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La tasa de temporalidad en España es un arma de doble filo para uno de los tres Nobel de Economía de este año

13/10/2010 Cristopher Pissarides considera que por un lado provoca una segmentación del empleo, pero por otro los contratos temporales son útiles para las empresas
MADRID (VP/EP). El Premio Nobel de Economía 2010 Cristopher Pissarides considera que la tasa de temporalidad es un 'arma de doble filo', pues, por un lado, si es cuantiosa, como en el caso español, provoca una segmentación del empleo, aunque, por otro lado, también puede ser una oportunidad, debido a que los contratos temporales son útiles para las empresas.


Pissarides hizo esta reflexión en la presentación de un estudio, hace dos años, que elaboró junto a la profesora Barbara Petrongolo en el marco de una reunión de expertos organizada por la Fundación Ramón Areces.

Allí, el actual Premio Nobel de Economía señaló que cuando la tasa de temporalidad es elevada, como ocurre en España, divide a los trabajadores en dos grupos: los que tienen contratos indefinidos y, por tanto, una baja probabilidad de ser despedidos, y los que tienen contratos temporales, con costes del despido tan bajos o nulos que corren un alto riesgo de caer en el desempleo.

Entonces, Pissarides advertía de que la alta tasa de temporalidad española podría provocar un "súbito y rápido" aumento del desempleo si la economía entraba en recesión, como así se ha demostrado.

El profesor de la London School of Economics explicaba que, en una situación así, se necesitaría una política económica que acompañara a los parados, es decir, que fuera generosa, al menos durante un corto periodo de tiempo, en sus prestaciones por desempleo.

El Nobel precisó que en una recesión económica, las empresas dejan de renovar los contratos de los empleados temporales, causando un rápido aumento del paro, al tiempo que no contratan nuevo personal para sus plantillas, elevando a su vez la duración del desempleo.

Pero la temporalidad también puede ser una oportunidad, señalaba Pissarides. En su opinión, los contratos temporales no son necesariamente malos. De hecho, consideraba que en España han sido útiles y que podían seguir siéndolo ante una recesión económica, pues los temores de una empresa a contratar se reducen si saben que pueden hacerlo de manera temporal. El lado negativo es la segmentación que provocan del mercado laboral y la alta rotación que sufren estos trabajadores entre el empleo y el desempleo.

En otros países, recordaba Pissarides, la introducción de la temporalidad no ha sido tan exitosa como en España. Es el caso de Francia, Italia y Grecia.

El estudio revelaba que tanto las tasas de destrucción de empleo como de creación del mismo son importantes para explicar la dinámica del paro en España. Basándose en datos de finales de 2004, cuando la tasa de desempleo española se encontraba en el 10%, se afirmaba que el 40% del incremento del paro se debía a la destrucción de puestos de trabajo y el 60% a la menor creación de empleo.

GENEROSIDAD EN LA PROTECCIÓN, PERO CON LÍMITES

Según Pissarides, la desaceleración del sector de la construcción podría hacer que estos porcentajes se intercambiaran, de forma que la destrucción de empleo contribuyera en un 60% al repunte del paro y la menor creación de puestos de trabajo en un 40%.

No obstante, precisaba que estos cálculos podrían variar en función del comportamiento de los inmigrantes, pues una parte de ellos podría decidir volver a su país si perdía su empleo en la construcción, al ser éste un sector que concentra a muchos de los extranjeros que vienen a trabajar a España.

Para que se pueda reducir el paro, el profesor Pissarides destacaba la necesidad de combinar la generosidad de las prestaciones, en un periodo de tiempo no muy amplio, con fuertes incentivos al empleo. A su juicio, el sistema de protección español, con una prestación inicial equivalente al 70% del último salario, no es excesivamente generoso si se compara con otros países, aunque, a su juicio, es adecuado.

Sin embargo, este experto no creía correcto que, pasados seis meses, la cuantía de la prestación baje hasta el 60% sin que se haga nada más, es decir, sin que se introduzcan incentivos que ayuden a salir del desempleo.

Así, consideraba que, a fin de encontrar un puesto de trabajo, sería más efectivo que los parados fueran entrevistados regularmente por los responsables de las oficinas de empleo o incluso que se dieran subsidios a las empresas para que contrataran a aquellos trabajadores que lleven en el paro más de seis meses.

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