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LA PANTALLA GLOBAL

Películas que pueden matar: los largometrajes malditos

EDUARDO GUILLOT. 05/12/2014 El escritor Jesús Palacios publica 'Hollywood maldito', un libro donde analiza algunos títulos de terror asociados a la desgracia
FOTO: ALEJANDRO ZAPICO.

VALENCIA. Cuando se habla de películas malditas, se tiende a pensar en proyectos imposibles, como la adaptación del Quijote en la que lleva años trabajando Terry Gilliam. También en films que, efectivamente, llegaron a realizarse, pero que por un motivo u otro, han acabado encerrados bajo llave en el cajón del olvido, como Cocksucker Blues (Robert Frank, 1972), que los Rolling Stones encargaron primero, y prohibieron después, descontentos con la imagen que daba del grupo.

Ahora, el escritor Jesús Palacios publica Hollywood maldito, un libro que aborda una categoría diferente. "Una película maldita puede ser una película desaparecida, de la que no existe ninguna copia, como es el caso de Londres después de medianoche, de Tod Browning, o una durante cuyo rodaje ocurren toda suerte de desgracias y no llega a terminarse, como el Dune de Alejandro Jodorowsky", explica.

"Pero en el libro he querido centrarme en títulos famosos por haber tenido problemas como accidentes, pérdidas personales, muertes o misterios, y que incluso después de su estreno han seguido provocando reacciones entre el público desde un punto de vista de impacto social. Además, que fueran de género fantaterrorífico, porque de esta manera se asociaba el contenido de la película con su resultado maléfico. Buscaba la unión entre la forma y el fondo, entre el argumento de las películas y la leyenda negra que las rodea". Entre las escogidas, Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, Friedrich W. Murnau, 1922), El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), La semilla del diablo (Rosemary's Baby, Roman Polanski, 1968) o Poltergeist (Tobe Hooper, 1982).

El origen del nuevo volumen de Palacios se remonta a un trabajo anterior: Satán en Hollywood, aparecido en 1997. "Siempre pensamos en la posibilidad de ampliarlo o hacer una segunda parte. A medida que han ido pasando los años, que han sido muchos, acariciamos la idea de reeditarlo, porque está prácticamente agotado, y así aprovechar para hacer una nueva edición revisada y ampliada, pero me daba un poco de pereza, porque significaba retomar los mismos personajes e historias. En cambio, en los apéndices o en capítulos aislados habían quedado apuntados varios temas colaterales de la historia del Hollywood más ocultista y paranormal. Uno de ellos era el de las películas malditas, con fama de causar tragedias a su alrededor".

HABERLAS, HAYLAS

El autor madrileño aborda cada título con profusión de datos sobre las circunstancias que han propiciado su conversión en películas malditas, adoptando siempre una posición ambigua al respecto de su legado siniestro. Leyendo el libro es fácil llegar a la misma conclusión que los gallegos: Las meigas no existen, pero haberlas, haylas. "Ese punto de vista no ha variado desde Satán en Hollywood. Siempre digo que soy el más escéptico de los crédulos o el más crédulo de los escépticos. Lo que me interesa no es tanto la posible veracidad de los fenómenos sobrenaturales como el hecho de que la creencia en que existan los fantamas sí produce fenómenos muy palpables en el mundo real que nos rodea. Las ideas, filosofías, enseñanzas y tradiciones ocultistas, herméticas o esotéricas producen efectos reales en la cultura, la sociedad y nuestro entorno".

La película que inaugura la lista de Palacios, y también una de las más atractivas de cuantas analiza el libro, es Nosferatu. Entre otras cosas, porque se trata de uno los pocos casos en la historia del cine en que un proyecto se asocia al esoterismo desde su concepción. "Es uno de los puntales sobre los que se fundamenta el libro y mi interés por la relación entre ocultismo y cine, porque es una película declaradamente ocultista, que incluso se publicitó así. Albin Grau, a través de una productora fundada para la ocasión con un nombre igualmente esotérico, Prana Films, jugó esa baza en los artículos y textos de promoción de la película, donde se esforzó en explicar que se trataba de la primera película ocultista, en la que participaban teóricos y estudiosos del tema como él mismo, pertenecientes a sociedades más o menos secretas de la época, como la Orden Hermética de la Aurora Dorada".

Además, la película establece el puente que llevaría la tradición ocultista desde la vieja Europa hasta la Meca del cine. "Es un caso fascinante, porque es la conexión entre los mundos de la filosofía oculta y del cine. Murnau y otros muchos de los artífices del cine fantástico mudo alemán que participaban de inquietudes esotéricas, se trasladaron a trabajar a Hollywood. La carrera de Murnau quedó truncada por una muerte accidental que parece parte de una maldición, pero otros, como Fritz Lang, Edgar G. Ulmer, Conrad Veidt o Peter Lorre, que habían estado relacionados en Alemania con los círculos esotéricos, fueron a Estados Unidos y sentaron las bases del cine negro y del ciclo de terror de la Universal, llevando consigo todas estas ideas y conocimientos".

