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La comercialización de la antigua Ciudad Ros Casares continúa centrado en el alquiler a la espera de los permisos para iniciar el proceso de venta
VALENCIA. El cambio de propiedad, nombre y objetivos de la antigua Ciudad Ros Casares, actual Ciudad Gran Turia tras la compra del 100% de la sociedad por parte de SabadellCAM, no ha arredrado a sus inquilinos. A la espera del visto bueno para el proceso de venta, la comercialización se está beneficiando de la actual estabilidad en el alquiler de oficinas.
Tras años de descensos continuados e indiscriminados, en 2013 la suerte ha ido por barrios. Mientras que buena parte de la oferta ha seguido con el cartel de 'se alquila' o 'se vende', en el caso de Valencia la caída se ha amortiguado en determinadas zonas, como advierte el informe anual de la tasadora Tisa.
En la ciudad, el paseo de la Alameda y la Ciudad de las Artes y las Ciencias; y los polígonos empresariales del extrarradio, como en la Ciudad Gran Turia, ha mostrado una estabilidad de la demanda, moderando la caída general de precios, según el estudio.
INQUILINOS A LARGO PLAZO
Aunque el complejo contiguo al Polígono Vara de Quart no ha tenido nuevas incorporaciones, ha mantenido la cartera de clientes. En un mercado en el que las bajas se suceden en otros parques empresariales, la continuidad es un buen síntoma, según fuentes inmobiliarias.
A día de hoy, el complejo mantiene el arrendamiento a largo plazo de espacios de 1.000 metros cuadrados cada uno con las compañías Adidas, Asics, Boltech, General Electric, British Telecom, Cruz Roja y la propia comercializadora del complejo, Solvia, la filial inmobiliaria del SabadellCAM,.
Además de la oferta de oficinas, se prevé comercializador en un plazo corto de tiempo 648 lofts, 130 oficinas y 20 locales comerciales. Teniendo en cuanto la práctica habitual de la entidad, se prevé una agresiva campaña de comercialización centrada especialmente en el precio.
CASI UN AÑO DE PROPIEDAD
En abril del pasado año, la entidad asumió la totalidad de las participaciones de la sociedad gestora del complejo, pero no fue hasta cinco meses más tarde cuando se firmó el acuerdo, a cambio de perdonar la deuda de 232 millones de euros que mantenía Ros Casares con la CAM.
Esta primera incursión de la empresa metalúrgica en la negocio inmobiliario comenzó su comercialización en pleno estallido de la burbuja inmobiliaria, que frustró sus planes de negocio. Al tiempo, la propia entidad de crédito que había confiado en la iniciativa, la CAM, se enfrentó en esas fechas a una intervención estatal que terminó por ponerla a la venta para ser comprada por Sabadell.
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