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VALENCIA. Durante el mandato de Francisco Camps, sobre todo en la recta final del mismo, se extendió entre los medios de comunicación una tesis difundida desde distintos cuadros del Partido Popular de la Comunitat Valenciana: el presidente viviía en una 'burbuja'.
Una pompa principalmente mediática donde entraba y salía lo menos posible o, al menos, de forma muy controlada. El círculo era reducido y se supervisaba la información que recibía el jefe del Consell, sobre todo a partir del estallido del caso Gürtel en el año 2009. Más aún se medían las apariciones y declaraciones de Camps en público, hasta llevarlas a la mínima expresión y siempre en un contexto de máxima seguridad.
Un círculo poblado por el equipo de Presidencia de la Generalitat y por algunos miembros del Consell y del partido, como el actual presidente de Les Corts, Juan Cotino, que ejercía un poder casi supremo a menudo 'en nombre del president', fuera o no quien daba las órdenes.
Ahora, dos años y medio después de la llegada al poder de Alberto Fabra, empieza a hablarse dentro del PPCV de una nueva burbuja en la que el jefe del Consell empieza a imbuirse. En este caso, un reducto de carácter más orgánico y estratégico que mediático, dado que el actual presidente, a diferencia de su predecesor, sí viene llevando una política generalmente aperturista en el apartado de comunicación. El jefe del Consell da la cara, si bien los argumentos que maneja a menudo no están apuntalados o, directamente, son más que discutibles.
Diversas fuentes populares presentes en la Convención Política del PP celebrada en Valladolid han utilizado precisamente el término ‘burbuja' para referirse al presidente y a la comitiva que más estrechamente le ha acompañado durante el pasado fin de semana.
Un grupo férreamente vinculado al secretario general del PPCV, Serafín Castellano, al que se suman los referentes más próximos a Fabra como son el conseller de Economía, Máximo Buch, el titular de Sanidad, Manuel Llombart, o la secretaría autonómica de Comunicación, Lola Johnson, además de la secretaria autonómica de Organización, Esther Pastor.
Concretamente, Castellano es el principal impulsor, secundado por el portavoz de Les Corts, Jorge Bellver, de la estrategia de agitar las señas de identidad como baluarte electoral frente al ‘tripartito'. Una iniciativa que, al margen del acuerdo que pueda existir con el fondo de la cuestión, muchos dirigentes del partido consideran fútil y forzada. Sobre todo para el presidente Fabra, quien no se ha caracterizado en el pasado por su beligerancia en aspectos como la unidad de la lengua, sino más bien al contrario.
Un conflicto, especialmente el desenterrado con la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), que amenaza con elevarse y que ya está complicando la existencia a referentes como la consellera de Educación y Cultura, María José Catalá.
Si a ello se unen decisiones arriesgadas que el presidente ha adoptado de forma personal, como el cierre de Radiotelevisión Valenciana (RTVV), Fabra se presenta con una estrategia general de difícil encaje y acompañado de un núcleo reducido de colaboradores de cuyo acierto duda el grueso del PPCV y parte del Consell.
Así, crece el debate en el seno de los populares valencianos sobre si esta jerarquía orgánica y discursiva establecida será la definitiva para enfrentarse al reto electoral de 2015: de ser así, la unidad en la formación popular apunta a mantenerse en duda en los próximos meses.
Me gustaría poder enviar al Fabra, al Camps, y a toda esa chusme, y sin que nadie se ofenda, a la puñetera mierda, por las declaraciones tan hipócritas como sus gestos con el Camps acaronant tan tiernamente al Fabra y con todas las declaraciones esas que hace el Fabra pretendiendo decirnos que es valenciano... y ¿cómo pudiste meternos en Castellón la representación del IEC? Nos quieres decir con qué objeto? Tú no eres de ellos, de los paísos? Cómo se puede ser tan cínico?
En l'actual fase, el conflicte no val ni per a restablir el lideratge de Fabra davant dels seus, li manca credibilitat i combustible. En aquest punt la credibilitat la donaria un conflicte amb Madrid, una conversió al regionalisme estricte, el PAR, vaja. Alhora això comportaria la implosió del projecte actual de la dreta a la Comunitat Valenciana.
El pp reniega de los signos de identidad del pueblo valenciano, de su lengua, su cultura, su television,... y cede ante todas las pretensiones de Madrid, adeptando una financiacion deplorable y que nos conduce a la miseria.
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