VALENCIA (X. A.). La campaña de baja intensidad prevista por PP y PSOE, basada esencialmente en la movilización de los 'suyos', ha tenido una mayor repercusión en la recta final -al menos mediática- de lo que se calculaba a priori. Si bien los sondeos del mes de mayo han apuntado a una participación inferior al 44,9% cosechado en los comicios de 2009, habrá que esperar a este domingo para comprobar si el último tramo de campaña ha animado o no a los electores.
En estas dos semanas, los mensajes simples -e inesperados- han vencido con claridad a las consignas preparadas por los distintos partidos. Las dos grandes formaciones han visto como sus planes de campaña se han visto alterados por otras cuestiones que han terminado imponiéndose en la agenda política.
Primero fue la sorprendente afirmación, recién abierta la campaña electoral, del expresidente del Gobierno Felipe González, quien abrió la puerta a un gobierno de concentración a la alemana de PP y PSOE. Una circunstancia que no agradó a Ferraz y que fue utilizada por los minoritarios, en especial desde la izquierda, para atacar al PSOE pese a que públicamente su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, rechazó esta posibilidad. El PP, mientras tanto, se mostró más críptico y contemporizador con esta opción, consciente del desgaste que suponía para su rival.
Sin embargo, y conforme se apagaba este debate -González rectificó el viernes 16 de mayo-, estallaba la otra 'bomba' de la campaña que otorgaba un preciado balón de oxígeno para el PSOE. El cabeza de lista del PP, Miguel Arias Cañete, no estuvo fino en el debate frente a su homóloga socialista, Elena Valenciano. Al día siguiente, el exministro se justificaba en una entrevista televisada con un argumento que desató la polémica: "Debatir con una mujer es muy complicado porque si el hombre demuestra superioridad intelectual o la que sea da una impresión machista ante una mujer indefensa", aseguró.
Estas palabras incendiaron las redes sociales. Los socialistas aprovecharon, encabezados por Elena Valenciano y Ximo Puig, para sacar a relucir la lucha por la igualdad al día siguiente en el mitin central de campaña en el Valencia. Ese argumento continuó siendo explotado en los días siguientes por el PSOE, minando así la campaña del PP y, según medios nacionales, mermando la moral de Cañete. Finalmente, seis días después, el cabeza de lista 'popular' se disculpó admitiendo que sus palabras habían sido "desafortunadas". Suficiente tiempo para que el PSOE le hubiera sacado partido.
En definitiva, los grandes partidos se han tenido que amoldar a circunstancias de campaña no previstas, algo que ha dificultado que ambos colocaran sus mensajes: por parte del PP, además de las consignas antiindependentistas, la recuperación económica; y en cuanto al PSOE, señalar los recortes económicos y sociales de Rajoy.
Por su parte, formaciones como UPyD o IU han explotado la confrontación con el bipartidismo, poniendo en el mismo plano a PP y PSOE. La formación de izquierdas, como hizo en su mitin de Valencia, realizó un llamamiento a los votantes socialistas "decepcionados". Compromís también ha incidido, aunque en menor medida, en este bipartidismo, si bien ha aprovechado el tirón de su referente Mònica Oltra ysu rifirrafe con Cotino en Les Corts.
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