenario en España. Es su particular The End.

El cierre del laboratorio analógico de Deluxe en Barcelona lo avanzó la semana pasada en las redes sociales la página de Facebook Director de Fotografía. En un post publicado el 27 de enero se anunciaba que bajaba el telón el laboratorio analógico de Deluxe en Barcelona en el que se procesaban los negativos, los mal llamados celuloides [el celuloide como tal dejó de emplearse a partir de 1940].

Tanto Deluxe como las multinacionales proveedoras de material Fuji y Kodak han hecho cuanto han podido por evitar este adiós, dicen fuentes consultadas de la industria audiovisual española, abaratando costes y reduciendo márgenes de beneficio, pero la lógica de los nuevos tiempos se ha impuesto de manera casi dictatorial. La fotoquímica ha muerto a manos del digital.

La implantación del nuevo formato es tal que las películas que se han rodado en España en 35 mm en el último lustro son rara avis. Entre las pocas que se han grabado con este soporte físico se hallan algunas comedias tan populares como Que se mueran los feos de Nacho G. Velilla o el celebrado thriller No habrá paz para los malvados de Enrique Urbizu, quien prescindió del digital hasta en el montaje. Lo imposible de Juan Antonio Bayona también se rodó en 35 mm, pero los efectos que epataron al mundo y la convirtieron en un éxito se añadieron posteriormente cuando la película se digitalizó.

Rodar en este último lustro en 35 mm ha sido más una cuestión romántica que pragmática. Hasta la superproducción Exodus: Dioses y reyes, producida por Ridley Scott y en la que ha participado capital español, se ha filmado en digital con las cámaras Red Epic Dragon, que con una tecnología 6K permite más píxeles en pantalla. "Los cineastas nos hemos acostumbrado al digital desde hace mucho tiempo; yo mismo mis cortos los grababa en vídeo y después los kinescopaba", explica el cineasta valenciano Gabi Ochoa, autor de películas como El amor no es lo que era. "La película saca un granulado muy especial pero ya hay forma de emularlo en el digital", comenta por su parte el también cineasta Nacho Ruipérez.

"Los negativos son ya innecesarios", sentencia Ximo Pérez. "En una película normal teníamos un gasto aproximado de alrededor de 120.000 euros por los trabajos con el formato fotoquímico. Ahora ese coste se ha eliminado casi por completo. Además, cuando ruedas en digital vas directamente a montaje. Lo que antes era negativo final, hoy día cuando tienes el master lo conviertes en DCP [Digital Cinema Package, el disco duro que se usa para almacenar las películas]. Los costes se han reducido hasta en las copias. Antes una copia de 35 mm te costaba entre 900 y 1.000 euros de negativo; una DCP te cuesta 100 euros", constata.

James Cameron, durante el rodaje de 'Avatar'.

La desaparición del negativo ha venido de la mano de la digitalización de las salas de cine que tuvo su particular Caballo de Troya en 2009, cuando James Cameron estrenó Avatar. El visionario y megalómano cineasta hizo de su largometraje la punta de lanza del formato digital. Del mismo modo que El cantor de jazz (1927, Alan Crosland y Gordon Hollingshead) cambió el cine con la irrupción del sonoro, Avatar lo hizo al forzar a las grandes cadenas de exhibición a adaptarse a los nuevos tiempos.

El cambio les gustó. Las salas ya no piden películas en soporte fotoquímico; quieren digital. Un ejemplo: la cadena de cines valenciana ABC... lleva un año sin proyectar largometrajes en 35 milímetros, según constatan desde esta empresa, una de las más importantes de España. "Tenemos el proyector ahí, por si hiciera falta, pero todas las salas están digitalizadas", comentan desde la casi centenaria firma de exhibición.

No son los únicos. El director de CulturArts, José Luis Moreno, explica que dentro de tres semanas, el 19 de febrero, presentarán la segunda actualización de su informe sobre el proceso de digitalización de las salas en la Comunidad Valenciana, y sus conclusiones son taxativas. "Prácticamente todos los cines se han digitalizado por completo. Sólo tendrán que cerrar cuatro salas por no haberse adaptado al digital", comenta.

La desaparición de la película tradicional, los pesados rollos, aproximadamente cuatro por largometraje, ha sido fomentada por una industria que ha tenido que optimizar sus recursos en los últimos años, especialmente en España. Por un lado la subida del IVA al 21% ha supuesto un lastre muy duro para el negocio de la exhibición. Por el otro, la desaparición de las ayudas ha obligado a las productoras cinematográficas a reducir al máximo los costes de un largometraje. Ahora, sin rollos, los productores se ahorran además de los gastos del proceso fotoquímico los de envío, transporte y almacenaje, abaratan los de las copias, y se aseguran una más rápida respuesta cuando se necesita una copia del film.

La revolución ha contado con la colaboración de todos los agentes implicados en la producción y exhibición cinematográfica. Todos han arrimado el hombro. Los productores y distribuidores pagan una pequeña compensación a los cines cada vez que proyectan en digital, la tasa VPF nacida en Estados Unidos, que se abona por el coste que ha tenido esta modernización. "Las copias se han abaratado muy poco porque hasta que no estén amortizados todos los equipos digitales tendremos que pagar esa tasa", comenta Pérez, si bien asume que forma parte de este aggionarmento que han emprendido todos los sectores de la industria audiovisual.