No obstante, las películas que mejor asumen su condición maléfica son aquellas que se atreven con el Mal absoluto: El demonio. Jesús Palacios repasa la leyenda que envuelve dos títulos míticos como El exorcista y La semilla del diablo ofreciendo una cantidad de información que puede hacer tambalearse las convicciones del más escéptico. "El demonio actúa muy rápidamente como detonante en la mente del espectador, que de inmediato establece una relación", reconoce el autor.

"Tendemos a pensar que quien juega con fuego, se quema. En una película que habla de satanismo, posesión o exorcismo, se abordan creencias básicas que pensamos superadas, pero permanecen latentes de una forma u otra. Hay mucha gente que sigue teniendo fe religiosa y creyendo en la realidad del demonio y el mal como algo externo al ser humano, no como algo inherente a nuestro lado oscuro. Eso permite establecer relaciones entre el malditismo de la película y su argumento".

En lo que respecta al género fantástico, el libro se detiene en dos casos inquietantes. Por un lado, el de Superman, que no alcanza únicamente a la famosa película de Richard Donner protagonizada por Christopher Reeve (quien, como se sabe, acabaría en una silla de ruedas), sino a todas las traslaciones del cómic a la pantalla. Por otro lado, El cuervo (The Crow, Alex Proyas, 1994), en cuyo rodaje murió Brandon Lee, años después de que su padre, Bruce Lee, lo hiciera también en extrañas circunstancias.

"Quería resaltar que, a veces, la maldición también se produce cuando manejamos arquetipos que, aunque positivos, se sitúan por encima de la naturaleza humana y sus capacidades. Tan peligroso es jugar con el demonio como intentar ser dioses. Los personajes como los superhéroes no dejan de representar una ínfula prometeica, al pretender que el ser humano es capaz de volar o vencer al tiempo. Me interesaba conectar esa idea de que las tragedias que han rodeado al personaje de Superman al ser llevado a la pantalla a lo largo de los años, pueden relacionarse con los elementos del arquetipo mítico según el cual quien intenta erigirse en figura mesiánica arrastra también la condenación divina".

NUEVOS TIEMPOS

En las conclusiones finales, Palacios deja entrever cierta nostalgia, como si las películas en las que se centra el libro y sus circunstancias de rodaje fueran cosa del pasado."Más que nostalgia, hablaría de una visión crepuscular de los mitos de nuestra infancia, de cierto desencanto", corrige.

"Por citar una frase programática marxista, creo que el exceso es excremento, y el exceso de capacidad de simulación de lo fantástico y lo mítico que facilita la industria del cine actual está afectando a la capacidad de nuestra imaginación para disfrutar. Siempre se ha hablado del cine como una máquina de sueños, porque es capaz de generar una interacción entre el espectador y la película. Sin embargo, creo que cada vez se está limitando más la intervención de la imaginación del espectador. Se le da todo hecho".

Por eso hoy en día sería imposible plantearse una película desde una perspectiva ocultista, como lo fue Nosferatu. "De alguna manera, los cineastas que han querido seguir ese ejemplo de utilizar el cine como una construcción mágica o que seriamente trabaje los materiales cinematográficos desde un punto de vista, podríamos decir, alquímico, pasó rápidamente al mundo del cine experimental e independiente: Kenneth Anger (Lucifer Rising, 1972), Maya Deren, Harry Smith... En el mundo actual el cine es un objeto de consumo puro y duro, donde se busca el éxito inmediato, y el elemento esotérico se ha convertido en un reclamo comercial más, como ocurre en El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999). Películas que han intentado aproximarse al tema de forma digna, como The Lords of Salem (Rob Zombie, 2012), son malinterpretadas por el público, que solo busca que funcione como elemento de diversión".

De algún modo, toda película conlleva una maldición para con aquellos que forman parte de ella, al convertirlos en fasntasmas para toda la eternidad. El cine se erige así como el arte ocultista por excelencia, al sobrevivir a todos aquellos con los que se relaciona. La auténtica herramienta del demonio.

"En sí mismo, el cine es diabólico y mágico. Pero no en el sentido en que Jose Luis Garci puede hablar de la magia del cine. El cine es nigromancia. Nigro, muerte, porque es una máquina capaz de congelar en el tiempo, que hechiza a la gente que participa en ella. En el mismo momento en que se cierra un contrato se pacta con el diablo, porque el firmante va a pasar a mejor vida, pero una parte de él, su imagen, va a seguir viva, trabajando gratis, generando beneficios. Es algo que queda muy bien reflejado en la película El congreso (The Congress, Ari Folman, 2013), basada en una obra de Stanislaw Lem. Es una parábola fáustica contemporánea donde una actriz vende su imagen a una productora. Es algo que ocurre desde el principio mismo del cine. Hasta el anónimo obrero de la fábrica filmado por los hermanos Lumière sigue ahí cien años después de muerto, y eso tiene un lado siniestro y fascinante que es la auténtica magia del cine".

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