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Activos Especiales

Valencianos en Nueva York: así son un siglo después de la gran migración

VICENT MOLINS. 12/04/2014

Justo al transcurrir un siglo desde la gran migración de valencianos a Nueva York, nos acercamos a los que ahora trabajan en la sala de máquinas de una de las capitales del mundo. Iñaki Berenguer, Nacho Valle, Alba Parejo y Guillermo Barreira muestran su día a día

VALENCIA. Dos veces al año en Nueva York el sol se alinea con la Calle 42, ilumina la larga avenida que cruza de este a oeste Manhattan, embadurnándola de color cobre. Una bocanada de luz menguante canalizada entre rascacielos. El sol se pone como descendiendo bajo el asfalto, como pasando al subsuelo. Para la ciudad tiene carácter de solsticio y recibe el nombre de Manhattanhenge.

En la Calle 42, y en tantas otras, toda una milicia de valencianos desembarcó en la primera y segunda década del siglo pasado. Valencianos en Nueva York. Suena bien. O no tanto. Es uno de los flujos migratorios más desconocidos, pero llevó a miles de paisanos hasta la ciudad de la costa este americana en busca de jornal. Abrieron el túnel del metro que conectaría Brooklyn con Manhattan, clavándose bajo el agua y cavando el subterráneo con la piel perpetuamente en remojo; fueron hormigas manteniendo el puente de Brooklyn; vieron al Empire States alzarse, aunque no participaron de su construcción porque no eran una mano de obra lo suficientemente cualificada. Casi todo ellos, pequeños jornaleros del campo que en las comarcas valencianas de secano esperaron sin éxito la llamada de los caciques, imaginaron el dorado en Nueva York después de que les llegara a los oídos que allí, al otro lado del mundo, se necesitaban peones y se comía todos los días.

El periodista Juli Esteve, metido en un coche entre pueblo y pueblo, grabación tras grabación, me detalla aquello que lleva entre manos. Un material épico -por tamaño- y que apunta a testimonio histórico del curso. Graba estos días Valencians a Nova York, el proyecto para plasmar en un documental los lances de aquellos hombres, y que sin embargo, por volumen, va a terminar produciendo un libro y 4 documentales. Los dos primeros estarán listos para septiembre y octubre.

"Nos hemos visto enfrascados en el homenaje más grande a la inmigración valenciana; gente -explica Esteve- que salió a buscar soluciones drásticas a problemas trágicos. Fueron extremadamente valientes para marcharse a un país del que no sabían nada".

Durante varios meses el equipo de Juli Esteve ha rastreado el archivo de los puertos de entrada, a través de los fondos documentales de Ellis Island, donde están registradas las llegadas de todos aquellos que cambiaron de continente sin saber del todo su destino. Han localizado entre los pueblos valencianos a cerca de un millar de hijos, sobrinos y nietos que aportan su memoria y varios diarios de vida.

–¿Por qué se iban a Nueva York, Juli, y no a Argelia o a Francia, como solía suceder?
–Era un momento en el que en Nueva York había mucha demanda de mano de obra. En un día allí cobraban lo que aquí en un mes. Cuando volvían a Valencia y lo contaban les decían "¿cómo?, ¿pero eso cómo puede ser?". Y el efecto llamada aumentaba. Pero tuvieron el problema de la crisis del 21, por la que muchos se quedan sin trabajo, y luego la del 29. Después de estar 10, 12 años, muchos se vuelven. Algunos incluso llegaron a ser alcaldes de sus pueblos.

Un siglo después de la presencia masiva de valencianos en Nueva York, reunimos a algunos de los que les han tomado el relevo; aunque esta vez su entrada en la sala de máquinas de la ciudad tiene un cariz distinto.

Alba Parejo trabaja en el consulado de España, como gestora del departamento cultural. Llegó para perfeccionar su inglés con la idea de permanecer sólo unos meses. Lleva 3 años y medio. Ha formado parte de la exposición Guastavino: Palaces for the people, inaugurada hace un par de semanas en el Museo de la Ciudad y que homenajea a Rafael Guastavino Moreno, el arquitecto valenciano que levantó buena parte de las primeras celebridades constructivas de la Gran Manzana, desde la estación Grand Central Terminal hasta la sala de registros de Ellis Island, curiosamente el primer lugar que pisaban los inmigrantes from Valencia.

