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El promotor y presidente del Valencia CF que quiso dotar al club de uno de los estadios más ostentosos del mundo, se enfrenta a una acusación de intento de secuestro
VALENCIA. Juan Bautista Soler es para muchos el símbolo de una época. Vástago de Bautista Soler, uno de los hombres clave en la historia reciente de la promoción inmobiliaria en la Comunitat Valenciana, se enfrenta hoy a uno de los episodios más complicado de su vida.
A la mala situación que atraviesan sus negocios a causa de la crisis del ladrillo se ha sumado su detención por la supuesta implicación en un plan para secuestrar al también empresario Vicente Soriano, a causa de un incumplimiento de contrato en un proceso de compraventa de acciones del Valencia Club de Fútbol.
El camino que ha llevado a este empresario del éxito a la desolación se inició hace décadas de la mano de su padre y fue creciendo al ritmo de la propia burbuja inmobiliaria, convirtiéndose en habitual de los cenáculos del poder en Valencia y haciéndole ahora partícipe de algunas de sus aristas judiciales, como el caso Nóos o el Banco de Valencia.
#1 Los orígenes del hombre de negocios. Instruido por su padre en el negocio inmobiliario, empieza a llevar sus propias actividades recién superada la treintena, a finales de los años 80, coincidiendo con la constitución de la firma Urbanas de Levante, una empresa que despunta en la Valencia del cambio de siglo.
#2 El inicio de la escalada. Aprovechando el desarrollo del negocio turístico y residencial, Soler decide dar identidad a su actividad, constituyendo en 2002 su propio holding, Grupo Juan Bautista Soler, participado al 50% con su mujer. A través de su sociedad y a título personal participa en actividades tan diversas como la explotación de salas de cine -contaba con la propiedad de alguno de los míticos cines de la Gran Vía madrileña- u hoteles en solitario o junto a sus hermanos Victoria y Javier.
#3 Otro señor del ladrillo. Hasta ese momento, Soler es uno más en la actividad inmobiliaria valenciana y carece de la popularidad de otros primeras espada del negocio que, incluso con menos fortuna personal, viven como auténticos protagonistas del boom. Una situación que da un vuelco en 2004.
#4 En busca de los laureles. Será la decisión de su padre de financiarle la adquisición de acciones del Valencia Club de Fútbol el 4 de junio de 2004 lo que le permitirá a Juan Bautista Soler adquirir una relevancia social que resulta, en un primer momento incompleta. Aunque él era el dueño, Jaume Ortí seguía ocupando inicialmente la presidencia del club, asumiendo la representación institucional en uno de sus años de máximo esplendor.
Ya antes de la operación de compra, Ortí había podido levantar entre las aclamaciones de la afición el trofeo de la Liga de la temporada 2003-2004 y la Copa de la UEFA el 19 de mayo de 2004, tras la victoria del equipo frente al Olympique de Marsella en la ciudad sueca de Goteborg.
#5 El triunfo. La imagen del dueño, Juan Bautista Soler, relegado a un segundo plano, mientras Ortí departía la noche del 27 de agosto con el Príncipe Alberto de Mónaco en el Estadio Luis II, durante un partido que permitiría al Valencia hacerse con su segunda Supercopa de Europa al derrotar al Oporto, era una estampa que no se volvería a repetir, en ningún sentido.
El día 5 de octubre de ese año, Soler se convierte en el trigésimo tercer presidente del club, pero la evolución de los acontecimientos será muy distinta a la de su antecesor, tanto en lo deportivo como en lo político y judicial.
#6 La hora del éxtasis. La salida del entrenador Rafael Benítez antecede a una sucesión de modestos resultados deportivos en la temporada 2004-2005, que llevan a tensiones y cambios en el organigrama deportivo y administrativo del club. Sin embargo, Soler inicia una política de fichajes entre los que destaca el del David Villa, por el que se paga una cláusula de rescisión de 12 millones de euros al Real Zaragoza en la temporada 2005-2006; o de Joaquín Sánchez por 25 millones de euros en 2006 al Betis, el fichaje más caro de la historia del equipo.
Pero el momento cumbre de su mandato llegará el 10 de noviembre de 2006, cuando descubra junto a la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, y el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, la maqueta del que iba a ser el Nuevo Mestalla, en la avenida Cortes Valencianas. Un proyecto de 344 millones de euros para un coliseo con capacidad para 75.100 espectadores a la altura de los principales clubes de Europa.
#7 La derrota. La crisis inmobiliaria se ceba en la operación del nuevo campo. Sin comprador para la parcela del actual campo de la avenida de Suecia, con unas discretos resultados deportivos y malos datos económicos, los problemas van creciendo tanto en las cuentas del club como las del propio Grupo Juan Bautista Soler.
El empresario termina por dimitir el 12 de marzo de 2008, aduciendo problemas de salud. Las obras de construcción del nuevo campo, asignadas a la unión temporal de empresas (UTE) formada por FCC y el Grupo Bertolín, se paralizan el 25 de febrero de 2009 por falta de fondos, a la espera de tiempos mejores.
#8 El regate fallido. A medidados de 2009, a la desesperada, Soler intenta evitar la pérdida de su control accionarial del club, forzada por una ampliación de capital impulsada por Bancaja que evite la declaración de concurso de acreedores. Antes de que se cerrara el plazo para la operación, el empresario y expresidente valencianista Vicente Soriano le ofrece una alternativa: comprarle las acciones y vendérselas a su vez la firma uruguaya Inversiones Dalport. Sin embargo, la operación no pudo llevarse a cabo: los supuestos inversores desaparecieron en el último momento y Soler perdió su condición de máximo accionistas, al tiempo que se devaluaba contundentemente su participación.
#9 El desplome. Tras diversos avatares, Juan Bautista Soler solicita el 10 de abril de 2013 el concurso de acreedores para Urbanas de Levante, la matriz de su grupo empresarial y tenedora de las acciones del Valencia Club de Fútbol, ante el juzgado mercantil número 2 de Valencia.
Precisamente es la operación con Vicente Soriano la puntilla que lleva a este desenlace, a pesar de que el febrero de ese año el Tribunal Supremo daba la razón a Soler y obligaba al pago de 39 millones de euros por el incumplimiento del contrato de venta de acciones tanto a Soriano como a Inversiones Dalport.
#10 La resaca. Pasado más de un año desde la decisión judicial, las empresas de Soler siguen sin levantar cabeza y el pago de esos 39 millones de euros no se ha producido. Además, en mayo de 2013, el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, le imputa junto a otros nueve empresarios y exconsejeros del Banco de Valencia por la obtención de créditos y préstamos hipotecarios supuestamente fraudulentos que contribuyeron a la quiebra de la entidad.
Ya antes se había tenido que sentar ante el juez Castro, instructor del caso Nóos, en enero de 2012 por la entrega al instituto presidido por un miembro de la Casa Real, Iñaki Urdangarín, de 30.000 euros del club para la celebración de la Valencia Summit, uno de los actos investigados en la pieza separa del caso Palma Arena.
"En el Valencia no había dinero, ya que la entidad estaba en pérdidas, por lo que el declarante no era partidario de dar dinero. No obstante", recoge la trascripción de la declaración, "se sintió obligado, debido a que era Iñaki Urdangarin quien lo pedía". Toda una declaración de principios.
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