VALENCIA. Al igual que en muchos lugares del mundo, el 1 de mayo se celebra en Berlín el Día Internacional de los Trabajadores. La babilónica ciudad, que no hace tanto estuvo dividida por una enorme cicatriz todavía por cauterizar, es testigo de la movilización de cientos de miles de manifestantes de muy distinto pelaje. En esta moderna y rica urbe de enormes contrastes, sucede que, a pocos metros del bunker donde Hitler y Eva Brown se quitaron la vida, discurre una animada marcha de izquierdas; a diez manzanas de allí, con el simbólico Reichstag como testigo, desfila un numeroso grupo de la derecha más escorada. Son marchas pacíficas y en general inofensivas aunque, pese a la férrea presencia policial, nunca faltan enfrentamientos violentos o quema de coches por parte de las facciones más radicales de cada uno de los bandos. Si el cobarde de Goebbels levantara la cabeza.
Pero si uno se encuentra el Primero de Mayo en Berlín sabe muy bien dónde tiene que acudir; y no es ni a la Puerta de Brandenburgo, ni a la Catedral, ni a ninguno de los muchos e interesantes museos que la motean. Las arterias que forman el entramado del metro de la ciudad apuntan, llenas de jóvenes excitados, a Kreuzberg. El barrio berlinés se convierte en corazón de una fiesta sin parangón donde la música, gratuita y en directo, bombea en cada esquina: El MyFest.
MÚSICA EN LAS CALLES DEL RUSSAFA BERLINÉS
El primer impacto que uno recibe al poner el pie en el barrio de Kreuzberg un 1 de mayo es demoledor. La sensación de haber entrado en el recinto de un macrofestival de música tira de espaldas. Lenguas de gente se entregan a una fiesta que, a diferencia de muchos de los minijobs (trabajos basura muy extendidos entre la juventud alemana), no entiende el término media jornada. Por mucho que nos lo vendan, tampoco es Berlín la panacea del sistema laboral europeo; pero sí la capital del ocio. Y qué mejor que convertir el 1 de mayo en un festival, que no es sino una forma de contestación inofensiva a la violencia y el ruido que la política genera.
Abastecerse de una cerveza en los innumerables puestos callejeros es inexorable. Casi en cada cruce de calles, hay un escenario más que decente ofreciendo actuaciones en directo de estilos tan diversos como hardcore, reggae, hip-hop, mestizaje o punk. El MyFest surgió hace 12 años y, según David Ponce, "es la respuesta pacífica a las marchas de radicales, tanto de izquierda como de derecha, que se dan en Berlín cada 1 de mayo". Ponce, que ha vivido dos veces de primera mano la experiencia, es estudiante de Comercio Internacional y Marketing y uno de los responsables del webzine Darba Culture.
Pau Sempere -periodista y músico valenciano que acaba de volver a Valencia tras un año trabajando en Berlín- bien sabe que algo como el MyFest sería muy complicado en su ciudad: "me cuesta mucho imaginar que algo así pudiera darse en Valencia". Ponce cree que "en España estamos todavía verdes en cuanto a civismo se refiere para acoger un encuentro de estas características". Tal vez las fiestas de La Mercè en Barcelona sean lo más parecido. Y no es que no se registren altercados (que siempre algún grupo violento hay), pero la vigilancia pasiva de las fuerzas del orden (están allí pero rara vez intervienen) y el permiso del Consistorio para que diferentes colectivos y promotores conviertan las avenidas de Kreuzberg en un festival son piezas claves para la consecución de esta gran celebración urbana.
En un interesante y reciente artículo aparecido en Público por Javier Pérez de la Cruz, un guía turístico berlinés de nombre William Haywood vierte la teoría de que "el MyFest es un festival organizado por vecinos, por negocios locales, pero en realidad está financiado por la policía berlinesa. Y tiene el objetivo de expulsar a la manifestación revolucionaria y a todo su contenido político de Kreuzberg en el Primero de Mayo". Sin duda, mejor desenfundar la música que la porra.
Salvando las distancias, Kreuzberg sería el Russafa berlinés. Otrora oscura zona de inmigrantes y alquileres baratos, es, desde hace unos años, el barrio de moda. El paraíso urbano de todo hipster. Como ha pasó en Kreuzberg y ahora comienza a ocurrir en Russafa, al devenir en zona "molona" no solo se han multiplicado los garitos de la zona sino que también el precio del suelo se ha disparado. Así que barrios como Prenzlauer Berg o Neukölln (al sur) le están robando a Kreuzberg el galardón al vecindario más cool de Berlín. Pon tus barbas a remojar, Russafa.
