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éxito en su primera cita

FuckUp Night Valencia: el día en el que los emprendedores dejaron de fingir que todo es perfecto

ESTEFANÍA PASTOR. 12/09/2014 Es hora de reconocer fracasos, metidas de pata y productos que no cuajan. "Creamos una aplicación para cada Falla de la sección especial: tuvimos 10 descargas en todas las fiestas y 5 eran mías", admite uno de los participantes

VALENCIA. "Emprender es muy cool, ahora es tengo piso de alquiler, un coche y una startup, pero se trata de una empresa y es vivir una realidad económica". Esta es la reflexión de Alfonso Zumárraga, CEO de WannaChef, y uno de los ponentes del primer FuckUp Night Valencia, un evento con cita mensual en Las Naves que pretende sacar a la luz todos esos errores emprendedores que llevamos guardados y que a algunos les da tanto apuro contar.

Fallar es aprender y contarlo es advertir a otros de los errores que pueden evitar y aunque en esta nueva economía emprendedora estamos muy acostumbrados a dar las buenas noticias no lo estamos tanto a dar las malas, pero lo cierto es que se fracasa más que se acierta y lo normal es caer unas cuantas veces antes de encontrar el éxito.

FuckUp Night es un evento que nació en México hace dos años y se originó con cinco emprendedores que, comentando sus errores y fracasos, se dieron cuenta de que todos habían cerrado empresas. '¿Y por qué no lo decimos?'. "Quisieron hacer un evento en el que todo el mundo se reuniera para escuchar fracasos y que fueran inspiración para otros", explicaba este jueves Alin Sujey, CEO de Yoututor, quien se reía mientras le fallaba el paso de diapositivas. FuckUp, así es la vida. Ahora esta iniciativa se realiza en 45 ciudades y 14 países.

Alfonso Zumárraga explicaba como el fracaso le acompaña desde pequeño. Apuntaba a que su primera caída llegó al ser sorprendido por los ordenadores e Internet y decidir estudiar informática. "Cuando me vi en la carrera me di cuenta de que no sabía programar y quise dejarlo, la familia y mis amigos me apoyaron pero fue un fracaso", apuntaba. "Decidí obligarme a que funcionase y estudié economía y derecho en la Universidad de Navarra".

Aseguraba que sus compañeros de clase eran brillantes, pero no tenían la ilusión de emprender. "La gente tenía miedo porque la sociedad española decía que no podías montar una empresa hasta que no pasaras por muchas para tener experiencia y que era mejor hacer unas oposiciones y tener un trabajo para toda la vida", destacaba. Acabó en un importante despacho de abogados pero no creía en la empresa ni quería ser como lo socios. "¿Hacia dónde va mi vida?", se preguntaba.

Decidió reordenar sus ideas y ver donde estaba su esencia personal. "Hice fuerza, corté con lo anterior y decidí montar una aceledora de statups, un término que hace dos años aquí sonaba a chino", explicaba. "En Valencia había una aceleradora y nuestra propuesta de valor era ser diferentes, que fuera fundada por gente estaba emprendiendo". Destacó la creación de un modelo que fue hacia delante, en el que puso todos sus recursos pero al final la visión inicial que habían tenido los dos socios cambió y decidió salir de allí.

"La empresa ya no estaba en manos de los fundadores, no había inversores profesionales sino amigos y se mezcló tanto que tuve que dar en adopción a mi 'hijo' y fue muy duro", lamentaba. "Te enfrentas a consejos de administración y tuve que salir con mucho dolor". Además, puso énfasis en el tener que lidiar con los inversores. "Tienes que saber no darles la propiedad de la idea, porque sino no te queda nada", apuntaba. "No estás ahí por dinero sino por tu ilusión y no se la puedes vender a un precio barato". Su conclusión: antes de montar una startup la idea tiene que estar muy validada y no tiene por que ser brillante, sino que dé dinero, ya que si no "estarás en una posición inferior respecto al inversor".

"Crea un buen equipo, piensa en los empleados, en los inversores, en la vida de la empresa y si ves que puedes hacerlo todo emprende", insistía Zumárraga. "La experiencia es un grado y cuanto más veces lo hayas intentado más cerca estarás de esa buena idea". Por eso destacó la necesidad de hablar con gente del sector que pueda orientar por donde debe de ir.

Además, tiene una opinión peculiar sobre la inversión. "Buscar financiación es ser el más tonto del patio por tener que llamar a tantas puertas", apuntaba. De hecho, insistía que si todos los emprendedores pasan por los mismos business angels acabas perdiendo el tiempo. "Hay que buscar a alguien que aunque no esté acostumbrado a invertir le guste y le apasione tu idea".

