VALENCIA. La visita esta semana a Valencia del secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, ha dejado claro que las buenas palabras -y obras- del Gobierno valenciano y, en especial, de la Consellera de Hacienda que dirige Juan Carlos Moragues, no son suficientes para Madrid. A día de hoy, y más aún con lo sucedido esta semana, queda demostrado que no supone ninguna garantía que el Ejecutivo central y el valenciano sean del mismo signo político (PP).
Es más, los 'populares' valencianos han visto como el discurso victimista utilizado contra Rodríguez Zapatero durante años se ha vuelto en su contra: Mariano Rajoy no está tratando a la Comunitat mejor de lo que le hacía su predecesor socialista, incluso dada la crisis, las noticias que llegan desde la capital son a menudo peores que con el Gobierno del PSOE.
A pocos días de la próxima reunión el jueves del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), el número dos de Cristóbal Montoro no tuvo reparos en pisar Valencia y cuestionar los esfuerzos de Moragues ante los periodistas, asegurando que existía mayor margen para los recortes por parte del Consell y, como suele ser habitual, eludiendo un compromiso claro sobre la reforma de la financiación. Previamente, el día anterior, Beteta había decidido reunirse con los farmacéuticos puenteando a Moragues, ante lo que el conseller reaccionó de inmediato para convocar a otros colectivos afectados por los impagos y sumarse al encuentro con el delegado del Gobierno, Serafín Castellano.
La paciencia tiene un límite. La tensión entre Consell y Ministerio de Hacienda se ha mantenido a lo largo de toda la legislatura. La flexibilización del déficit, las inversiones en la Comunitat, la reforma estatutaria, la gestión del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), los planes de pago a proveedores y, por encima de todo, el cambio del sistema de financiación, han sido motivos constante de diálogo -cuando no discusión- entre Madrid y Valencia.
Los reveses en varias de estas cuestiones sufridos por la Generalitat han ido generando un poso de descontento con el Ministerio de Hacienda, que por su parte tiene sus propias presiones y asuntos de los que preocuparse, algo que le ha conferido una notable insensibilidad hacia la autonomía valenciana. En todo esto, lo que más ha molestado en el Consell -al margen de los grandes aprietos que han supuesto algunas de las decisiones desde Madrid- es la falta de tacto de Beteta.
El Gobierno valenciano, como ya informó este diario, había decidido semanas atrás elevar el tono de la reivindicación hacia la capital. Una tesis que llevan defendiendo -y practican- algunos dirigentes como el líder provincial del PP de Valencia y presidente de la Diputación, Alfonso Rus. La actitud de Beteta ha encendido la mecha en el Ejecutivo de Alberto Fabra, que incluso ya no descarta crearle a Montoro un ‘problema valenciano'. Una tesis que en su día defendió el líder socialista, Ximo Puig, y que hasta ahora había sido rechazada por el Consell, que había apostado por la negociación desde una posición calmada.
Tras más de dos años y medio de Rajoy al frente del Gobierno de España, el Consell solo ha obtenido dinero prestado a través de instrumentos como el FLA o el plan de pago a proveedores. Todo ello ha sido aceptado con la promesa de una reforma del sistema de financiación que permita a la Generalitat aumentar las partidas que le llegan del Estado, que a día de hoy se encuentran muy por debajo de la media española.
El Consell, según subrayan fuentes del Ejecutivo, ha hecho "los deberes". Ahora, a las puertas de una reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), y tras la entrega de los correspondientes informes por parte de las distintas regiones sobre el modelo de financiación, el Consell de Fabra empieza a plantearse dar un paso más allá. Si no hay fondo transitorio de compensación como pedía la Generalitat -para equilibrar las cuentas si no se activa la reforma del sistema en 2014-, el Ejecutivo seguirá sufriendo graves problemas a lo largo de este año. Y si, como parece, no hay retroactividad en el modelo ni compensación, el margen de maniobra de Moragues para lo que resta de legislatura será mínimo.
Por lo pronto, todavía no se conoce el orden del día del CPFF. Se espera que los respectivos planes de reequilibrio sean los protagonistas del encuentro, pero desde el Gobierno valenciano también consideran que la financiación saldrá a relucir. No en vano el ministerio debía haber remitido a principios de mayo un informe de conclusiones a las CCAA sobre los documentos aportados en marzo sobre las carencias del sistema. "Hemos cumplido con los ajustes y hemos puestos todos los informes sobre la mesa en materia de financiación. Entendemos que algo de todo esto se abordará", subrayaron a este diario fuentes del Gobierno valenciano.
BETETA: UNA LISTA DE AGRAVIOS DOLOROSA
El número ‘dos' de Montoro se ha caracterizado por cortar las alas a cualquier intento del Gobierno valenciano por incrementar los ingresos procedentes del Estado en esta legislatura. Ya en mayo de 2015, también en Valencia y en presencia de Moragues, el secretario de Estado anunció alto y claro que no habría nueva financiación hasta 2015. Ese retraso destrozaba el discurso -y las cuentas- que había tejido el Gobierno valenciano.
Tampoco en comparecencias del Congreso de los Diputados se ha ablandado con la Comunitat Valenciana. En marzo, a preguntas del diputado socialista y líder del PSPV, Ximo Puig, Antonio Beteta rechazó de plano abrir el debate sobre la deuda histórica.
Otra de las actuaciones estelares del secretario de Estado se produjo en la 21 Intermunicipal del PP celebrada en Valencia el pasado mes de abril, cuando negó ante los periodistas la posibilidad de que se aplicara alguna retroactividad en el nuevo modelo de financiación que se apruebe, tal y como pedía el Consell.
Cuando lo vea, empezaré a creerlo.
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