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VALENCIA. Todo mitin político aspira a ser una fábrica de euforia. En toda campaña, los candidatos sólo disponen de una gran acto por territorio para chutar a lo grande a sus seguidores y empujarles a comerse la calle para el sprint final.

Aunque son muchos los mercados recorridos, las manos estrechadas y los besos repartidos, la gran fiesta de la liturgia política que es el mitin central se prepara a conciencia y, lamentablemente, acaba por decir mucho más en las formas que en el fondo, en los discursos.

Y es que, como decía el monje benedictino Aidan Kavanagh, "la liturgia, como la fiesta, existe no para educar sino para seducir al pueblo en la participación en una actividad de orden superior, en la que uno es libre de aprender cosas que no pueden ser enseñadas sólo con palabras".

El Àgora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia servió este miércoles al Partido Popular de la Comunitat Valenciana (PPCV) para ponerse sus mejores galas y agasajar con vítores y aplausos a su líder nacional, Mariano Rajoy, y, casi de paso, al cabeza de lista a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete.

Todo fue a lo grande: el costoso (e infrautilizado) recinto, la nómina de intervinientes, el escenario, las pantallas, las luces, las cámaras (sobrevolando el recinto o suspendidas en largas pértigas) y la acción, ya que la frase más repetida fue una invocación: "¡A ganar!".

Si no fuera porque el aforo no llegaba ni a la mitad del escenario totémico de la plaza de toros, el montaje podría recordar a los viejos tiempos de Francisco Camps y Orange Market, sólo desde un punto de vista estético y litúrgico, claro.

DEL PARQUE PÚBLICO AL RECINTO CERRADO

Aunque en las elecciones generales y europeas el tipo de acto viene condicionado por la agenda del candidato nacional, en caso del PSOE, el mitin de Elena Valenciano del sábado fue un acto abierto de tipo lúdico en el parque del Oeste de Valencia con discreta presencia policial.

La cita se aprovechó para celebrar la ‘Fiesta de la rosa' del partido, que contó con casetas de organizaciones solidarias y colectivos sociales; actuaciones musicales (previas al mitin); bar con refrescos, cervezas y bocadillos; e hinchables para niños, pintacaras y talleres de manualidades.

Mientras los socialistas planteaban transmitir un mensaje de proximidad, con la intervención de personajes populares como el actor Ferrán Gadea (‘Tonet' en La alquería blanca), el sindicalista Conrado Hernández (secretario general de UGT-PV) y un fondo tras los intervinientes formado por jóvenes militantes; el PP ha preferido una demostración de fuerza y de exaltación del liderazgo, con un profundo sentido jerárquico, y un relevante despliegue de Policía Nacional.

Los propios asistentes al mitin del Ágora estaban divididos en dos zonas: una VIP para altos cargos del partido y del gobierno en la primera decena de filas, separadas por una cinta; y el resto. En las propias intervenciones, monopolizadas por los primeros espadas del partido y los candidatos (Rita Barberá, Alfonso Rus, Esteban González Pons, Alberto Fabra, Miguel Arias Cañete y Mariano Rajoy), las referencias elogiosas entre ellos fueron constantes y se llevaron buena parte del tiempo.

OBJETIVO: GANAR... AL PSOE

En cuanto a la sustancia de cada uno de los discursos, lo afectivo hacia lo propio y descalificativo hacia los contrarios pesó mucho más que lo argumentativo o programático, que fue más bien escaso. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se centró en motivar el voto en contra del PSOE ("el pasado", "la fábrica de parado"), Elena Valenciano ("mentiras, engaños, manipulación y demagogia") y, ya en último termino, contra otras formaciones ("no dejemos que se cuelen ciertos grupúsculos oportunistas").

Alfonso Rus cosechó las mayores ovaciones y carcajadas con sus chistes (incluso hacia el cartel electoral de Cañete, aunque "o le voteu o vos pegue una 'paliza'") y sus símiles histórico religiosos, como la equiparación del "number one", Esteban González Pons, y San Vicente Ferrer, "que recorrió Europa hablando valenciano".

Sin embargo, el presidente provincial fue el único que incluyó un mensaje reivindicativo, concretamente sobre la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana por parte del Estado; y que rompió sutilmente el mensaje común de unidad monolítica, al no dedicarle elogios a Alberto Fabra, al que sólo citó de pasada, en contraste con el resto de intervinientes.

ROSA DÍEZ, TAMBIÉN COMO ENEMIGO 

Por su parte, González Pons, el orador más telegénico con diferencia, optó por dar sus cinco razones para votar al PP basadas en los peligros del pancatalanismo (concretamente, la extensión de la consulta independentista catalana a la Comunitat, Baleares y el sur de Francia que pide Esquerra Republicana), en una potencial victoria socialista ("si no vas a votar, vuelven los socialistas" "que nos metieron en la crisis") o en la defensa de la agricultura valenciana por parte de Arias Cañete.

Las dos últimas razones pasan por la justificación del "dolor" padecido por la sociedad española en los últimos años a causa de los recortes ("si vuelven los socialistas, todo ese dolor no habría valido para nada") y el orgullo de ser valenciano, ya que "votan a otras fuerzas los que se avergüenzan de ser valencianos" y se ha de elegir "entre [Elena] Valenciano y valencià".

Sin embargo, a diferencia de Barberá, González Pons sí definió al enemigo en las pequeñas formaciones, citando a Rosa Díez y su pasado socialista, aprovechando unas críticas que en su día hizo la actual líder de Unión Progreso y Democracia (UPyD) a la exministra y excomisaria europea popular Loyola de Palacio.

LA APASIONADA LEALTAD DE FABRA

Por su parte, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, dedicó su discurso a exaltar la gestión, especialmente en materia de empleo, de Mariano Rajoy, para el que animó al público a corear "gracias presidente" en repetidas ocasiones, llegando a quebrar la voz.

Tampoco olvidó repasar sus propios resultados en la reducción del sector público empresarial, el déficit, el aumento de turistas y la creación de empresas y empleo, ya que fue un aspecto poco destacado por sus compañeros de acto, y se despidió con un "¡Vamos a ganar!", antes de dar paso al video de presentación de Arias Cañete.

Más gris fue el discurso del aspirante a eurodiputado, centrado exclusivamente en criticar la gestión del PSOE con José Luis Rodriguez Zapatero y, por extensión, de Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano; y loar a Rajoy ("¡Ole, Mariano", incluido) por "reconstruir" España y el orgullo de los españoles.

Aunque su intención era transmitir pasión y entrega, como dijo que le piden por la calle ("Dales caña, Cañete, me gritan") fue, con diferencia el que consiguió menos aclamaciones, a pesar de realizar un mensaje también más heurístico y menos argumentativo.

RAJOY, DESPEDIDA Y CIERRE

Por su parte, Mariano Rajoy subió al escenario con un público con ganas de aplaudir y planteó sus mensajes en clave puramente nacional, justificando las políticas de su gobierno, prometiendo bajadas de impuestos y reservando para las conexiones en directo de las televisiones (indicadas desde la realización del acto) al control de la prima de riesgo y a la presencia del primer ministro francés Manuel Valls en un acto del PSOE ese mismo día.

A la hora y media de haber comenzado, el himno de Valencia puso fin al acto, tras el que Rajoy y el resto de intervinientes compartieron algunos selfies con los simpatizantes y dejaron de nuevo el Àgora vacía.