VALENCIA (CP). Tiene un presupuesto de 1,5 millones de euros. Es un film modesto, pero no por ello deja de ser ambicioso. Dioses y perros, que se estrena este viernes, es una película que aspira a abrirse un hueco en la cartelera en un año en el que el cine español, pese al IVA del 21%, pese a la reducción de ayudas, se ha mostrado más combativo que nunca.
Por si fuera poco, es una producción valenciana, de la empresa Nadie es Perfecto, y está dirigida por dos valencianos, David Marqués (si bien afincado en Mallorca la mayor parte de su vida) y Rafa Montesinos, uno de los cineastas más prometedores de la Comunidad Valenciana. Fue Montesinos quien inició el proyecto si bien Marqués lo ha hecho suyo.
Producido por Kiko Martínez, este filme, lleno de historias y relaciones contradictorias, trata un drama social desde distintos puntos de vista, mezclado así la comedia y el drama; la acción y el costumbrismo; y la esperanza y la desesperación.
El actor Hugo Silva da vida a Pasca, un exboxeador de cuarenta años, que trabaja de sparring, encajando golpes. Pasca abandonó el ring el mismo día en que la fatalidad hizo que estrellara el coche que conducía ocasionando la muerte de sus padres y la invalidez de su hermano Toni, encarnado por Elio González, al que cuida. Envuelto en esa crisis personal y profesional, Pasca vuelve a sonreír con la llegada al barrio una joven profesora, Adela, que interpreta Megan Montaner. Junto a ellos, en el reparto, un notable equipo de actores entre los que sobresale el valenciano Quique Arce en una transformación más que encomiable que demuestra cuán camaleónico puede ser.
Barrios populares de Madrid son el escenario de esta película, en la que se pueden percibir ecos de filmes de éxito como Gladiator, la película de 1992 de Rowdy Herrington protagonizada por James Marshall (recién salido de Twin Peaks), Cuba Gooding, Jr. y Brian Dennehy, o clásicos como la primera película de Walter Hill, El luchador (1975), films en los que el boxeo se convierte en una metáfora.
Valencia y Madrid han sido las localizaciones de este filme, especialmente la capital de España, que ha convertido barrios como Carabanchel, Vallecas y el Cerro de Tío Pío en fugaces platós cinematográficos. La película, cuyo rodaje concluyó el 4 de octubre de 2013, ha participado en el Festival de Cine de Málaga y es una de las producciones valencianas que ven la luz en el primer año sin RTVV, junto a El amor no es lo que era, de Gabi Ochoa, y El quinto jinete de Rosanna Pastor y Enrique Viciano.
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