XÀBIA. Corría 1886, y Joaquín Sorolla era un joven pintor apenas conocido por algunas obras de temática histórica, que venía de conocer Roma y París y de fracasar en el arte religioso. Casi por accidente, recala en Xàbia, por aquél entonces un pequeño pueblo agrícola y pesquero de apenas 2000 habitantes que vive de la producción de pasa.
En las cartas a su mujer, Sorolla destaca la luz mediterránea y la grandeza del paisaje en un entorno humano que parecía haber parado su reloj en el siglo XVII, un mundo que vivía ferozmente apegado a sus tradiciones y parecía ajeno a la modernidad. El cultivo y comercio de la pasa, que a finales del siglo XIX parecía en crisis terminal a causa de la filoxera y la competencia exterior, resistiría aún en Xàbia hasta principios de los 70 del siglo XX.
Sorolla aún volvería en cuatro ocasiones a Xàbia a lo largo de su vida; pero los cuadros de costumbres agrícolas y sus retratos del mar Mediterráneo entre el Cap de Sant Antoni y el Cap Prim -que fijan los límites de la bahía- tuvo que pintarlos desde la distancia. El urbanita que había elogiado la síntesis entre entorno tradicional y conservadurismo cesó de forma radical su relación con la Marina Alta en 1905: la relación extramarital con una criada local le valió recibir un tiro por parte de su prometido, un carabinero, tras lo cuál nunca regresó a Xàbia. En pocas décadas y cuatro veranos, Sorolla había inventado Xàbia como destino y prefigurado su modelo turístico: el visitante, entre su discurso conservador y su práctica hedonista; el autóctono, entre la simbiosis pragmática y la hostilidad declarada.
La toponimia de Xàbia, refleja en dos de sus famosas calas algunas de las historias de aquellos primeros residentes, casi accidentales. En 1920, mientras Sorolla sufría la hemiplejía que acabaría con su carrera artística, un joven francosuizo llamado André Lambert, arquitecto de formación, cambiaba su vida de bohemio en París por una casa en el Portitxol, a 6 km del núcleo urbano de Xàbia, donde su familia ha vivido desde entonces. Algunos de sus amigos, intelectuales y cuadros administrativos del París de los años 20, siguieron su ejemplo y construyeron en Xàbia sus segundas residencias, los primeros chalets.
De Lambert conservan sus cuadros, bocetos, planos y textos sobre la vida de Xàbia y su patrimonio; puesto que era francófono y ya costaba bastante diferenciar, la cala debajo de su casa donde solía tomar el baño se llama simplemente Cala del Francès. El segundo es, si cabe, aún más curioso: un sacerdote ortodoxo ruso de nombre olvidado, al que los autóctonos conocían simplemente como el Pope, vivía en el puerto de Xàbia huyendo de los bolcheviques. La pequeña cala donde tomaba el baño, incluso en invierno, se conoció desde entonces como Cala del Pope, se encuentra hoy desaparecida, engullida por las corrientes.
El enigmático Pope murió en 1965; André Lambert en 1967. El mismo 1967 el Ministerio de Información y Turismo de Fraga Iribarne, inmerso en la fiebre desarrollista, inauguraba el Parador Nacional de Turismo de Xàbia, dando el pistoletazo de salida al turismo de masas. El lugar elegido no era casual: el edificio, construido sobre un pantano desecado en uno de los extremos de la playa del Arenal, es vecino inmediato del chalet de Mariano Navarro Rubio, entonces ya exministro y gobernador del Banco de España. En 1959, Navarro Rubio había comprado al Ayuntamiento el terreno de la Punta de l'Arenal dónde era notorio que había un yacimiento arqueológico, una piscifactoría de época romana, por 10.000 pesetas. En 1961, Franco fondeó el Azor en la bahía de Xàbia y visitó a su ministro de Hacienda en la Finca San Rafael -conocido como El xalet del ministre- para alegría de la burguesía local, que por fin conseguía superar a Dénia en algo.
El modelo que inauguró Navarro Rubio no tardaron en seguirlo otros. El otro caso famoso es el de Cruz Martínez Esteruelas, falangista y ministro de Educación en el último gobierno de Franco, que se haría construir un chalet entre las que hoy son las lujosas urbanizaciones de Balcón al Mar y el Tossalet, entonces terreno virgen. Compró los terrenos a Pedro Benimeli, uno de los terratenientes locales, que hasta entonces habían basado su fortuna en la agricultura y que vieron la oportunidad de reconvertir sus extensos y relativamente poco productivos terrenos de secano -de vid y almendra- en generadores de plusvalías inmobiliarias. Desde entonces la tendencia fue imparable, y el abandono de los cultivos, acelerado.
