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Foto: Emilio Naranjo / EFE 

MADRID. "Nosotros...". El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri utilizó este pronombre, la primera persona del plural, para iniciar cada una de las frases con las que elaboró su discurso de conclusiones sobre los resultados de la entidad este lunes en la sede del banco en la Plaza de Castilla de Madrid. La fórmula no aparentaba un mero formulismo. El hombre al que el Gobierno encargó poner orden en el banco que amenazaba al sistema financiero español la usó de forma reiterada y en un contexto en el que parecía reivindicar el trabajo de un equipo que ha ido consolidándose en torno a su figura, la de un banquero que estuvo retirado pero por el que corría oficio suficiente para volver a la primera línea que había abandonado con su salida del BBVA.

Ese nosotros de Goirigolzarri, además de poner en valor a su equipo, sonó a reivindicación de una gestión que ha conseguido devolver a la entidad a beneficios. Es cierto que Bankia ha contado con miles de millones de ayudas públicas y que su mayor problema, el ladrillo, ha sido asumido por la Sareb, el banco malo.

Pero igual de relevante es el trabajo que se ha desarrollado desde que Goirigolzarri asumió las riendas, aplicando una manera de gestionar alejada de aspavientos o intrigas políticas. "Hay muchos cambios. La variación de las reglas del juego genera oportunidades, y nos coge bien posesionados: porque tenemos un balance sólido, porque estamos en un proceso de reestructuración, y porque al haber estado al borde del precipicio sabemos que el cambio es necesario", dijo el presidente de Bankia.

Pero no se quedó ahí: "Aun nos quedan muchas cosas que afrontar. Pero siendo muy realista, lo hacemos desde un equipo que está muy ilusionado por nuestro futuro. Estamos creando una nueva empresa, y la estamos creando entre todos. Tenemos la ilusión de una start up pero con experiencia".

Toda esa reivindicación del equipo, del trabajo hecho y del que aseguró aún queda por hacer para convertir al banco en una institución creíble para los clientes y para los mercados cobró sentido cuando Goirigolzarri tuvo que responder al tema más espinoso de los que hay sobre su mesa: la desinversión del Estado en el banco. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tiene el 68% del capital del banco cotizado -y el 100% de Banco Financiero y de Ahorros, BFA, la matriz del grupo- y el ministro de Economía Luis de Guindos anunció la semana pasada que ya se está planteando la privatización de esa participación.

PELIGRO DE PRECIPITARSE

Aunque Goirigolzarri trató de no enfrascarse en una decisión que, asegura, no le compete -"nosotros somos gestores, no accionistas"- deslizó un mensaje de prudencia en ese proceso de salida del Gobierno del capital. "De lo que se está hablando sería de un primer tramo de la privatización. Hay apetito en el mercado. Pero hay que asegurar que se hace con el timing correcto. Es muy importante que ese primer tramo de la colocación deje muy buen sabor de boca, que sea un realce al valor de Bankia", ha añadido Goirigolzarri.

El Gobierno tiene en mente colocar al menos un 10% de su capital a corto plazo. La cotización del banco ha tocado los 1,35 euros por título. Es el precio de refencia con el que el Estado recuperaría su inversión en la cotizada. Llegar a ese precio es el reflejo del apetito del mercado al que hizo referencia el presidente. Pero Goirigolzarri dejó caer que esa valoración, a la que considera que se ha llegado por la reestructuración que ha capitaneado, será mayor en el futuro si le permiten seguir trabajando.

"No me importa tanto el precio de la primera colocación de acciones como la media del precio a que se haga", dijo, en clara referencia a la posibilidad de que, en un plazo de dos años, que es el que apuntó como viable para la salida del FROB del capital, el precio al que se logre colocar sea sustancialmente mayor.

El temor de Goirigolzarri es que este proceso anunciado por De Guindos llegue demasiado pronto, con cosas por hacer, y que lo haga por cuestiones ajenas al banco. En 2015, con elecciones a la puerta, el Gobierno podría querer dar un golpe de efecto y recuperar parte de las ayudas públicas prestadas al banco.

"Ese primer tramo debe dejar un buen sabor de boca", dijo. La continuación, que no dijo, es que si no lo hace, la deriva de la cotización del banco se pueda torcer, el trabajo de su equipo, empañado y la imagen del banco o esa "autoestima recuperada", echada a perder. Demasiado en juego para un banquero nada amigo de extravagancias. 

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