 Alfonso Zumárraga

"NO SE PUEDE UNO METER A LA PRIMERA DE CAMBIO, HAY QUE CONOCERLO"

Fernando Marzal, CEO de Mobincube, destacó sus numerosos fracasos en sus 20 años como emprendedor. Para ilustrarlos escogió dos que no salieron bien pero le hicieron desarrollarse personalmente. Uno de sus primeros proyectos comenzó en el año 2001, en pleno auge de la Campus Party. "Yo veía ordenadores con luces y refrigeración y pensé que el futuro era que la gente iba a tener carcasas ligeras o comprarse la última fuente de alimentación del mercado", explicaba.

Como era informático montó un ecommerce y empezó a buscar distribuidores. "No sabía lo que era el stock y claro, si vendía un cable por un euro, en Francia valía 0,5 euros pero los gastos de envío me costaban 30 y tenía que comprar muchos para que salieran a buen precio". De hecho, apuntaba a que desconocía qué iban a querer los clientes que le llamaban para perdirle determinados modelos y como no sabía tardaba tres días en contestar la información. "Un fuck up en toda regla".

"No se puede uno meter a la primera de cambio a hacer un negocio porque hay que conocerlo, los costes que implica, el tener en material y hay que desarrollar un business plan por pequeño que sea", destacaba. "Los ordenadores los teníamos en el armario del ropero y si compraba más me quedaba sin espacio", bromeaba. "Cuando vayáis a crear una empresa hacedlo despacio y no tengáis el pronto que tengo yo".

"Se aprende mucho de los fracasos pero si los puedes evitar mejor", apuntaba. Otra de sus meteduras de pata fue en 2005, cuando aún no había salido ni iPhone ni Android. "Ibamos con Nokias de color y poco más y se me ocurrió hacer 'las fallas en tu móvil'", explicaba. Por eso decidieron montar un campaña en la que dieran servicios para la gente que quisiera disfrutar las fallas. "Lo montamos y nos llamó Canal 9, teníamos mucha ilusión y pensábamos que lo iba a usar todo el mundo". Diseñaron guías interactivas para las fallas de sección especial que los visitantes tenían que descargar y pagaron por hacerlo, pero la gente no sabía que era y conectarse a Internet era caro.

"Desarrollamos una aplicación para cada falla con todos los ninots. Tuvimos diez descargas en todas las fallas y cinco eran mías", bromeaba. Y es que reconoce que no había mercado para las aplicaciones y sin embargo sí que había para los tonos de móvil, algo que desarrollaron de forma secundaria. "Nosotros lo hicimos como complemento pero teníamos que haber visto qué estaba demandando el mercado y apostar por los tonos", apuntaba. "Pero esto lo hicimos en pequeñito y fuck up en toda regla".

También hiceron un juego de la ofrenda pero en aquel momento nadie descargaba juegos. "Cuando vayáis a emprender un proyecto analizad el mercado y no penséis en ser los primeros. Es mejor empezar con algo que tenga demanda en vez de hacer algo totalmente diferente e innovador porque igual no lo quiere nadie", apuntaba.

"ES UN ERROR EMPRENDER EN ALGO QUE NO TE GUSTA"

Alin Sujey, CEO de Yoututor, también explicó como empezó con un proyecto en el que vendía junto a su hermana coronas de flores y las distribuían. Eran las únicas del mercado que lo hacía pero lo cierto es que no es un complemento que la gente se ponga todos los días. "Teníamos mucho patrocinio, nos llamaban de revistas para pedirnos fotografías de los accesorios pero no lo usaba nadie", explicaba. Y al final optaron por dejarlo.

Luego se puso en marcha con una aplicación que permitía tener tu ticket en una aplicación en vez de físicamente. "La gente nos decía que era un buen proyecto pero no nos gustaba, es un error emprender en algo que no te gusta", destacaba Sujey. "No estaba enamorada del proyecto y nadie le metía ganas". Después se unió con un amigo fotógrafo le dijo de montar una agencia de publicidad y le gustó. "El objetivo era ir a restaurantes y hacer fotografías de productos y menús ", apuntaba.

"Teníamos un precio accesible, a la gente le gustaba, pero finalmente nunca lo contrataban porque era un mercado que aún no existía y al que aún no le daban valor". Luego pasó a administrar un espacio de coworking con un amigo, lo llenó de gente pero ella vino a España y su socio le dijo que estaba muerto. "Si depende de una sola persona es que no fue un buen proyecto", destacaba. Finalmente ha llegado a su proyecto actual, una fundación para busca que los jóvenes universitarios se conviertan en maestros de emprendimiento para los niños.

Sin embargo ella no sabía de educación por lo que finalmente dio con un maestro al que le gustó su proyecto. "En algunas ocasiones tienes que tener contactos para avanzar", explicaba.

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1 comentario

FuckUp escribió
12/09/2014 09:38

Ninguno ha comentado que es de gran ayuda pagar una miseria a sus programadores? Queda todo supercool, pero de puertas para adentro alguno de los nombrados en el artículo se dedica a pagar miserias (cuando pagan) Emprendedores? Explotadores egoistas.... Cultura USA? Allí al menos dan participaciones. Vergonzoso el panorama de la pequeña empresa en Valencia.

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