VALENCIA. No existe el teatro alternativo. Es una etiqueta, una invención para acotar realidades muy diversas. Así lo cree el dramaturgo y director valenciano Xavi Puchades, quien sostiene que la efervescencia que se vive en la actualidad en la Comunidad Valenciana es simple y llanamente teatro. "No hablaría de escena alternativa, sino de gente muy buena que hace un teatro muy bueno, cada vez mejor y que sobrevive como puede", sostiene.
Este fin de semana presenta en La Rambleta Lúcid, un viaje a la lucidez y la locura a partir de un texto del argentino Rafael Spregelburd, un autor que conoce desde que se inició en el mundo de la cuarta pared. En 1995, el argentino presentó en Moma Teatre su pieza inspirada en textos de Raymond Carver Dos personas diferentes dicen hace buen tiempo. Después de asistir a una función, Puchades empezó a leer todos los textos de Spregelburd y del resto de autores argentinos de su promoción. Aquello marcó un antes y un después de lo que quería ver como espectador y de lo que quería dirigir como creador.
"Reparé en una economía de medios que enriquecía muchísimo la experiencia teatral. Aprendí que con un buen texto y buenos actores no hace falta más en escena. Y creo que debe aprenderse eso, cómo hacer buen teatro con pocos medios, pero sin perder la dignidad profesional y artística. Porque cuando no hay dinero para producción, pagas con tiempo. Y eso es otra cosa que hay que entender: un buen texto no se escribe en cuatro días. Es más, cada vez estoy más convencido de que los textos más potentes se escriben al lado de los actores, a pie de escenario", concluye el dramaturgo valenciano.
Lúcid no ha sido la primera ocasión en que Spregelburd ha hablado en valenciano. Unió Temporal d'Actors montó La tossuderia en una versión de Juli Disla que contó con la dirección de Toni Agustí en 2012. En el caso del Lúcid que dirige Puchades, la obra ha visitado ya tres escenarios diferentes: la sala Ultramar, donde dio sus primeros pasos, el teatre Micalet y ahora La Rambleta, donde sólo estará dos días.
LA EXCELENTE SALUD CREATIVA DE LAS TABLAS VALENCIANAS
"Lúcid es una historia muy próxima, con la que empatiza un público muy diverso. Está repleta de sorpresas y giros inesperados que transmiten una idea confusión permanente que desemboca en una inesperada lucidez final", anuncia. Lúcid, que se estrenó en junio, es una obra muy especial, "un torbellino", de cuyo argumento no se pueden contar muchas cosas, apenas vislumbrar, ya que sería, dice, "ir de spoiler en spoiler, descubrir sus secretos". "Me gusta denominarlo OVNI, un objeto escénico no identificado, por su cambio constante de forma y por su capacidad para abducir al espectador". Quizás es una de las propuestas más atractivas que se puede hallar en la cartelera actual, ejemplo de la excelente salud creativa de las tablas valencianas.
Para Puchades, la escena valenciana ha aportado trabajos de gran calidad en los últimos años. La incorporación de "un incipiente grupo de jóvenes de creadores y compañías muy interesantes" que está aportando nuevos públicos. ¿Hay un nuevo teatro valenciano? "No me gustan las etiquetas. Tampoco la de 'emergentes'; es simplificar la realidad. Ahora hay gente con trayectoria y otra que está comenzando con muchas ganas de llegar al espectador, con curiosidad y talento. Que aparezcan nuevos creadores es fundamental para que el teatro perviva. Es muy importante el reciclaje, y, personalmente, intento estar al tanto de todo lo que se cuece, creo en la importancia de que haya un intercambio generacional, transmitirnos ilusiones unos a otros. Me gusta pensar que el contacto entre generaciones es muy intenso ahora, y lo será cada vez más. En los últimos años siento que estamos bastantes unidos, todos, actores, dramaturgos, compañías... Eso creo que no había pasado antes y de esta forma", asegura.
Tras la Rambleta será el turno de la sala Ultramar donde Puchades ofrecerá un programa especial, entre el 13 y el 16 de febrero. Serán funciones donde se representen tres piezas teatrales breves en un programa conjunto, tres por uno. La primera, El mentider, la creó junto al actor Angel Figols. La segunda, El escondite, junto a Mercè Tienda. Y por último REcordis, concebida junto al binomio formado por la propia Tienda y Verónica Andrés.
Las tres piezas giran en torno a los recuerdos en situaciones muy diversas. Son tres obras realizadas para destinarios diferentes, según explica el propio Puchades, "trabajos realizados a pie de escenario y que a pesar de su diversidad guardan muchos puntos en común". "Es algo que estoy intentando hacer, crear junto a los actores y ver lo que somos capaces de hacer juntos".
Algo que le remite de nuevo a sus comienzos como director, cuando junto con Ana Campos y Ruth Atienza crearon Desidia (2003). Las propuestas de muchos de los creadores y compañías que surgieron a finales de los 90, opina Puchades, han alcanzado ahora una madurez completa y se nota al ver que sus obras son mejor acogidas por los espectadores. Piezas como La gente de Pérez&Disla, El Gran Arco de Eva Zapico o cualquiera de las de Pont Flotant, por solo citar a tres compañías, han demostrado que lo experimental no está reñido con llegar a un público cada vez más amplio y variado.
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