VALENCIA. El verano de 2014 será recordado como uno de los peores años de la exhibición cinematográfica en España. La baja calidad de la cartelera estival, unida a la reorientación de los exámenes de recuperación, que han pasado de celebrarse en septiembre a realizarse en julio, junto a la siempre dura competencia de un evento deportivo como el Mundial de Fútbol, se han traducido en una acusada caída de los espectadores.
A la espera de tener datos definitivos, el presidente de la asociación de exhibidores cinematográficos valencianos, Antonio Such, avanza que el descenso de taquilla y espectadores rondará entre el 15 y el 20%. Ni siquiera el tradicional repunte de la última semana de agosto le hace confiar en que los datos sean mejores. Y eso que para este viernes están previstos algunos de los estrenos más esperados del verano. "Estamos todos aguardando la última semana de agosto pero lo que es seguro es que ha sido un verano malo, muy malo", comenta.
La travesía por el desierto de las salas de cine privadas contrasta con el repunte de las terrazas de verano públicas, especialmente las nuevas, las recién llegadas, sin tradición y que en muchos casos han hecho la competencia directa a las salas privadas. Así ha sido por ejemplo el caso de la iniciativa de la Diputación de Valencia Cine en las Playas, que ha proyectado películas comerciales recientes de manera gratuita en una competencia desleal que ha redundado en la debacle de la empresa privada.
La corporación que preside Alfonso Rus ha lanzado una propuesta cultural de escaso calado intelectual, repleta de cine convencional, con largometrajes como Los Pitufos 2, éxitos como Lo imposible o superproducciones El hombre de acero, todas dobladas, que han supuesto un duro golpe a la taquilla de los cines privados. Así, el empresario valenciano Leví Navarro, que regenta cuatro cines, entre ellos la decana de las terrazas de verano de España, la de Serra, estima que en su caso el descenso de asistencia y taquilla ha rondado en torno al 35%.
LA 'FILMOTECA D'ESTIU', SÍ; EL ‘CINE EN LA PLAYA' DE LA DIPU, NO
En el sector de la exhibición cinematográfica valenciana existe un profundo malestar hacia estas iniciativas gratuitas. En este sentido Such quiere diferenciarlas de otras propuestas como la veterana Filmoteca d'Estiu o el recién iniciado cine de verano del MuVIM, que proponen una oferta de calidad, de cine cultural, con una seria apuesta por los clásicos y con proyecciones en versión original subtitulada.
Frente a ellas, en el apartado de lo que no se debe hacer, se encuentran iniciativas como la de la Diputación de Valencia o la de algunos ayuntamientos que, contraviniendo la ley, han proyectado cine comercial recientes a precios simbólicos o, en el caso de la corporación, directamente gratuitas. Y, como explica Navarro, "¿quién va a querer ir al cine pagando si puede ver una película gratis?".
Such avanza que tienen previsto reunirse con los responsables del Instituto Valenciano del Audiovisual y de la Cinematografía para intentar poner orden a las terrazas de verano públicas. Hay saturación. Una idea que compartía hace un mes el propio comisario de la terraza de verano del MuVIM, Antonio Llorens, quien criticaba el rebose de propuestas realizadas sin criterios. "Algún día habrá que tomárselo en serio", se queja Such, "porque parece que toda la administración valenciana está empeñada en hacer cines de verano", dice.
El motivo de esta querencia institucional no es una súbita cinefilia entre los políticos valencianos, sino un ejemplo más bien de pereza intelectual. Programar un cine de verano es una solución fácil, barata y popular. Ante la escasa capacidad económica de las instituciones públicas, los responsables de los ayuntamientos y de la Diputación de Valencia han apostado por invertir sus escasos recursos en estos proyectos en aras de ganarse el aprecio público y para presumir de servicio institucional.
Como advierte Navarro, las instituciones públicas juegan con ventaja ya que al no tener que rentabilizar sus inversiones ponen precios que son abiertamente deficitarios. "En tiempos de crisis las alternativas más económicas tienen mejor recepción entre el público", explica. Ir al cine privado se ha convertido casi en un acto de fe, de resistencia cultural.
EL ADIÓS DE LOS CINES AVENIDA DE EL PERELLÓ
La presión de los cines de verano de los ayuntamientos y de la corporación provincial, la subida del IVA y las pésimas circunstancias que han rodeado a la cartelera estival se han traducido en un escenario pésimo para los cines privados que lamen sus heridas tras dos meses infaustos. Todo ello ha hecho que 2014 sea considerado por algunos como el peor verano en décadas.
Un estío que además se inició con una mala noticia. Uno de los últimos cines históricos de Valencia, los Avenida de El Perelló cerraban sus puertas tras más de medio siglo de existencia. El espacio regentado por la familia Coquillat ha bajado la persiana y sus propietarios tienen pensado venderlo, según admitía uno de ellos, Francisco Coquillat, para cine o "para lo que sea".
"Somos muy mayores y nuestros hijos están bien colocados y no quieren seguir en el mundo de la exhibición cinematográfica", explicaba a ValenciaPlaza.com. Con sus dos salas, los Avenida tenían a gala repasar a lo largo del verano lo mejor de la cartelera invernal, dando espacio al cine europeo en su sala pequeña, la dos, y al cine más comercial y de éxito en la sala grande, la uno. Ahora ya no se volverán a proyectar películas entre sus cuatro paredes.
En su texto de despedida, los responsables del cine señalaban como responsables de su cierre "el incremento del IVA cultural, la falta de apoyo de las administraciones y la necesidad de acometer cuantiosas inversiones para adaptar la tecnología a las nuevas exigencias de la industria cinematográfica". Mientras, este verano, la Diputación de Valencia remitía comunicados presumiendo de que proyectaba cine gratis en la playa. Y entre las localidades donde se han exhibido películas se encuentra El Perelló.
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