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PARÍS (EFECOM). El coche compartido gana cada día pasajeros a los medios de transporte público convencionales a través de portales de internet nacidos en Francia como BlaBlaCar o Drivy, que apuestan por la internacionalización y proyectan un crecimiento futuro más allá de las fronteras europeas.

"La inmensa adopción de los consumidores en Rusia nos hizo darnos cuenta de que podemos llevar BlaBlaCar a cualquier parte del mundo", explica a Efe Nicolas Brusson, cofundador de esta empresa de origen francés líder del negocio del coche compartido, que cuenta con cerca de un millón de pasajeros al mes.

La oficina en Moscú se une a otras siete establecidas en Europa (en París, Madrid, Milán, Varsovia, Hamburgo, Londres), y ahora su objetivo para los próximos años es "lanzar BlaBlaCar en América Latina y en países como Turquía o quizás India", avanza Brusson.

El éxito de su implantación fuera de Francia -destaca- se debe a "un vacío en el mercado internacional de este tipo de servicio", como lo pone en evidencia que "más de cuatro millones de personas han utilizado BlaBlaCar a escala global" durante los meses de julio y agosto.

Su principal activo es "la fuerte red de confianza" que permite conocer el perfil de los conductores y de los pasajeros que van a viajar juntos, así como la planificación previa del encuentro.

Eso, y la transacción económica (el viajero paga al conductor una cantidad, además de una comisión a la empresa) marca la diferencia con el tradicional autostop gratuito.

"Más del 95 % de nuestros usuarios nunca en su vida han hecho autostop", precisa Brusson, que hace notar que el perfil de usuario "ha evolucionado mucho" y que, aunque en sus orígenes atraía mayoritariamente a jóvenes estudiantes, la media de edad está aumentando.

Pero este portal francés no es el único que crece gracias a la puesta en contacto de conductores con viajeros: la compañía de alquiler de coches en línea entre particulares, Drivy, cuenta ya con 300.000 usuarios desde su creación en 2010.

"El gran proyecto de Drivy en este momento es internacionalizar el servicio", confiesa a Efe su fundador, Paulin Dementhon, que está formando en París a una persona para que lance la página web en Berlín y espera después repetir la misma operación en Madrid.

Según Dementhon, el seguro del coche es el "pilar" de su empresa porque "tras un año de negociación" han llegado a un acuerdo con una aseguradora para que los particulares que alquilan su vehículo no tengan que hacerse cargo de los daños en caso de accidente.

Su usuario medio "ha cursado estudios superiores", y son personas que "están menos unidas al coche como objeto que absolutamente hay que tener y proteger", señala Dementhon.

Drivy comenzó en las oficinas BlaBlaCar y ambas mantienen todavía fuertes vínculos de colaboración. De hecho, proponen combinar sus dos servicios, es decir, que aquellos que alquilen sus coches a particulares ofrezcan también las plazas libres en el portal de Brusson.

El crecimiento de estas plataformas de internet no es ajeno a la polémica que suscita el vacío legal existente en lo relativo al pago de impuestos.

"En la declaración de la renta no hay una ley clara para este tipo de prácticas", indica Dementhon, por lo que "la cuestión es a partir de qué nivel podemos considerar si se está obteniendo beneficios o compartiendo gastos".

Para Brusson, la actividad de BlaBlaCar no tiene como objetivo el lucro de sus conductores, ya que se trata de un mercado nuevo que no se puede comparar al trabajo de un taxista.

"No estamos compitiendo o desafiando a la administración fiscal, porque permitimos a conductores, que se desplazan de todas formas, compartir su coche entre ciudades, con lo que la distancia media en BlaBlaCar está entre los 300 y 350 kilómetros", afirma