Hasta en las Filmotecas, como en la de Valencia, son mayoría los largometrajes que se proyectan en formato digital. "Para que pasemos algo en 35 milímetros debe ser una película que no se haya digitalizado antes, y suelen ser largometrajes muy poco conocidos, rarezas o filmes poco populares", comenta Moreno. "Nosotros mismo lo digitalizamos todo. Conservamos los rollos de las películas de 35 milímetros porque es nuestra obligación, pero prácticamente todas las películas ya son en digital y las que no están en este formato las digitalizamos. Las filmotecas y distribuidoras con las que trabajamos nos envían los DCP encriptados, con unos códigos que sólo nos permite proyectar las sesiones que hemos contratado y en los horarios que hemos estipulado. Tenemos todos los formatos digitales y analógicos, lo único que no tenemos es el 3D, pero es cuestión de tiempo que lo incorporemos", anuncia.

Martin Scorsese, durante el rodaje de 'El lobo de Wall Street'.

Pese a que algunos cineastas han lamentado su desaparición, entre ellos vacas sagradas como Christopher Nolan, y han intentado que perdure, la marea del cambio ha arrastrado cualquier atisbo de permanencia. Las propias empresas han claudicado. Technicolor cerró un laboratorio de 35mm en la localidad de Glendale, el cual a su vez había reemplazado a uno más grande que poseía en los estudios Universal y que dio trabajo a 360 personas hasta en 2011. Unos meses antes cerró su laboratorio en los míticos Pinewood.

Cada laboratorio cerrado ha sido una palada de tierra en la tumba del cine analógico, un entierro jaleado por las grandes majors. El año pasado Paramount Pictures sólo hizo una excepción con el 35 mm; fue la película Interstellar, precisamente de Nolan, de la cual se hicieron copias en este formato. Su primer gran largometraje que se proyectó sólo en formato digital fue ni más ni menos que su gran éxito El lobo de Wall Street, protagonizada por Leonardo di Caprio y dirigida por Martin Scorsese. Hubo algunas copias en 35 mm, sí, pero eran ya excepciones.

El cambio, dicen las fuentes consultadas, apenas ha afectado a los espectadores. "Sólo un ojo muy entrenado puede distinguir una película en 35 mm de otra digital", comenta Ochoa. "Yo lo percibo en algunas películas, pero ya no hay prácticamente diferencia", añade. Con todo, la irrupción del digital no ha sido tan bien recibida. Algunos cineastas como Quentin Tarantino se han expresado abiertamente en contra de este soporte. El autor de obras maestras como Pulp Fiction ha llegado a decir que con el digital "el cine está muerto". De hecho ya han aparecido artículos en la prensa especializada que explican cuestiones como por qué las películas en los últimos años tienden a tener color naranja o azulado, algo que ha sido posible por la implantación del cine digital. Nuevos formatos, nuevos vicios.

Con todo, los cineastas aseguran que lo realmente importante son, sobre todo, las ópticas, las lentes que se emplean en las cámaras. Así lo sostiene Ruipérez. El cambio afecta más a los usos durante la filmación de las películas. El propio Ochoa reconoce que con el formato digital los rodajes han perdido "la tensión y concentración" que existía antaño con el 35 mm, ya que antes sólo se podían hacer "dos o tres tomas por plano" y ahora la presión la marca el reloj, con lo que son más fáciles las repeticiones. Y bromea al recordar que antes de la irrupción del nuevo formato, el auxiliar de cámara, en apariencia un técnico secundario que controlaba entre otras cosas la película que se había gastado, era "muy importante" y una figura "fundamental" durante el rodaje. La historia del cine está plagada de anécdotas de grandes secuencias que se tuvieron que repetir porque los auxiliares de cámara no se dieron cuenta de que no había suficiente película disponible. Así sucedió, por ejemplo, con la salida de Egipto de los judíos en Los diez mandamientos de Cecil B. De Mille. Eso hoy no ocurriría.

La resistencia numantina de Deluxe en España, tan romántica como estéril a la postre, ha durado dos años. Convertida en el único laboratorio que quedaba en el país tras el cierre de Madrid Film en 2013, su continuidad era más por una cuestión de formas, mantener una opción de formato, que por una necesidad empresarial. El capitalismo ha dictado sentencia: Sin demanda, desaparece la oferta.

Pero todavía quedan algunos laboratorios en funcionamiento, islas aisladas. No sólo el de Deluxe en Nueva York: también en París, Budapest, y otras ciudades europeas. Son los últimos mohicanos de la película cinematográfica. En cualquier caso, si algún cineasta español quiere rodar en 35 mm tendrá que enviar los negativos al extranjero, con lo que los costes aumentarán y harán aún más inviable, económicamente hablando, su empleo. ¿Quién le iba a decir a los fantasmas del Roxy, a los que cantaba Serrat, que al final cabrían en un lápiz USB?

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1 comentario

Ramón escribió
09/02/2015 14:21

Insolito, un a productora americana paga 20 millones de dólares al actor principal, rodar en negativo no le supone un coste tan grande si despues el montaje se realiza en digital y siempre tendrán el negativo en 35 mm. que por ahora dura 130 años e ignoramos cuanto durará el electrónico, pasadas unas decadas es posible que no existan reproductores hoy en día ya es difícil visionar una cinta U-matic, no confiemos demasiado en el futuro.Hoy es el futuro de ayer.

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