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El pasado martes tuve la oportunidad de visitar una empresa familiar valenciana de 110 años de tradición en la que trabaja la tercera generación.

Al finalizar mi encuentro y conocer mejor su desarrollo, dificultades y actuales retos, sólo pude concluir con un convencimiento: Debemos sentirnos orgullosos de nuestros empresarios.

En el caso que os comento, la empresa se ha especializado en la elaboración de tejas y actualmente produce más de 65 millones de unidades al año en una fábrica que es un claro referente de alta tecnología en el sector.

Considero que como empresarios han tomado muchas decisiones y actitudes estratégicas valientes e inteligentes, que me gustaría comentar, aunque por cuestión de espacio, me veo obligado a señalar, sólo, cinco de ellas porque son las que llamaron mi atención, pero desde luego la lista no tiene la más mínima intención de ser cerrada, ni excluyente.

La primera como ya he dicho es la especialización. Trabajar sólo la teja les permite ofrecer una amplísima gama de colores, formatos y acabados, capaz de satisfacer cualquier necesidad que existe en el mercado. Estas decisiones no son fáciles y como poco demuestran una cosa: Que como empresa tienen una estrategia y que saben lo que quieren.

La segunda, fue invertir en aumentar su capacidad y en mejorar su productividad en el 2004 y 2006. Las instalaciones son dignas de verse porque son modernas y están enfocadas al propósito estratégico, pero sobre todo son valientes, muy valientes. Los recursos generados se reinvirtieron en el negocio y se apoyaron con capital externo en una época en que el cuerpo lo que pedía era invertir en el lucroso negocio del ladrillo. Es decir, como accionistas reinvierten y arriesgan.

La tercera es su apuesta por la internacionalización. Portugal, Francia y Alemania. Pero también el Golfo Pérsico y América. Con redes de comercialización y distribución adaptadas a cada país. Tan sólo las personas que han intentado vender en países como en Francia saben lo duro y difícil que es intentar entrar y hacerse un hueco en regiones altamente protegidas y cerradas. Por ello, ser competitivo y tener una productividad adecuada se convierten en elementos claves para el éxito en los mercados internacionales.

La siguiente es la cantidad de espacio, personas y tiempo , es decir, recursos y esfuerzos, es decir, dinero que destinan a la innovación y desarrollo. Líneas y departamentos trabajando exclusivamente para obtener novedades y adaptarse mejor a las necesidades de sus clientes. Inversiones que, a corto plazo, no serán rentables , pero son indispensables para alcanzar el posicionamiento y productividad deseada.

Y, por último, no por ello menos importante, me impresionó la capacidad de esfuerzo y trabajo combinada con una gran dosis de humildad y sencillez que les empuja a prepararse y formarse para afrontar los próximo retos que esta década presentará en materia económica.

Estar con Pablo Casanova supuso reafirmar cosas que ya sabía, o como poco que imaginaba, y es un auténtico ejemplo que me permite decir en voz muy alta que debemos sentirnos orgullosos de nuestros empresarios y dejo la siguiente pregunta para quien corresponda: ¿Qué más debe hacer una empresa que se especializa, invierte, se internacionaliza e innova para afrontar la crisis? ¿no creen vds. que se merecen todo el apoyo y respaldo del mundo para afrontar estos tiempos de dificultad?

(Fernando Giner es autor del libro 'El reto')