Alba Parejo vive en Lower East Side. De lunes a viernes viaja en metro desde la calle 58 a Lexington, donde está su oficina. Nada de Nueva York le retrotrae a casa excepto la luz en los primeros días de primavera. "Me recuerda a los primeros días de marzo en Valencia...". Ve Mad Men y luego rastrea los escenarios en vivo. Le gusta escaparse a 'Lobster Place' en Chelsea Market, "comer una langosta en cualquier banco de la calle y pasear por el Highline hasta llegar a Chelsea para visitar galerías".

–¿Cómo es Nueva York para ti?
–Es una ciudad muy dura, que te pone zancadillas cada día y en la que el nivel de competitividad es extremo, así que nada ha sido, ni es, fácil. Saca lo mejor de ti pero también puede sacar lo peor, creo que esa es una de las razones por las que es una ciudad de paso, en la que todo el mundo llega, trabaja duro, y se va. En esta ciudad todo gira en torno al dinero, al puesto de trabajo que tienes, a lo exitoso que eres o la prometedora carrera que tienes. Pero si trabajas duro, da oportunidades a todo el mundo.

–¿Qué te gustaría reproducir en Valencia?
–Me encantaría que se implantara el sistema de gestión con el que trabajan aquí, que dejáramos de depender del dinero público y que los jóvenes estuviéramos más interesados e implicados en la cultura.

–¿Volverás?
–Aún no, pero sí en unos años. No he encontrado la calidad de vida de Valencia en ninguna otra ciudad de Estados Unidos. 

Nacho Valle es director de la Y Gallery, la galería "enfocada a artistas contemporáneos emergentes que trabajan todo tipo de disciplinas". "Es un galería -me describe Valle-  totalmente posicionada en la ciudad y que hace muchas ferias, con artistas importantes y un proyecto definido. Mi trabajo es coordinar todo eso y preparar las exposiciones y ferias, a la vez que estar en contacto constante con los artistas y coleccionistas".

La última vez que hablé con él fue hace año y medio, cuando se resistía a dejar la galería Valle Ortí, en la calle Avellanas de Valencia, a pesar de las ofertas que repicaban su puerta. Era un pulso inclemente con una ciudad que parecía darle la espalda. Uno de los mejores galeristas españoles fichado por una pujante galería de Nueva York después de que las instituciones de arte moderno valencianas apenas repararan en él.

–¿Qué ha cambiado desde entonces?
–Ha cambiado todo. Aquí ves que lo que haces tiene un sentido y que la gente lo valora. En Valencia el apoyo era muy minoritario, la ciudad no quiere galerías de arte contemporáneo.

Valle vive en Williamsburg, al norte de Brooklyn, y tras 10 minutos en bici llega al trabajo, en el Lower East. "Como su propio nombre indica, al lado derecho del bajo Manhattan". Rinde visita a la sección de mamíferos americanos del Museo de Historia Natural. "Son increíbles". Es devoto de los sandwiches vietnamitas de Saigon, en Chinatown, y corre, corre mucho por Central Park, Prospect Park y el FDR.

–¿Cómo te trata Nueva York?
–Estoy ilusionado, disfrutando. Mi ciudad siempre será Valencia, es donde siempre volveré, pero aquí me siento como en casa, nos caemos bien, y me voy a quedar varios años.

–¿Cómo es tu contacto con Valencia?
–Me entero de lo que pasa, aunque a veces intento no pensarlo ya que me pongo de bastante mala hostia. Desde la distancia veo que las cosas no funcionan, y la verdad es que no tengo ninguna esperanza de que mejoren a corto plazo.

El valenciano Iñaki Berenguer vendió en 2012 Pixable -un agregador de fotos online- a Singapore Telecom a cambio de 27 millones de dólares. Antes había llegado desde la Politéncica a estudiar a la Universidad de Columbia con una beca Fulbright. Anda enfrascado en un nuevo reto, Contactive.

"Somos 14 ingenieros, informáticos y matemáticos trabajando desde Manhattan. Trabajamos en un identificador universal de teléfonos para el móvil. Cuando tu teléfono suena, te podemos decir antes de descolgar quién te está llamando. Si es un telemarketer, un amigo, un cliente, el ayuntamiento, el mecánico del coche...

–¿Y cómo lo hacéis?
–Creamos un directorio de teléfonos universal, con casi mil millones de números de teléfono actualmente, asociando información de Linkedin, Facebook, Twitter... Queremos que cuando te llamen, puedas decidir si descolgar y estar preparado para hablar.