Los herederos de las otras grandes familias terratenientes de Xàbia siguieron una trayectoria similar. Guillermo Pons, propietario de gran parte de los terrenos del Portitxol -y en su tiempo, de la misma isla- conservó la mayoría de su patrimonio pero la venta selectiva de parcelas le proporcionó pingües beneficios. En algunas de esas parcelas -que han cambiado varias veces de manos con el paso de los años- se alzan ahora chalets de lujo. Es el área donde el arquitecto valenciano ha construido algunos que sirven de segunda residencia a empresarios como Carlos Bertomeu, el flamante presidente de Air Nostrum. Desde los flamantes chalets puede contemplarse montaña abajo la solitaria Cala Sardinera, refugio de yates por dónde el empresario deniense Adolfo Utor, presidente de Balearia, saca a pasear el Fortuna que compró a Patrimonio del Estado.
Los herederos de Pons también han estado ligados a la gestión del territorio: Sandro Pons Romaní, arquitecto, participó de forma activa en la configuración del proyecto de ciudad de Valencia de Ricard Pérez Casado en los 80 y sigue activamente implicado en propuestas de renovación urbana como el del Museo Pío V o el Cabanyal; Esteban González Pons fue Conseller de Territorio en el pico de la burbuja inmobiliaria, en 2006-2007.
La otra gran familia de Xàbia, los senyorets por excelencia eran los Bolufer. Extinguido el apellido Bolufer merced a los matrimonios, el heredero es Juan Bover Fernández de Palencia, quien fuera Jefe de Servicios de Infraestructuras Turísticas de la Generalitat y actualmente imputado por prevaricación en el caso Gürtel en la pieza del pabellón valenciano en FITUR. Vinculado al Opus Dei, forma parte del Patronato de la Fundación CEU San Pablo.
En el ámbito local, ha estado estrechamente relacionado, a través de la Fundación Foro Jávea de Vecindad, con la excomisaria europea de Asuntos Exteriores Benita Ferrero-Waldner -ahora en el consejo de administración de Gamesa y cuyo marido es patrono de la Fundación Foro de Vecindad- el abogado y asesor valenciano José Luis Boronat, además del ya finado constructor José Ribes Pons, de la constructora La Nao.
Foro Jávea de Vecindad, orientada al fomento de las relaciones euromediterráneas, pone especial énfasis en el fomento de relaciones comerciales con los países del Magreb y Oriente Medio, donde los miembros de su patronato tienen importantes contactos. Además de recibir apoyo y financiación del Ayuntamiento de Xàbia y la Generalitat, en sus actividades, además de la propia Ferrero-Waldner, han participado el exministro Moratinos o Senén Florensa del Instituto Europeo del Mediterráneo.
EL VECINO MARGALLO
Otro ministro que es conocido por tener Xàbia como segunda residencia es el actual titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, que a diferencia de otros ilustres residentes tiene su residencia en el casco antiguo, en la calle Roques, el único eje que lo atraviesa de norte a sur. La misma calle donde la exconsellera Alicia de Miguel tiene su segunda residencia. García Margallo frecuenta varios restaurantes locales y la tertulia en el bar del Mercat Municipal.
Uno de sus inseparables es José Cholbi, recientemente renovado como Síndic de Greuges, y antes vicepresidente de Les Corts Valencianes. Cholbi, que tuvo una carrera estelar gracias a su relación con Cruz Martínez Esteruelas en los 70, ha aprovechado desde entonces la relación con los políticos que veranean en Xàbia, como Pedro Agramunt o la propia Rita Barberá, conocida tertuliana de La Siesta, el beach club que junto con el contiguo Mongo di Bongo es uno de los sitios de asueto predilectos para la clase dirigente madrileña y valenciana.
EMPRESARIOS Y FINANCIEROS
El PP de Xàbia, víctima de múltiples escisiones, vive aún la resaca del largo liderazgo de Juan Moragues en la política local. Antiguo empleado de la sección bancaria de la cooperativa agraria, después absorbida por la CAM, prosperó como constructor en buena parte por su amistad con Antonio Gil-Terrón, primero gerente de Valencia Urbana y después vicepresidente de la CAM, que también tiene en Xàbia su segunda residencia; también la tiene, José Luis Olivas, el que fuera presidente de Bancaja y vicepresidente de Bankia, además de breve presidente de la Generalitat.
