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presentada la patente

El coche de Google: posibilidades, problemas y cálculo estadístico

28/05/2014

MADRID (Carlos Hergueta/Portaltic). Google ha presentado su nuevo coche autónomo. Se trata de una evolución de la tecnología que patentó hace unos años y ahora ha prescindido de volante o pedales. Total, ¿para qué los necesita un robot con ruedas? El vehículo abre todo un mundo de posibilidades, pero también plantea unos cuantos problemas que dejan claro que no va a llegar mañana a las carreteras.

Antes de hablar del nuevo dispositivo y sus retos, repasemos la trayectoria que ha seguido Google hasta llegar aquí. En 2011, la compañía en Estados Unidos una patente de coche autónomo, capaz de conducir por su cuenta sin intervención humana. A través de todo tipo de sensores, cámaras y conexión a Internet, el coche podría reconocer su entorno y actuar en consecuencia.

En 2012, la compañía del buscador obtuvo la licencia para poner este coche en circulación y desde entonces ha realizado todo tipo de pruebas de campo e incluso ya ha puesto a circular los coches en algunas ciudades de Estados Unidos, también en fase de pruebas. Desde entonces, la compañía ha ido ofreciendo algunos detalles e incluso ha publicado espectaculares vídeos que demuestran lo bien que funciona, hasta llegar a este modelo sin volante y sin pedales:

Como vemos, el coche autónomo -en el que están trabajando otras muchas compañías, no solo Google- abre un mundo de posibilidades. Por ejemplo, podría optimizar el consumo de carburante y reducir la contaminación. Los ordenadores de coches actuales ya tratan de hacerlo, pero siempre depende del conductor humano, por lo que nunca se optimiza el uso al 100%.

Por otro lado, el coche autónomo también permitiría a todo tipo de usuarios "ponerse al volante" de vehículos sin tener que ir acompañados por nadie, aunque sufran una discapacidad física. De esta forma, un invidente podría circular sin problemas, algo que también sería posible para una persona con problemas de movilidad.

Un coche con un ordenador por cerebro y sensores por ojos, tampoco cometería los errores que comete una persona y los accidentes se reducirían drásticamente, teniendo en cuenta que la mayoría se producen por errores humanos y la principal causa de muerte al volante es el consumo de sustancias como el alcohol. Sin embargo, esta ventaja también plantea dudas.

Por ejemplo, si se produjese un accidente inevitable por una causa externa, como un rayo, un árbol que se derrumba o un perro que cruza la calle, el coche tendría que "decidir" cómo actuar. En este sentido, ¿debería un coche poner en riesgo o sacrificar la vida de su dueño para salvar las de ocupantes de un vehículo con el que chocaría si un rápido cálculo de probabilidad así lo indicase?

En este sentido, la tecnología también supone un nuevo reto para las aseguradoras, sobre todo a la hora de realizar las pólizas. En este caso habría que determinar a quién asignar la responsabilidad en caso de accidente, al empresa fabricante del software, al software en sí o al conductor.

"Hay una laguna legal en este momento, y por desgracia, habrá que llevarlo a los tribunales para resolverlo", aseguró en febrero de 2013 el presidente del Insurance Information Institute. Según este experto, la implantación de la conducción verdaderamente autónoma en un vehículo todavía tardará unos 15 o 20 años en llegar a las carreteras de EEUU. Antes irán llegando sistemas de asistencia cada vez más y más sofisticados que ayudarán al conductor con frenos automáticos, por ejemplo, que ya se pueden encontrar en modelos a la venta.

Por su parte, la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA) de Estados Unidos ya advirtió de que tendrá que crear una serie de normas específicas para este tipo de vehículos y ver de qué manera realizar las pruebas para ello. Actualmente, la agencia se encuentra trabajando en eso.

"Esta tecnología llega a ser un gran desafío para averiguar cómo hará el gobierno para establecer unas normas estándar en los diferentes escenarios donde cualquier fallo puede ocurrir", según uno de los administradores asociados sobre seguridad del vehículo de la NHTSA, Dan Smith.

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