VALENCIA. Los muy liberales suelen decir que lo único que le piden a los gobiernos es que no estorben. Aunque en el PP presumen de liberales -ahí está la Thatcher de Castellón coordinando a los populares valencianos- hay alguna parte de ese discurso que el presidente Alberto Fabra no debe entender.
Vayamos por partes. El pasado 7 de julio, en un acto inédito, todas las organizaciones empresariales de la Comunitat Valenciana se presentaron ante la sociedad para mostrar su hartazgo con el que calificaron como menosprecio del Gobierno central con los valencianos. En una multitudinaria rueda de prensa exigieron que se aumentara el presupuesto de inversiones del Estado para la Comunitat Valenciana -que no pasaba del 6,3% del total pese a ser el 10% de la población o algo más del 9% del PIB- y anunciaron que iban a pedir una reunión con la ministra de Fomento, Ana Pastor, para trasladarle la lista de obras que creían imprescindibles.
Era un puenteo en toda regla a la Generalitat Valenciana, cuya capacidad de reivindicación e influencia en Madrid es nula. Alguien en Presidencia debió pensar que eso estaba mal y que tenían que reconducir la revuelta patronal, tradicional aliado de los populares valencianos. Y los convocaron a todos horas más tarde para venderles... una moto.
Fabra lió a los empresarios prometiéndoles una reunión no con Pastor sino con el mismísimo Cristóbal Montoro, el señor del dinero. Salió de aquella reunión la consellera portavoz María José Catalá asegurando que la reunión se produciría en cuestión de días y que tenían la confirmación del ministro.
Pero los días pasaron y pasaron y no llegó la reunión. Y llegó agosto y, es un suponer, la telefonista con la que habló ¿Esther Pastor quizá? se fue de vacaciones y de aquella presunta promesa de Montoro ya nunca se supo.
En realidad lo que ocurrió es que Montoro dijo no. Y Fabra ya no pudo arreglar su empastre. Los empresarios se quedaron sin su reunión con Pastor -que parece que se sintió dolida de ser segundo plato- y sin el responsable de Hacienda. La lista de peticiones que tenían para la ministra se quedó en la sede de la CEV, en la plaza Conde de Carlet de Valencia, sin nadie que la leyera.
El viernes pasado, en la rueda de prensa del Consell un periodista (bueno, fui yo) le preguntó a María José Catalá de quién sería la responsabilidad en el caso de que el Ministerio de Fomento no atendiera a la petición de inversiones de los patronos valencianos. Si de Fabra por liarla, si de Isabel Thatcher Bonig porque, presuntamente, había estado negociando todo el verano con Pastor en calidad de consellera (¡sí, es consellera!), si de todos a una como Fuenteovejuna... "Son los presupuestos del Estado...", dijo Catalá. Es decir, que la culpa es de Montoro.
Es posible que sí, que el ministro nos tenga manía. Pero de cara a próximas ocasiones habrá que pedirle a Fabra que, a ser posible, no estorbe cuando alguien intente solventar los problemas que él no puede.
Ja ja ja ja.... "....la telefonista con la que habló ¿Esther Pastor quizá?....".... Muy bueno Ximo Clemente.
Se echa de menos un Berlanga para retratar todo esto y, al menos, poder echar unas risas...
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