VALENCIA. Hay mucho de ella en la película. Es habitual que así sea en los casos de un primer largometraje porque Un suave olor a canela es la primera película de Giovanna Ribes, es su opera prima, sí, pero ella no es precisamente una debutante. Tiene a sus espaldas una amplia experiencia audiovisual que abarca desde documentales (Todas íbamos a ser reinas, 1996; El sueño temerario, 2005; La simfonia de les grúes, 2006), telefilmes (La Torre de Babel, 2007) a cortometrajes (Solitud, 2003), además de colaborar con producciones como El amor no es lo que era (Gabi Ochoa, 2013).
Un suave olor a canela estará desde este viernes en una decena de cines de toda España. A pesar de su experiencia, Ribes admite estar "emocionada" ante el inminente estreno comercial de un largometraje que está inspirado en su marido, quien falleció el año pasado. La película ya se ha podido ver en Valencia, se exhibió en Cinema Jove, pero el hecho de entrar en la cartelera convencional constituye todo un paso. Es el salto. El más complicado. En Valencia se podrá contemplar en los cines Yelmo. La idea de la distribuidora es ir creciendo, de manera progresiva, hasta finalmente haberla exhibido por todo el país.
Antes de llegar a las carteleras Un suave olor a canela ha tenido una vida muy fructífera por festivales de todo el mundo. Ha competido en 19 certámenes, desde El Cairo hasta la India, en donde ha repetido en dos ocasiones. "Fíjate, es curioso pero yo creía que era una película más para el norte de Europa", comenta Ribes. Ha sido tan bien recibida en el Magreb como en Asia, Bruselas o Estados Unidos. Su historia es pues universal. Las críticas positivas se acumulan como buenos recuerdos, con elogios de personalidades tan distintas como la escritora valenciana Carmen Alborch o el historiador egipcio Ahmed El Hadary.
El largometraje es una producción de Tarannà Films, TV ON y GVP realizada con la colaboración del ICAA, IVAC, RTVV y Estudios Ciudad de la Luz. Está protagonizado por Mireia Pérez, quien interpreta a Valia, una joven creadora de espacios visuales acostumbrada a observar a los demás. "Vive casi como autista, alejada de la realidad", dice Ribes del personaje. Valia conoce a Guido, propietario de un restaurante italiano, interpretado por Paulo Pires. Es su antítesis, adaptado a la vida y consciente de su dimensión social, "más apegado a la tierra". La vida de Valia cambia cuando se descubre un pequeño bulto en el pecho y le diagnostican un cáncer de mama. "Guido le ayudará a Valia a integrarse en la realidad", explica la directora. Junto a Pérez y Pires, actores como Rosanna Pastor, Lola Moltó o Sergio Villanueva.
Ribes es consciente de que no ha hecho una película fácil, cómoda, sino personal, con aspiraciones poéticas, que obliga al espectador a dejarse llevar, a sentir, a empatizar con los personajes. Un suave olor a canela no es un producto al uso sino forma parte de ese tipo de cine que "como algunos libros o poemas, lo que cuentas lo sacas de lo más profundo", dice su directora. Su intención, "comunicar con el espectador", transmitir una reflexión sobre la vida y, sobre todo, sobre el paso del tiempo.
Aunque se describe como perfeccionista ("siempre me pregunto 50.000 veces las cosas, si he hecho bien o no"), dice estar satisfecha con el resultado. "En el sentido técnico estoy contenta", asegura. Sobre el contenido prefiere dejar pasar el tiempo para juzgarse a sí misma. "Sólo con la distancia lo puedes ver", explica. Han sido cinco años de proyecto. Y eso que, como ella misma admite, su película ha tenido "una vida fácil". Desde que recibió la primera ayuda a la creación de guión, el film ha ido ganando adhesiones hasta que ha podido dar ese salto definitivo que es estar en los cines comerciales. Ahora serán los espectadores los que tengan la última palabra.
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