VALENCIA. Empieza el espectáculo. Después de Sundance y Rotterdam, dos festivales que apuestan por el talento en ciernes y los cineastas emergentes, llega el turno de Berlín, que acoge la primera cita cinematográfica del año en que compiten auténticos pesos pesados de la industria. Entre el 6 y el 16 de febrero, la sede del Berlinale Palast acogerá el habitual desfile de estrellas, que este año se inaugura con los fuegos de artificio de Wes Anderson. Su nueva película, The Grand Budapest Hotel (2014), interpretada por Ralph Fiennes, Jude Law, Bill Murray, Willem Dafoe y Harvey Keytel, entre muchos otros, será la encargada de dar inicio a la carrera por el codiciado Oso de Oro.
Entre las cintas que integran la sección oficial de este año se incluyen tres al margen de la competición por los premios: La versión completa y sin censura de Nymphomaniac (Lars Von Trier, 2013), la última incursión en la dirección de George Clooney (The Monuments Men, 2014) y la más reciente adaptación de La bella y la bestia (La belle et la bête, 2014), una coproducción francoalemana firmada por el anodino Christophe Gans (El pacto de los lobos, Silent Hill).
Optando a los galardones, dos cineastas latinoamericanas de estilos muy diferentes, pero con una obra de indudable interés. Por un lado, la peruana Claudia Llosa, que ganó el Oso de Oro y el Premio Fipresci en 2009 con La teta asustada, su estupendo segundo largometraje. Esta vez compite con Aloft, producción internacional (con participación española, francesa y canadiense) que se estrenará en nuestro país el 28 de marzo, tras inaugurar el Festival de Málaga, con el título de No llores, vuela. La cinta supone un paso decisivo para la directora, que se enfrenta a su primera experiencia en inglés y con actores anglosajones (Jennifer Connelly, Cillian Murphy). Si su notable debut (Madeinusa, 2006) y su aclamada segunda película se centraban en problemáticas enraizadas en Perú, esta vez plantea un drama sobre el reencuentro entre una madre y su hijo, ambientado en Manitoba (Canadá).
La argentina Celina Murga todavía no ha logrado un espaldarazo internacional como el Oso de Oro. Su carrera se ha ido cimentando a base de conquistas más pequeñas, aunque significativas. Ana y los otros (2003) fue un debut que asoció la frescura de su estilo con Eric Rohmer y le reportó diversos reconocimientos en Venecia, Tesalonica o Río de Janeiro. Cine cotidiano y sincero, con unas señas de identidad alejadas del compromiso que impregna el trabajo de Claudia Llosa, pero poseedor de una mirada muy personal, que ratificó con su segunda película, Una semana solos (2007). En su caso, el hecho que marca un antes y un después en su trayectoria es la beca que obtuvo en 2009 para preparar un proyecto con la asesoría de Martin Scorsese. El resultado es La tercera orilla, su tercer largo de ficción (venía de realizar dos documentales), acerca de la tensa relación entre un padre y su hijo. Con ella buscará triunfar en la Berlinale.
Historia del miedo (2013) completa la terna latinoamericana en la sección oficial. Se trata de una coproducción entre Argentina, Uruguay, Alemania y Francia que supone el debut en la dirección de Benjamin Naishtat, y que pasó por la sección Cine en Construcción del pasado Festival de San Sebastián.
DURA COMPETENCIA
Cuentan con las mismas opciones que los demás, pero no lo van a tener fácil en un certamen en el que abundan los directores consagrados. Entre ellos, Richard Linklater, que ya ha presentado varias de sus películas anteriores en Berlín y esta vez regresa con Boyhood (2014), protagonizada por Patricia Arquette y Ethan Hawke. Aunque si de veteranos se trata, en la sección a concurso destacan dos por encima del resto: Alain Resnais y Yoji Yamada. El francés, de 91 años, presenta Aimer, boire et chanter (2014), donde adapta una obra teatral de Alan Ayckbourn. El japonés, que cumplió 82 años el pasado septiembre, estrena en Europa Chiisai Ouchi (The Little House, 2013), ambientada en el Tokio de principios de los años cuarenta y con el telón de fondo de la Segunda Guerra Mundial.