SALIR SOLO POR LA RUTA DEL TECHNO
Pero Berlín, claro está, no es solo el 1 de mayo. "Es una ciudad muy abierta a la música durante todo el año, en cuanto hace buen tiempo, los músicos salen a la calle, toman los jardines y se infiltran en las paradas de metro", dice Sempere. En la capital alemana no está prohibido beber ni actuar en la vía pública, en Valencia sí. ¡Qué salvajes estos alemanes!
"A diferencia de la música en España, Berlín emana música por todos sus poros", afirma David Ponce. Aunque la paleta de estilos es inagotable (según Sempere "puedes montarte la ciudad a tu gusto todos los días") la electrónica reina y le saca varias cabezas al resto. Berlín es la capital del techno. Ponce asegura que "garitos como el Kater Holzig o el Yaam simplemente no existen en España". Pau Sempere completa la lista con Sisyphos, Club der Visionäre ("techno por la tarde, junto al río, tranquilamente"), el Hoppetosse ("montada en un barco"), Panorama Bar y, por supuesto, Berghain ("quizá la discoteca de techno más prestigiosa del mundo, una antigua fábrica del Berlín oriental en la que no es fácil entrar").
Pau Sempere, además de la personalidad y la programación de los lugares antes citados, destaca la forma tan diferente del concepto de "salir de fiesta" que se tiene en Berlín. "Aquí solemos salir en grupo, nos rodeamos en círculo y hablamos. Si no sale ningún colega, tampoco nosotros. Allí la gente sale a bailar; se quiere desquitar de las preocupaciones laborales bailando. Y salen solos, en pareja o tres como mucho. Además, si vas en grupo no entras ni de coña en los clubes más importantes". Por lo que cuenta el joven valenciano, la gente está dispuesta a pasarse un buen rato en la cola sin tener la claro si el portero le va a permitir entrar. "Imagínate que el ‘segurata' de Berghain es toda una eminencia en la ciudad", nos cuenta Sempere.
La libertad de horarios (la oferta berlinesa comprende las 24 horas del día) y los ajustados precios de las consumiciones en los locales también, según cuenta Sempere, juegan a favor el esparcimiento y el buen funcionamiento de la vida nocturna. "Medio litro de cerveza a las orillas de un bar de moda como el Spree -cuenta Ponce- te puede salir por unos 2,5€". Todo suma. También la caja del consistorio berlinés.
OCIO Y CULTURA COMO HERRAMIENTAS ECONÓMICAS
"Cualquier grupo cuya edad media sea inferior a 45 años incluye en su plan de turismo alguna noche de fiesta por Berlín", sentencia Ponce. "¿Quién no ha ido a Berlín a ver el East-Side Gallery y se ha ido a tomar algo a la zona de Warschauerstr? No es raro ver cantidad de gente preguntando por el Berghain. Resumiendo, sí, claro que hay cantidad de turismo que busca el ocio musical".
"Ahora, después de haber vivido allí, veo más que nunca las posibilidades de Valencia como ciudad cultural. Cuando vuelves te das cuenta que tiene todo para ser una gran ciudad: orografía, comunicación, profesionales y, sobre todo, clima. Deberíamos estar mucho más tiempo en la calle", reflexiona Pau Sempere. "A la vuelta lo que más me ha sorprendido y recordado en cierto modo a aquello es el Espai Rambleta. Tiene muy buena pinta", señala el periodista.
Ramón Marrades, Economista urbano, también considera que Valencia tiene mucho potencial. Marrades marca varios usos del espacio público que, a su parecer, favorecerían la riqueza, cultural y económica, de la ciudad: "Un uso del espacio público intenso (aprovecharse de la diversidad y cantidad de músicos que tenemos), un uso más transversal de él (no solo con las verbenas de Fallas) y un uso diurno compatible con la vida de todo el mundo. Todo ello, arropado por una cultura cívica mayor y un esquema regulatorio que no sea tan absurdo como el que tenemos que facilitara a asociaciones y promotores la claridad y la seguridad a la hora de trabajar. No se puede estar pendiente de que te aprueben a última hora el permiso. En el sector musica más que en cualquier otro la administración actúa como una rémora".
Desde el consistorio berlinés, sin embargo, se ha entendido que el ocio nocturno y la cultura son fundamentales para la economía de la ciudad. Inteligentes como para convertir su dolorosa y reciente historia en un potente atractivo turístico, han sabido ver que la música y los negocios que derivan de ella pueden generar un flujo constante de visitantes dispuestos a rascarse el bolsillo.
Mientras, en la página oficial del MyFest ya ha comenzado la cuenta atrás para la edición 2015.
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