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Los nuevos cambios en el equipo de Fabra ponen en evidencia las dificultades que tiene el presidente para configurar un grupo compacto en las áreas de Comunicación, Organización y Análisis con el que afrontar el final de la legislatura 

VALENCIA. Las causas de la caída del PPCV en los últimos sondeos y en las pasadas elecciones europeas son diversas y, en algunos casos, complejas. La crisis económica ha golpeado especialmente a una región exageradamente endeudada e infrafinanciada, que además evidencia una incapacidad manifiesta de sus gobernantes para conseguir un mejor trato desde Madrid. El lastre es oneroso: una herencia de decenas de altos cargos en los juzgados imputados o procesados por presuntos casos de corrupción y la resaca de grandes eventos de dudoso beneficio o faraónicas construcciones que se deshacen cuando ni siquiera están todavía pagadas.

Nadie podrá decir que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, lo está teniendo fácil. De hecho, el líder nacional del PP, Mariano Rajoy, no está exento de culpa en toda esta situación, dado que fue él quien permitió que Francisco Camps se presentara a las elecciones para luego forzarle a dimitir dos meses después cuando se le abrió juicio oral. Tras esta sutil estrategia, dio la orden de sucesión en favor de Fabra sin mayor proceso ni ceremonia que su dedo señalando al entonces alcalde de Castellón.

No obstante, el jefe del Consell y presidente del PPCV también ha cometido errores que han contribuido de manera importante a socavar sus opciones de progresar como líder. Una circunstancia que, si bien puede no ser conocida por el gran público, sí ha llegado a los pasillos de Génova: una situación grave en un partido nacional como el PP y cuyas consecuencias, a la larga, afectan no solo a la posición de un barón regional en una formación política, sino también a la comunidad autónoma de la región que gobierna y a las concesiones que se le otorgan.

Al margen de las tensiones casi constantes en el seno del PPCV, de las que ha ido informando este periódico a lo largo de la legislatura, uno de los hechos que también ha afectado notablemente al presidente de la Generalitat ha sido la inestabilidad en la cúpula de Presidencia. Más de 25 cambios entre altos cargos y asesores reflejan las dificultades del jefe del Consell para configurar un grupo compacto en las áreas de Comunicación, Organización y Análisis, algo fundamental de cara a diseñar una estrategia política y una línea argumental sólida para enfrentarse a un mandato tan duro como el presente.

Así, del núcleo duro de Presidencia, con los cambios que se han anunciado en estos últimos días, Fabra ya ha remozado todos los puestos al menos dos veces a lo largo de la legislatura a excepción de la jefatura de Gabinete, donde Jesús Lecha resiste desde que fuera nombrado en el verano de 2011. El asesor Ramón Navarro es el único que pertenece a la etapa de Francisco Camps que se mantiene en el selecto grupo de comunicación del Palau de la Generalitat.

PRIMERA ETAPA (VERANO 2011): LA SALIDA DEL EQUIPO DE CAMPS

La dimisión de Camps se precipita en julio de 2011 con la apertura del juicio oral del caso de los trajes. Apenas dos meses después de haber ganado las elecciones y presionado por Madrid, el entonces presidente deja el puesto y es sustituido por Alberto Fabra. En esta ocasión, el nuevo jefe del Consell aterrizaba con un equipo ajeno a su criterio por lo que, lógicamente, abordó una serie de cambios: en primer lugar, salió en dirección a Ràdio 9 -después volvió a su plaza en Egevasa, ahora filial de Aguas de Valencia- la secretaria autonómica de Comunicación, Nuria Romeral, que fue sustituida por Paula Meseguer; y el jefe de Gabinete, Pablo Landecho, que terminaría meses después al frente del Consorcio 2007, fue sustituido por Jesús Lecha.

Poco después, la directora general de Organización y Coordinación, Henar Molinero, se marchó como directora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa), siendo sustituida por la entonces asesora Esther Pastor. Más tardía fue la salida de la directora general de Relaciones Informativas, Cristina Albamonte, que recaló como número dos de Landecho en el Consorcio 2007 poco después de que este fuera nombrado en julio de 2012. Su sustituto fue José Santamans, jefe de prensa del vicepresidente del Consell, José Císcar. Al mismo tiempo, fue relevado como director general de Análisis y Políticas Públicas  Jacobo Navarro, quien pasó a ocupar la dirección general de Avap. Su lugar fue ocupado por Rubén Cortés, entonces director general de Participación Ciudadana y próximo a Císcar. Con estas dos últimas variaciones, Fabra había culminado por primera vez la renovación completa de los altos cargos de Presidencia de la Generalitat antes de cumplir un año en su puesto.