Sin salir de Asia, China cuenta con tres cintas en liza. La coproducción con Francia Tui Na (Blind Massage, 2014), de Ye Lou (el interesante autor de Mystery y Suzhou River), Wu Ren Qu (No Man's Land, 2013), dirigida por Hao Ning (el autor de Mongolian Ping Pong) y Bai Ri Yan Huo (Black Coal, Thin Ice, 2014), de Yinan Diao. Además, el nuevo cine griego sigue disfrutando del buen momento propiciado por el impacto en Cannes de Canino (Kynodontas, Giorgos Lanthimos, 2009), y contará con la representación de To Mikro Psari (Stratos, 2014), de Yanis Economides.
Otros que tienen opciones son el noruego Hans Petter Moland, que firma Kraftidioten (2014), protagonizada por Stellan Skarsgård y Bruno Ganz; el francoargelino Rachid Bouchareb, autor de Little Senegal (2001), que presenta La voie de l‘ennemi (2014), con Forest Whitaker y Harvey Keitel; o el brasileño Karim Aïnouz (Madame Satã, 2002), que ofrecerá en Berlín el estreno mundial de Praia do Futuro (2014).
El resto de la competición lo completan Die geliebten Schwestern (Domink Graf), '71 (Yann Demange), Jack (Edward Berger), Kreuzweg (Dietrich Brüggemann), Macondo (Sudabeh Mortezai) y Zwischen Welten (Feo Aladag).
Como en todos los grandes festivales, en Berlín hay vida más allá de la competición. De hecho, muchas veces son las secciones paralelas las que ofrecen la posibilidad de descubrir joyas ocultas. La oferta en la capital alemana se extiende a secciones como Panorama (cintas de corte menos convencional), Forum (centrada en directores jóvenes, documental y cine experimental), Generation (películas infantiles y juveniles) y Perspektive Deutsches Kino (producción alemana reciente), además de la competencia de cortometrajes y las retrospectivas de carácter histórico. Sin embargo, uno de los grandes epicentros de actividad a lo largo de la semana del festival es el European Film Market.
EUROPEAN FILM MARKET: UN MERCADO PERSA
Está restringido a profesionales, y el precio de la acreditación ha ascendido este año a 350 euros, pero son pocos los programadores europeos que no adquieren la suya. El European Film Market es un foro de negocios en el que distribuidoras de todo el mundo ofrecen la mercancía que nutrirá en el futuro parrillas de emisión televisiva, catálogos de DVD o secciones a concurso de festivales de menor entidad. Las películas se pueden ver en diferentes salas, pero hay stands que disponen de su propia cabina de visionado o de copias promocionales de los films que ofertan.
En el Mercado de Berlín se podrá acceder este año a títulos que vienen de competir en Sundance y Rotterdam, a otros que no han tenido la suerte de pasar los cortes de los comités de selección y a una cantidad ingente de material que obliga al visitante a preguntarse si realmente existen suficientes canales de difusión para el enorme número de producciones audiovisuales que se realizan cada temporada.
A diferencia de la secciones abiertas al público, el mercado no tiene filtro de calidad alguno. Todo vale. Y desde hace unas semanas, las empresas de producción y distribución se dedican a enviar información para cerrar reuniones, proyecciones y posibles ventas durante los días del festival. Un ejemplo al azar: los franceses de Urban Distribution desplazan a la capital alemana a su jefe de ventas internacionales y a su encargado de adquisiciones, y ofertan películas presentes en diversas secciones (como lo nuevo de Tsai Ming-Liang, incluido en Panorama), pero también otras que solo se pueden ver en el Mercado, como Las horas muertas, una coproducción con participación española dirigida por Aarón Fernández.
Y aunque la Berlinale sea un certamen que apuesta por el cine de autor, el Mercado es otro mundo. Un espacio en el que hasta se puede buscar destino a mediocres películas de acción de ínfimo presupuesto como Relentless Justice (David A. Prior, 2014), que TomCat Films ofece orgullosa desde el stand de American Independants y que publicita su reparto recordando al incauto interesado los títulos comerciales en los que han participado, siempre como secundarios, sus protagonistas principales: Leilani Sarelle (Instinto básico), Mark Rolston (Cadena perpetua), Vernon Wells (Commando)... Sí, todo es posible en Berlín.
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