Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Economía incumple con Unión Gremial el criterio que aplicó para excluir a Anged del Observatorio
• El 'problema valenciano' se cuela en Madrid
• A quién le sube y a quién le baja los impuestos Joan Ribó

VALENCIA. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha dado carpetazo a otra semana complicada al frente del Gobierno valenciano que, a buen seguro, no será la última en los ocho meses que restan para las elecciones autonómicas de 2015. El Debate de Política General, las tensiones con el Ministerio de Hacienda, la incertidumbre sobre su candidatura, el escándalo de Feria Valencia, el avance judicial del caso Gürtel... Todo apunta a que el líder del PPCV acabará la legislatura como la empezó: expiando los pecados que otros perpetraron y pagando muy caros los que él ha cometido.

Su discurso en Les Corts en el Debate de Política General evidenció el permanente estado de huida hacia delante del presidente. Millonarias propuestas justificadas solo con la fe que fueron respaldadas con aplausos de cartón desde su bancada. A día de hoy, si el PPCV no está totalmente desahuciado en las urnas es porque el principal partido de la oposición, el PSPV-PSOE, sigue sin encontrar una fórmula para la recuperación frente a otras fuerzas de la izquierda.

RAZONES PARA LA DESAZÓN: UN PROBLEMA DE DINERO Y DE CONFIANZA

· Debate de Política General. La última cita en Les Corts de estas características de la legislatura puso de manifiesto que el jefe del Consell y su equipo poseen pocas soluciones que se sitúen en los márgenes de la realidad. Prometer, por ejemplo, un Plan de Empleo dotado de 800 millones de euros para ocupar a 200.000 personas en los próximos años es, además de electoralista, muy difícil de creer para un Ejecutivo con las arcas vacías e incapaz de cumplir el déficit. En cuanto a la estrategia del presidente de no responder a la oposición individualmente sino en bloque, un hecho nada habitual, dejó la sensación de que Fabra no termina de encontrarse cómodo en este tipo de examen parlamentario.

· La soledad del presidente.  La falta de confianza en el líder se manifiesta en cualquier corrillo de dirigentes 'populares' o diputados en el que se hable con cierta libertad, salvo en los parlamentarios con vínculos personales o que juegan sus bazas para repetir. Miembros de su propia bancada mostraron en privado su escepticismo -también lo hicieron líderes patronales- a muchas partes del discurso del presidente. El PPCV ya no es un bloque compacto que ejerce de escudo de su líder pase lo que pase y en el Debate de Política General, se percibía. 

· Incógnita sobre los Presupuestos Generales del Estado. Este martes se entregarán en el Congreso de los Diputados las cuentas para 2015, cuyo anteproyecto de ley se presentó este viernes en el Consejo de Ministros. Las inversiones en la Comunitat por parte del Estado se han desplomado en los últimos años, un motivo de protesta por parte de la patronal valenciana, del Consell y de la oposición. Llama la atención que la portavoz del Ejecutivo de Fabra, María José Catalá, no quisiera posicionarse este viernes acerca de las partidas que recibiría la Comunitat y, ante la insistencia de los medios, pusiera la venda antes de la herida al señalar que el Consell no esperaba "grandes inversiones". Desde el departamento de Hacienda del Gobierno valenciano tampoco pudieron -o quisieron- aclarar cuáles eran las expectativas de cara a estas cuentas. Si los números no son buenos, la posición de Fabra quedará extremadamente debilitada.

· Sin fecha con Montoro. Otro de los traspiés del presidente que ha socavado su credibilidad es el fracaso en la prometida cita para julio entre los empresarios valencianos y el ministro de Hacienda. El encuentro, cuya principal razón de ser era arrancar algún compromiso de cara a los presupuestos, no se ha producido. El Gobierno valenciano insiste en que desde las consellerias se ha estado en permanente contacto con el ministerio para trasladar las propuestas y reivindicaciones correspondientes. Si tras el plantón de Montoro, no hay una respuesta en inversiones de cierta relevancia, la desconfianza sobre el presidente por parte de los empresarios será prácticamente irrecuperable.

· El impuesto a la banca y la paga extra. El ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, es una auténtica pesadilla para el Consell. Esta misma semana se han acumulado dos desaires más a la larga lista que acumula el responsable de las finanzas del Estado con una comunidad que se considera tóxica por su déficit irreductible y sus impagos recurrentes. El primero llegó el jueves, cuando Montoro anunció que devolverá a los funcionarios una cuarta parte de la paga extra de Navidad de 2012 que se dejó de abonar por la crisis. En unas confusas declaraciones el ministro vino a decir que pondrá dinero para que las autonomías también la devuelvan a sus trabajadores públicos pero introdujo una poco velada intencionalidad en sus palabras al decir que será el Estado quien pague y no la Generalitat, en este caso, porque no tiene dinero para hacerlo.

El segundo desaire llegó al día siguiente, con el anuncio de que el Estado recurrirá el impuesto a los depósitos bancarios de la Generalitat por considerar que el Consell se ha extralimitado en sus funciones al imponer una tasa que el propio Gobierno ha implantado. Lo cierto es que la Generalitat tomó la decisión antes que el Gobierno y acuciado por la falta de ingresos. Amparado en una sentencia que permite a las autonomías aplicar este impuesto, Moragues lo hizo. Pero Montoro no traga y quiere tumbar ese impuesto autonómico. En la Conselleria de Hacienda consideran que el ministro ni come ni deja comer. Es decir, ni cambia el sistema de financiación ni permite que la Generalitat recaude más. 

· Feria Valencia como ejemplo de todas las cosas. La publicación por ValenciaPlaza.com del informe de la Intervención General sobre Feria Valencia ha puesto ha vuelto a poner sobre la mesa de la Generalitat el grave problema de endeudamiento en el que incurrieron las empresas públicas -o derivados, como es el caso- sin que existiera ningún tipo de control. Ya no se trata de las irregularidades que supuestamente se cometieron durante las obras de ampliación del recinto y de los sobrecostes injustificados que conllevaron. El aval de la Generalitat a la institución, sin ningún tipo de estudio de viabilidad, es un ejemplo de cómo se hicieron las cosas durante años en el Consell. Las consecuencias son unos compromisos de pago multimillonarios de los que la Generalitat no podrá escapar y a cambio de los cuales no recibirá nada.  

Noticias relacionadas

• Montoro y Moragues se enzarzan en una guerra de pleitos por el impuesto a la banca