Al mismo tiempo, se había producido también la salida de los asesores del núcleo duro del área de Comunicación: Vicky Soltero y Maica Rams marcharon a Ràdio 9 junto a Romeral, mientras otra de las componentes del equipo de Presidencia, Ana Valero, que había estado de baja maternal en el momento de los cambios, salió del círculo para buscar otras ocupaciones. En su sustitución entraron Jessica Moreno en primer lugar, María Díaz y, por último, María Climent, periodista que había estado al frente de la comunicación del PPCV.

SEGUNDA ETAPA (JUNIO Y DICIEMBRE 2013): LA CRISIS EN LA CÚPULA DE PRESIDENCIA

Uno de los cambios clave de la legislatura llega en junio de 2013 con el ascenso de Esther Pastor a la secretaría autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales, un puesto creado ex profeso para la persona de máxima confianza del presidente y que generó ciertas tensiones internas dentro de la cúpula del Palau. El puesto de directora general que dejó vacante Pastor fue para María Jesús García Frígols.

Apenas seis meses después, el presidente daba un golpe de timón dada la poca sintonía entre Pastor y buena parte del equipo de Comunicación y Análisis, acometiendo una remodelación profunda en Presidencia. Estos cambios repentinos astillaron la línea de comunicación e imagen del presidente en la que venía trabajando desde hacía más de dos años el grupo del Palau que fue relevado.

La secretaria de Comunicación, Paula Meseguer, es destituida sin destino asignado y relevada por Lola Johnson; José Santamans, director general de Relaciones Informativas, también cesa y es sustituido por Maite Fernández, procedente de Canal 9; y Rubén Cortés, director general de Análisis, sale del cargo (lo respescaría Císcar como asesor) y en su lugar entra Manuel Rosalén, quien trabajaba como asesor en ese departamento desde la etapa de Camps.

A estas salidas, también se les unen las de los asesores del núcleo duro de Comunicación: salen María Díaz, Jessica Moreno (regresa al grupo parlamentario del PPCV) y María Climent (recae finalmente en la Conselleria de Hacienda). Les sustituyen Vicente Cabanes (ex asesor en Cultura), Clara Estellés (ex trabajadora de RTVV) y Maite Gómez (ex jefa de prensa de Economía y asesora parlamentaria en Hacienda en ese momento). 

En este punto, también se produjeron cambios en el área de Análisis, donde salió Ana Benavides y fue sustituida por Saskia Sara Tenhaef. En este departamento, hubo variaciones tiempo atrás, además del citado ascenso de Rosalén, como la entrada de Javier Andreu o la marcha de Paula Cristina Sánchez.

TERCERA ETAPA (MAYO 2014): EL PROBLEMA DE LA LÍNEA ROJA

La imputación de Lola Johnson en vísperas de las elecciones europeas por su etapa en Canal 9 volvió a sacudir el Palau de la Generalitat. Fabra, quien ha llevado a gala prescindir de cualquier alto cargo de su gobierno que se encontrar en esa situación, abrió la puerta para la salida de Johnson, quien presentó su dimisión a pocos días de los comicios. Su puesto ha tardado en ser cubierto dos meses: el sustituto, el periodista José Luis Torró, ha realizado dos nuevos fichajes de su confianza para reforzar el equipo de cara a la recta final de la legislatura: Guillem Bertomeu y Alicia Ors. Fabra, por su parte, ha dado salida a uno de sus asesores, Vicente Cabanes, al que ha enviado al PPCV para realizar labores de coordinación.

Con estos más de 25 cambios en apenas tres años de mandato, se entienden las dificultades de los diferentes equipos para consolidar una estrategia política y de comunicación del Gobierno valenciano y, en especial, para afianzar una imagen de liderazgo del presidente. El nuevo equipo de Comunicación se enfrenta ahora al reto de elaborar y transmitir los mensajes en la situación más delicada que atraviesa el PPCV en los últimos 20 años.