Juan Moragues también mantenía amistad y buena relación con el grupo de empresarios valencianos ligados a la construcción que hicieron buenos negocios en Xàbia durante su mandato: Jesús Barrachina -hay incluso una finca en el Primer Muntanyar llamada Convento, en honor de la falla Convento de Jerusalén- Salvador Vila -con un faraónico proyecto en el humedal del Saladar, finalmente desestimado por los sucesivos gobiernos, que incluía 1700 casas y un lago artificial con delfines- o Juan Soler, entre otros, quiénes compartían espacio en el Club Náutico en el Puerto de Xàbia, cuya ampliación fue el gran proyecto fallido de Moragues.
Los contactos políticos de Xàbia no se limitan al PP. Federico Ibáñez, Director General del Libro con Carmen Alborch, Javier Moscoso, José Bono y Vicent Soler, entre otros, tienen casa en Xàbia y algunos de ellos han estado implicados en actividades formativas junto a la sección local del PSPV-PSOE. Ya en los 80, la Fundación Sistema de Alfonso Guerra eligió Xàbia para sus escuelas de verano y Jáuregui hablaba del "Espíritu de Jávea" para definir sus encuentros de cuadros en el Parador de Turismo dónde iban buena parte de los ministros, directores, secretarios de estado y dirigentes del partido a escuchar a intelectuales como Salvador Giner, Manuel Castells o José Félix Tezanos. El Fòrum Obert Marià Iglesias del PSPV de Xàbia intenta recoger alguna de aquella tradición a través de los contactos de los viejos cuadros del PSOE; el carácter de estrella emergente del alcalde José Chulvi refuerza estas convocatorias, dónde ha asistido con asiduidad Ximo Puig, pero también algunos críticos como Manolo Mata o la alcaldesa de Quart de Poblet, Carmen Martinez.
El mismo Parador fue lugar de reunión en aquellos 80 de algunos los principales empresarios vascos, como Pedro Toledo del Banco de Vizcaya, los Ybarra, del Bilbao, o Mauricio Ruiz de Velasco, de los Altos Hornos de Vizcaya. La ofensiva de ETA, que realizó varios atentados en Xàbia terminó con aquel oasis del empresariado vasco; y Xàbia fue cada vez más el santuario estival y vacacional de la clase dirigente valenciana. El esfuerzo de modernización de la nueva dirección del hotel se ha plasmado en la organización del selecto mercadillo IT Market, de la que es responsable Pilar Carbonell, la que fuera Directora de Relaciones Informativas con Francisco Camps. Ante el éxito del proyecto, la misma Carbonell ha puesto en marcha el cocktail-bar Mediterráneo 233 en los mismos jardines del Parador, con la voluntad de usar sus contactos para competir contra La Siesta y el Mongo di Bongo.
Hoy en día redes sociales facilitan el seguimiento a los amantes locales de la crónica social: Pablo Motos comiendo aquí, Matías Prats comprando en chándal allá, Juan Roig comprando en Mercadona, Javier Cámara fotografiándose con un fan, Pedro Duque -el astronauta, casado con la xabiera Consuelo Femenia, embajadora de España en Letonia- dando un paseo. La tertulia de los metges de València -los Bordes, Cavadas y cia- en el puerto...
Es difícil dibujar el cuadro completo, cuándo no pudo ni Sorolla: lo que pasa en la mayoría de bares, restaurantes o clubes privados -como el del Tossalet, que acogió conciertos de Julio Iglesias o Carlos Santana y ahora está poco menos que devorado por la hierba- queda allí dentro, guardado como parte del oficio, Xàbia tiene mucho de puertas para adentro, de confesionario, discreto y lejos de las cámaras de la ya inofensiva prensa comarcal, devorada por la crisis.
Ante la crisis, el modelo de turismo residencial parece haberse agotado; pero a diferencia de otros destinos, Xàbia ha tenido capacidad de aguantar el envite. La hostelería y el sector turístico coincide, se gasta más que en años precedentes. Pero una cosa si está clara, el mercado, más allá de la continuidad generacional entre las familias de abolengo, apenas se renueva. Virtualmente extinguidos los industriales y los grandes constructores, Xàbia busca nueva clase dirigente para ejercer de destino de (moderado) lujo una generación más. La cuestión es que esta vez no parece que España -ni Valencia, ni Madrid, ni el País Vasco- vayan a ser capaz de proporcionarla. Se verá.
Sobre Xàbia, és veritat el que diu Francesc Mirallesa, però també és veritat allò que explique en l'article "Xàbia viva" http://www.infobenissa.cat/noticies/opinio/xabia-viva-per-vicent-soler/
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