VALENCIA. "Lo mejor que puedes conseguir es que te lo alquilen para una frutería". La colocación de las 1.352 oficinas bancarias que han quedado vacías tras la reestructuración bancaria en la Comunitat se ha convertido en una tarea dificil para los profesionales del negocio inmobiliario, especialmente fuera de la zona centro de las capitales.
Sin que llegara a ser cierto la afirmación de que en España había más oficinas de banco que bares, lo cierto es que en todo el país llegó a haber en 2007 hasta 45.086 oficinas, mientras que en la Comunitat sumaban 4.962, una cantidad superior al habitual 10% que corresponde a las tres provincias valencianas frente al total nacional.
De entonces a ahora, distintas consultoras inmobiliarias hablan abiertamente de desplome. Con los datos del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), entre 2007 y el último primestre de 2013 las entidades han desocupado un 27,2% de sus oficinas, una cifra superior al 21,8% de la media española. Aunque las tres provincias han sufrido un severo descenso, la de Castellón ha sido la más afectada.
Concremante, de las 667 sucursales que permanecían abiertas en 2007, en septiembre de 2013 había sobrevivido 451, un 32,2% menos. En Alicante la caída ha sido del 26,6%, pasando de 1.723 a 1.263 en el mismo periodo, y en Valencia, un 26,2%, reduciéndose de 2.572 a 1.896.
UNA RETIRADA EN MARCHA
Sin embargo, distintas fuentes inmobiliarias advierten que con el inicio de 2014 se han consumado un buen número de cierres y rescisión de arrendamientos. El recorte más intenso lo han sufrido las localidades de tamaño mediano, en las que se ha pasado a contar con una presencia testimonial a penas de las grandes entidades, concretamente Bankia y SabadellCAM, con un gran volumen de negocio herencia de Bancaja y CAM.
En los barrios periféricos de las grandes ciudades, las entidades han concentrado su actividad en determinadas oficinas, pero tampoco la zona centro se ha quedado al margen de este repliegue. En algunos casos, la sucursal afectada ha cerrado en beneficio de otras a la que se ha fusionado. Así ha pasado con las de Bancaja, Caja Madrid, La caixa y Banco de Valencia, en beneficio de una mayor eficiencia organizativa.
Igualmente, las cajas y bancos que se embarcaron en una expansión territorial más allá de sus territorios clásicos fueron las que primero cerraron, como fue el caso de Sa Nostra o Caja Castilla La Mancha, al margen de la evolución que experimentaron con la crisis financiera (intervención del FROB incluída) y la posterior reorganización del negocio.
DAR SALIDA A "LO IMPOSIBLE"
Ni siquiera las centrales se han salvado de echar la persiana. El caso más llamativo es el de la sede territorial de Caja Madrid en Valencia. Todo un edificio en la calle Pintor Sorolla abandonado en 2011 y pendiente de algún uso o destino en el futuro por parte de Bankia.
Al tratarse de un activo en propiedad y con unas expectativas de colocación a buen precio dentro de unos años, la entidad no ha querido deshacerse del inmueble con la expectativa de sacarle una alta rentabilidad en el futuro. "Ese inmueble tiene un valor evidente y, teniendo capacidad de resistencia, pueden permitirse hacer una gran operación el día de mañana", advierte un destacdo consultor inmobiliario.
No ocurre lo mismo con los bajos comerciales de barrio que sirvieron en los últimos años de oficina de proximidad de las entidades. "Es imposible colocar esos activos", sentencia un experto. "Se trata de bajos en zonas de nula demanda en las que, como mucho, antes había una zapatería y hoy, con el consumo por los suelos, es dificil que alguien se embarque en abrir un negocio en un local de esas características".
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