Berenguer vive en la intersección entre los barrios de Chelsea y el West Village. Lleva cinco maratones y sale a correr por Central Park. Quizá alguna vez se cruzó con Nacho Valle, aunque no se conocen. Vuelve a Valencia 4 veces al año y tiene detectada una diferencia cultural de primer orden: "aquí los niños quieren ser Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg. Y esto es porque salen en las portadas de las revistas, como si fueran futbolistas. Necesitamos que los casos de éxito empresarial en Valencia como Roig, Lladró, Serratosa, Ricardo Montesa, Federico Michavila, José Juan Fornés, o Colonques se vuelvan modelos a seguir".

–¿Cómo te sientes en Nueva York?
–No siento que estoy en mi ciudad, pero tampoco me siento un inmigrante. Es difícil de explicar. Supongo que es como un lugar de vacaciones y de paso. Muy pocas de las personas que conoces aquí llevan más de 10 años. No creo que esta sensación se pueda tener como inmigrante en ninguna otra ciudad.

–¿Podrías haber creado Contactive en Valencia?
–De cara a lanzar una empresa que quiere cambiar el mundo, en Nueva York te puedes aprovechar de tener acceso a tanta densidad de talento. Aquí puedes encontrar al mejor equipo humano. En Valencia se pueden lanzar empresas líderes mundiales, pero no en cualquier sector.

De Manhattan a Astoria, Queens. Es donde reside Guillermo Barreira. Deja a su hija en el colegio, coge 3 metros distintos, llega a los estudios Greenpoint, el lugar de residencia de su productora audiovisual. A veces va al cine Angelika Sunshine ("es la misma experiencia que ir a los Babel"). A veces queda con la peña valencianista de EEUU para ver los partidos de su equipo. Es un fijo en los festivales de música Afropunk de Forest Hill y el Celebrate Brooklyn de Prospect Park. Tiene la membresía del MoMA y nunca se pierde la convención de cultura pop Comic Con. "Son lugares donde es imposible no ser feliz"

–¿Cuál sería el estado de Whatsapp de tu vida en Nueva York?
–"Viviendo un lunes continuo¨. Todos los días son para mí lunes. Tengo muchas cosas pendientes, como mantener el contacto con amigos que hace tiempo que no veo, y es como decir "el sábado les escribo un e-mail". El problema es que llega mañana y sigue siendo lunes. Y es lunes porque no estoy en Nueva York para otra cosa que para trabajar.

–¿Cómo es tu trabajo?
–Hace años abrí una empresa audiovisual de producción y auxiliar, y hoy en día produzco en co-producción. Con mis asociados hemos entrado ahora en la industria de la publicidad, de modo que últimamente se me ve dirigiendo comerciales.

–Pero te decidiste por Nueva York...
–Mi mente estaba en este proyecto antes de que en España la gente perdiera su capacidad adquisitiva y sus trabajos. Las limitaciones del audiovisual en Valencia vienen de lejos y están descompensadas con la gran calidad que tiene la formación. A todos los licenciados de las nuevas carreras artísticas nos humillaron haciéndonos sentir inútiles, presentando el trabajo como un privilegio en vez de como un derecho. El acceso al trabajo se regía por leyes no escritas que no filtraban de forma justa. En Nueva York, claro, no pasa eso.

–¿Qué te impacta más de la ciudad?
–La autoestima que se tiene, aunque no haya ninguna razón para tenerla. La autoestima misma crea las razones, y ese es el único motivo por el cual este país le puede ganar en algo a cualquier europeo. Llevarlo al extremo es algo que ellos llaman el "American Exceptionalism¨, y se pasa tanto que es de risa. Es sin embargo el gran escudo ante las adversidades.

–¿Cómo te gustaría regresar a Valencia?
–Con una ciudad evolucionada, que crea en lo que tiene y en lo que se puede convertir, y sobre todo que fomente la cultura y la investigación, y no se lo siga regalando a otros lugares del mundo.

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1 comentario

pau escribió
12/04/2014 15:37

Teresa Morell va obrir la porta per a investigar l'emigració valenciana a Nova York amb el seu llibre "Valencians a Nova York". http://www.edicions96.com/ca/botiga-online/Catalog/show/valencians-a-nova-york-el-cas-de-la-marina-alta-1912-1920-151

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