VALENCIA. La investigación está saliendo cada vez más fuera de las universidades y acogiéndose a la visión emprendedora que se instaura cada vez más en la institución. Este gusanillo llegó hasta Berenice Güerri, doctora en Biología, pero también empresarial con Glen Biotech que supo crear una spin off de la Universidad de Alicante, una empresa con base tecnológica para acabar con las plagas agrícolas mediante soluciones sostenibles.
"Decidimos aunar ciencia y tecnología con mercado, incluyendo en la empresa socios más dedicados a la empresa", destaca Güerri. La primera investigación en explotar fue la relacionada con el ‘picudo rojo', uno de los insectos más dañinos para las palmeras en todo el mundo y que afecta en gran medida a la Comunitat Valenciana.
No pasó demasiado tiempo para conseguir su primera ronda de financiación de un inversor que decidió pasarse del ladrillo a la biotecnología. Ahora tiene socios de Madrid, País Vasco y Alicante. ¿Su misión? Llevar las herramientas biotecnológicas al mundo agrícola. "Trasladamos la receta del médico al mundo agrícola y no las abandonamos a tradiciones obsoletas que solo traen más problemas", destaca.
Se trata de programas de manejo integrados. "Cuando vamos al médico estamos acostumbrados a que nos preguntes que si tenemos fiebre, nos duele el pecho, y a partir de ahí te hacen una receta que varías dependiendo de lo que te ha pasado", apunta. Pues en su caso igual. Requiere revisar, ver lo que pasa y actuar en consecuencia para dar la solución acertada.
Por eso su misión, además de investigar, es enseñar a las empresas y trabajadores especializados cómo combinar nuevos productos con tradicionales para obtener un tratamiento más efectivo. "Ahora damos cursos a jardineros de, por ejemplo, la zona de Menorca", destaca. "Hay problemas con las palmeras en Elche, pero también en el mundo árabe".
La solución contra el picudo rojo surgió de una tesis doctoral cuando intentaba buscar una solución natural para acabar con este insecto. "Vimos que teníamos un organismo que hacía un bien a nuestra tierra y lo trasladamos a un vehículo". Se trata de un hongo microscópico que se come a picudo y tras cuatro años de ensayos se dieron cuenta de que esta era la solución.
Hasta el momento han conseguido prácticamente un millón de euros de inversión privada y casi dos millones entre privada y pública. Sobre la dificultad de hacer entender esta actividad científica a inversores, asegura que si sabes modelar tu lenguaje y explicarlo apuestan por proyectos "tan raros como los nuestros". De hecho, insiste en que la tecnología tienen que despuntar en el país.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.