LONDRES. Si escribes, no juegues en bolsa, y si lo haces, no vendas ni compres acciones antes de 30 días. Pero, por encima de todo, revela a los lectores tus intereses como inversor. Neil Collins, analista de Thomson Reuters, no hizo caso de ninguna de las reglas de la prensa financiera de la City londinense. Pero Collins no está solo...
"Se trata de una investigación abierta", ha declarado David Schlesinger, jefe de edición en Thomson Reuters. Después de que esta semana la agencia de información financiera admitiese que tres de sus columnistas estrella han infringido el código de conducta en la división de análisis bursátil y corporativo, el cable de noticias ha anunciado una batida interna contra la redacción de Londres.
Aunque Schlesinger también ha señalado que "no hay evidencia de beneficio en capital", Neil Collins, miembro del equipo de Breakingviews que publica sus contenidos en El País y Cinco Días junto a una decena más de cabeceras europeas, ya ha dimitido. Ha sido el único. Thomson Reuters ha indicado que Margaret Doyle y Neil Unmack, analistas del mismo departamento, han incumplido igualmente las normas, pero sorprendentemente no se les exigirá que abandonen sus trabajos.
El descontento en las oficinas del regulador financiero del Reino Unido, la Financial Services Authorities o FSA, podría haber tocado techo: si la reacción de Thomson Reuters no satisface al brazo policial del gobierno en la City, el periodismo de finanzas va a tener que enfrentarse a algo más que púdicos ejercicios de confesionario.
Neil Collins había negociado con valores en al menos cuatro grandes firmas, entre ellas, Yell y el gigante de bebidas Diageo, al tiempo que en sus artículos empujaba a los inversores a adquirir o poner en venta sus propias acciones. A través del diario The Guardian, Valenciaplaza.com ha podido saber que Collins compró participaciones de British Petrolium y las añadió a un fondo inversionista de pensión privada o SIPP, mientras abogaba porque la Administración norteamericana de Barak Obama castigase al cíclope de la industria energética a causa del derrame frente a las costas del golfo de México. En el caso de los títulos de Mark & Spencer, la táctica se confirma: tras defender que los resultados de la empresa comercial inglesa por excelencia auguraban bonanza, Collins se deshizo de "un paquete de acciones substancial" para aprovechar el repunte en la cotización.
Thomson Reuters ha puesto sobre la mesa las cartas marcadas con palabras de sentido arrepentimiento. Sin embargo, varias fuentes, entre ellas las de los clientes mismos del servicio de Breakingviews, han corregido los números de la agencia; no son 32 las columnas que presentan problemas de ética periodística, sino 53, y se deberían imprimir de nuevo con sus notas públicas de responsabilidad.
Breakingviews sindica sus columnas, que "regularmenten anticipan movimientos de mercado y valores" desde 1999, con prensa general y especializada en inglés y otros cinco idiomas. El primer diario salmón español con el que estableció colaboración fue La Gaceta de los Negocios en 2002. El Grupo Prisa se añadió a su portafolio de usuarios en 2008.
CONEXIÓN LONDRES
Un año más tarde, en diciembre de 2009, Thomson Reuters adquirió Breakingviews a cambio de cerca de 15 millones de euros. Hoy, la decisión huele a quemado. No obstante, Thomson Reuters no ha filtrado molestia alguna tras haberse comprobado que la operación comportaba más riesgo del aparente: en efecto, de momento, el cable mantiene como editor jefe en Breakingviews a su fundador, Hugo Dixon, el que fuera director de la influyente columna Lex del periódico Financial Times.
Las coincidencias se multiplican en este sentido, cuando abrimos los curriculum vitae de los implicados: Collins fue editor durante más de dos décadas de la sección City en The Daily Telegraph, y ocupó el cargo de editor general anteriormente en el Daily Mirror. Margaret Doyle, por su parte, se especializó en banca inversora mientras trabajaba en The Daily Telegraph y The Economist. En cuanto a Neil Unmack, analista de los mercados crediticios y fondos de inversión de especulación, proviene del cuartel general de Bloomberg en City Gate House, entre Barbican Centre y el Banco de Inglaterra.
