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VALENCIA. El periodista y escritor Bernardo Carrión es un lletraferit. Está enamorado de la literatura, de escribir. Es también una persona inquieta, curiosa. Hace aproximadamente cinco años tomó parte en unos talleres literarios impartidos por Santiago Posteguillo ("cuando aún tenía tiempo para ello") y Antonio Penadés. A raíz de ello, junto a un grupo de aficionados a la Literatura crearon un club, una suerte de actualización de la Academia de los Nocturnos en la Valencia del siglo XXI. La llamaron El Cuaderno Rojo y en ella se encontraban once autores-lectores-amantes de los libros, entre los cuales estaban los cinco que iniciaron la aventura VLCNegra el año pasado: Marina López, Jordi Llobregat, Santiago Álvarez, Joana Chilet y el propio Carrión.

Para esta segunda edición siguen cuatro de los cinco (Chilet se ha tenido que desenganchar por cuestiones de tiempo). Carrión, que compagina su pasión por las letras con su trabajo al frente de su agencia, se encarga de la Comunicación, pero también de audiovisuales, de artes escénicas... "Somos un equipo", apunta. Todos colaboran. Jordi Llobregat, el impulsor, el que tuvo la idea, les mueve.

VLCNegra, que se anuncia con el sugerente lema El negro no es un color, está poniendo en marcha la cuenta atrás de su calendario. Del 9 al 18 de mayo de este año, Ruzafa acogerá un rico y variado programa de actividades en torno al género de moda. Hoy, que el futuro parece más negro que nunca. La nómina de escritores se está cerrando, pero Carrión calcula que invitarán entre 20 y 30 autores nacionales. Entre ellos, Juan Madrid o Andreu Martín, invitados a la primera edición. "Uno de los dos, seguro, repite", comenta. Y Lorenzo Silva. 

El pistoletazo de salida, y nunca mejor dicho, será su certamen de miniclips que anunciarán este mismo jueves a través de sus redes sociales. El concurso se celebra bajo la denominación #60ennegro y se dividirá en dos secciones: Versión original, para obras nuevas, y Remake, para revisiones de escenas o historias clásicas. Todos los vídeos deberán durar 60 segundos y el premio, modesto pero inteligente, permitirá al ganador acudir al Festival de Cine de San Sebastián y gozar de los mismos privilegios que cualquier joven cineasta invitado: alojamiento, bono de películas... "Este año VLCNegra será más ambiciosa. Queremos captar a los jóvenes que tienen un iPhone", explica. Y ahí se enmarca un concurso pensado "para que los jóvenes puedan demostrar su talento", apunta.

Carrión atiende por su teléfono móvil en el bar donde se ha concertado la cita. Es un pequeño local en el barrio chino de Valencia, en la calle Viana. El local huele a fritanga. Atiende una joven de aspecto eslavo, seria, seca. Come quicos ruidosamente mientras una joven prostituta entra a hablar con un chico. La que regenta el local se burla de ella. "Eres demasiado vieja", le dice. La calle se encuentra a apenas doscientos metros de la Plaza del Ayuntamiento. Por la calle pasan dos motos de la Policía Nacional.

La vida negra pasa al lado de la escrita. ¿Quizá sea el ambiente sórdido de nuestros días el que invita a sumergirse en la novela negra? No necesariamente según Carrión. Él piensa que en realidad el éxito de su primera edición, el hecho de que haya una segunda y que las expectativas sean buenas, lo que demuestra es que llenan "un hueco en el ambiente literario que no veíamos que se fuera a cubrir". 

Parecida opinión expresa horas después su compañero y director del certamen, Jordi Llobregat. "El motivo es resistir ante lo que ocurre en el ámbito cultural, tener ideas, hacer cosas frente a la crisis o la dejación. Nosotros montamos encima de caballos de ilusión que hacen disfrutar a la gente", asegura.

Para Llobregat lo que realmente ha sucedido con el género es que se ha producido una percepción diferente a la hora de hablar de novela negra. "Antes, cuando se hablaba de novela negra se pensaba en libros sobre delincuentes, prostitución, crímenes, policías, pero no en corrupción". Ahora muchos quieren incluir a Crematorio, el éxito de Rafael Chirbes, dentro del género. Cabría deducir que lo que sucede es que la realidad es más negra. La de todas las ciudades. Y es tan negro el barrio chino como un juicio por prevaricación.

Hay una nueva percepción del género. Así lo cree Lorenzo Silva, quien en la presentación del premio de Novela Negra de la institución Alfons El Magnànim reivindicaba esta nueva relectura. El escritor y editor aseguraba que la novela negra ha sido durante años "despreciada y denostada, especialmente en España". Pero ahora lanza en el momento actual "un mensaje especialmente pertinente". "En pocos lugares como en la novela negra se cuenta de forma más genuina nuestro fracaso colectivo de los últimos años", dijo.

El I Premio Novela Negra València ha recaído en el joven sevillano Manuel Barea por su opera prima Vertedero. Ambos escritores estuvieron acompañados por la diputada de Cultura de la corporación provincial, María Jesús Puchalt, y el nuevo director del Magnànim, Vicent Ribes-Iborra. Vertedero, que ha sido publicada por Lengua de Trapo, retrata la marginalidad de los suburbios de una ciudad española del sur con un atraco fallido como motor de la historia y una estructura original que apuesta por el punto de vista del delincuente. Escrita en dos meses como forma de evadirse del trabajo de fin de carrera, la novela toma influencias del cine negro y de realizadores como Quentin Tarantino y de las lecturas del propio autor, que citó, entre otros, a Raymond Chandler.

Barea nunca había pensado en ser "escritor per se". Se presentó porque le gustaba escribir y el premio le ha venido muy bien, admitía muy agradecido, porque "lo necesitaba". Su novela se suma a un catálogo cada vez más amplio. Y lo hace con las mejores referencias, ya no sólo por el premio, sino también por la bendición de Silva, quien destacó que se trataba de una historia "extraordinariamente bien escrita".

La entrega oficial del galardón tuvo lugar este miércoles noche en una velada literaria que sirvió de "aldabonazo de salida" de los encuentros literarios bimensuales organizados por el Magnànim para acercar la institución a todos los públicos. El lleno lo tuvieron.

Quinientos metros hacia el interior del barrio chino, la delincuencia común seguía su subsistencia. Quinientos metros hacia la calle Colón, varios miles de manifestantes llenaban la calle Lauria con una manifestación no autorizada, convocada a través de redes sociales contra la Ley del Aborto y la Ley de Seguridad Ciudadana. Furgonetas policiales, cánticos, pintadas en un Mercadona y una sucursal bancaria. Este miércoles, Valencia fue una ciudad más negra. El negro no es un color. Los miembros de VLCNegra lo saben.