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VALENCIA. Marcus Burke miró los bocetos de papel y después asintió. "Sí, entiendo que haya gente que le gusten más que sus pinturas. Sus dibujos son obras más modernas". Burke es el conservador senior de la Hispanic Society of America de Nueva York. El especialista estadounidense visitó este miércoles Valencia para conocer con detalle cómo va la restauración de 32 bocetos que Joaquín Sorolla realizó como prueba para Visión de España, la gran obra encargo de la Hispanic Society.

Esta entidad ha dejado los 32 bocetos en el Instituto Valenciano de Restauración para que sean restaurados y después sean expuestos. Todavía no hay fecha para la gran muestra que se celebrará posiblemente diciembre, pero sí hay ya emplazamiento: la Fundación Bancaja. Tampoco hay comisario pero se ha hablado con especialistas, según confirmaron tanto la consellera de Cultura, María José Català, como la subdirectora del Ivacor, Carmen Pérez.

Realmente, lo que hay es sobre todo una oportunidad: la de conocer al Sorolla más auténtico, al real, al íntimo, al que pintaba para sí. Porque eso es lo que muestran los 32 bocetos en los que está trabajando un equipo multidisciplinar del instituto, liderado por Gemma Contreras: Cómo Sorolla veía España antes de pintarla. ¿Y qué se percibe? Al artista que subyacía tras el pintor, al creador que permanecía eclipsado por el artesano, al talento que ocultaba el oficio.

Los bocetos son especiales, diferentes, trazados con una mano ágil. Contemplándolos, se puede intuir que hay una apasionante historia sin contar que es cómo el pintor valenciano realizó Visión de España. "Conocimos a dos personas que le habían servido de modelos en Guipuzkoa y nos contaban cómo él, muy amable, les cambió de ubicación cuando descubrió que le gustaba más otra perspectiva", relataba este miércoles Burke. "Y les tuvo allí tres días, invitándoles a sidra; tanta que la gente al final se emborrachaba".

Sorolla viajó por todo el país durante la ejecución de esta Visión de España. De hecho le gustaba de pintar in situ, recordaba el especialista estadounidense. Así, el cuadro dedicado a Galicia lo pintó en Villagarcía de Arosa, mientras que los de Navarra y Aragón los pintó en Jaca, por citar unos ejemplos. En Andalucía, en Sevilla, "trabajó como un demonio". Allí donde iba pintaba. Aprovechaba cualquier momento para dibujar, para esbozar.

Burke incluso ha identificado dónde realizó el pintor valenciano algunos de estos bocetos por los paisajes que se vislumbran en ellos. "Éste le hizo en Berruguete", explicaba señalando uno en concreto, "donde tenía una nave para pintar. Esto debían ser unos gitanos, o unos feriantes... Debió salir a la calle para pintarlos. Esto es la Casa de Campo. Lo que no sabemos es qué significa esta balaustrada de aquí delante", añadía.

Restauradores de papel y pintura, físicos, químicos e historiadores, llevan trabajando año y medio en estos 32 bocetos, consolidándolos para que pueden ser expuestos. El trabajo de restauración y conservación fue elogiado por el propio Burke, quien aseguró que al entrar al instituto se había sentido "como un niño entrando en el salón el día de Reyes".

Su satisfacción por el resultado de la restauración es tal que el conservador llegó a decir que el Ivacor no tiene "parangón" ni en España ni en muchas zonas del mundo. E igualmente adelantó que la Hispanic Society enviará más obras a Valencia porque la institución neoyorquina no tiene restauradores de papel y las empresas externas tienen presupuestos similares a los de "la Nasa o departamentos militares".

De hecho recordó que la Hispanic atesora un millón de objetos de gran valor, de los cuales 6.800 son dibujos. Asimismo es muy relevante su colección de libros que incluye una primera edición del Tirant Lo Blanc o una primera edición también de La Celestina. "Preservar los fondos es nuestra responsabilidad", recordó. Y en esa tarea dice haber encontrado al socio perfecto en el Ivacor.