Al director ejecutivo de la FSA, Hector Sants, no se le ha escapado el nexo que trazan los protagonistas del último escándalo periodístico y ha tomado la iniciativa, para enojo de la prensa más poderosa de Londres. "Lo siento, pero no alcanzo a comprender cómo la FSA constriñe la libertad de prensa simplemente por recordar a periodistas y empleados del sector financiero que deben minimizar la ocasión para el abuso en los mercados", dice Sants.
No se dejen llevar por la ingenuidad que destilan sus discursos: Sants ha logrado lo inimaginable, unir a los editores de los diarios más influyentes e ideológicamente dispares de la capital británica en un frente común. Los hombres fuertes de The Guardian, The Times, The Daily Telegraph y Financial Times han rechazado al unísono las alertas de Sants.
La FSA pretende ahora que se graben las conversaciones entre periodistas y ejecutivos de banca y firmas financieras, y que los datos sensibles para la cotización de valores y títulos en bolsa nunca se transmitan a reporteros fuera de los canales extrictos de los departamentos de prensa oficiales. De acuerdo con datos del propio organism, hasta un tercio de los negocios en la City vienen precedidos por alteraciones agudas en el precio de participaciones: "A pesar de nuestro hincapié sobre cómo las cotizadas podríen aumentar sus controles internos, la frecuencia de las filtraciones no se reduce, lo que nos lleva a concluir", afirma el regulador, "que altos cargos en la gestión de empresas con presencia en los parqués son parte de una cultura de abuso en la que miembros del periodismo financiero incurren asíduamente".
THOMSON REUTERS, ENTRE UN PASADO SOSPECHOSO Y UN FUTURO ATERRADOR
Deborah Zabarenko, corresponsal de Thomson Reuters y delegada sindical del Gremio de Periodistas en la empresa, exclamaba a finales de abril: "¿Qué ha pasado en Reuters con el preciado principio de mantener nuestra objetividad en apariencia y en subtancia?". El jefe ejecutivo de Thomson Reuters, Tom Glocer, había publicado en un blog su apoyo a los directivos del banco inversionista Goldman Sachs, que se encontraba bajo investigación del comité del Congreso norteamericano.
El editorial de la revista de la plantilla de Reuters reflejó de inmediato lo ocurrido como un paso más en la degradación de la independencia informativa de la compañía. "[La nota de Glocer] sugiere a los reporteros y editores que cubren la historia de Goldman Sachs, que su jefe está del lado de Goldman... los límites entre las secciones de noticias y de opinión se han borrado en Thomson Reuters."
Hay más: a principios de este año, uno de los editores, Martin Howell, distribuía un memorandum con nuevas instrucciones. "Queremos informaciones exclusivas que produzcan movimientos notables en el precio de las acciones, queremos que estas historias se publiquen varios minutos antes de que lo haga la competencia, y noticias que descubran puntos de inversión con expectativas de beneficios importantes", se leía en el comunicado. No se trataba de consejos, sin embargo, sino de advertencias.
Alan Rusbridger, editor del progresista The Guardian, es tajante: "No soy del parecer de que se haya de regular a los periodistas financieros". No habrá que hacerlo si se confirma la última evolución de los cables de noticias de finanzas. Nos la presenta Richard Brown, gestor del departamento de sistemas lectores automáticos de noticias o "machine readable news" en Thomson Reuters, que asegura que "Newscope Analytics registra el tono o el sentimiento de los artículos. Un tono muy positivo o muy negativo sugeriría la impresión de que el precio de las acciones se mueve en una dirección determinada; nuestro sistema asiste y contribuye a predecir un aumento de la volatilidad".
El nuevo servicio se vende a actores de compra-venta de valores "de alta frecuencia", y rastrea los titulares con el fin de impulsar decisiones que aprovecharán con antelación las oscilaciones en parqués. ¿Agencias que publican noticias y ofrecen algoritmos para disparar la actividad en las bolsas según la tendencia que marcan... esas mismas noticias? Esto suena a burbuja informativa subprime.
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