Las facturas sin consignación presupuestaria de Sanidad pasaron de 88 millones en el último ejercicio de Lerma a 3.500 millones en el último de Camps y se dispararon durante el mandato de Zaplana
VALENCIA (J. CLEMENTE). La infrafinanciación crónica de la Comunitat Valenciana desde que se inició el proceso de descentralización de compentencias en España se va a convertir en los próximos meses en un asunto recurrente del debate político. La apertura en el segundo semestre del año -como pronto- del debate sobre el nuevos sistema de financiación, al que la Generalitat Valenciana se agarra como tabla de salvación para su crisis económica, llevará a revisar todos y cada uno de los motivos que han llevado a la Comunitat Valenciana a una situación insostenible.
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, está insistiendo en los últimos meses, apoyado por los distintos informes sobre el dinero que percibe la Comunitat Valenciana del sistema, en que los fondos que se transfieren no alcanzan ni para pagar el gasto de los dos departamentos básicos: educación y sanidad. Son dos de las competencias, además, que más tiempo lleva ejerciendo el gobierno autonómico.
En el caso de la sanidad existe el mantra de que el Consell socialista que presidía Joan Lerma no negoció adecuadamente el traspaso, que había prisas por asumir competencias en el recién creado Estado de las autonomías y eso provocó que actualmente la red sanitaria pública valenciana esté infrafinanciada. Sin embargo, en los primeros seis años en los que la Generalitat gestionó la sanidad no se prudujo el descalabro económico que acabaría pasando.
La clave de esa infrafinanciación se detecta con claridad en lo que se conoce como facturas en el cajón. Se trata de gastos ordinarios de la Conselleria de Sanidad que, al final del año no se han podido pagar porque, directamente, no tenían consignación presupuestaria. Es un mal endémico del departamento. Pero no fue hasta la llegada del PP al Consell con Eduardo Zaplana a la cabeza cuando se fue de las manos ese apartado.
Según los datos que ha recopilado la Sindicatura de Comptes, el órgano autonómico de fiscalización económica, en 1988, primera año en que la Generalitat asumió la sanidad pública valenciana, en los cajones de la consellería se quedaron facturas por pagar por valor 24,5 millones. Esa cifra se mantuvo relativamente estable, aunque tuvo una tendencia al alza que se acabó materializando en 1994, el último año en que estuvo el Consell socialista al frente de la Generalitat, cuando alcanzó los 88 millones de euros.
CON ZAPLANA SE DISPARA EL GASTO SIN RESPALDO ECONÓMICO
A pesar de que los presupuestos de la Conselleria de Sanidad crecieron cada ejercicio, el incremento nunca fue suficiente para asumir los gastos ordinarios que se generaban en hospitales y centros de salud. El primera año en el que Zaplana fue presidente, aunque a ejercicio partido con Lerma, fue 1995. Al final de ese año quedaron en el cajón facturas por 178 millones.
A partir de ese momento se produce un incremento imparable. En los casi ocho años de Zaplana, contando la interinidad de José Luis Olivas, las facturas en el cajón pasaron de esos 178 millones mencionados a 1.121 millones a finales de 2003.
Y CON CAMPS SE DESCONTROLA
Pero el auténtico descontrol en el presupuesto de gastos de Sanidad llega con el Consell de Francisco Camps. Recogió un descuadre en las cuentas del departamento que se situaba en 1.121 millones de euros para alcanzar al final de su mandato -el año de su dimisión- en más del doble: 3.500 millones. Es decir, la conselleria gastaba muy por encima de lo que tenía presupuestado.
Para hacerse una idea del descalabro, ese año el presupuesto de la Conselleria de Sanidad era de 5.515 millones de euros. Pero en realidad se gastó 9.000 millones. Fue el momento de mayor descuadre entre lo que se presupostaba y lo que se necesitaba en realidad y suponía multiplicar por 40 lo que dejó el Consell del PSPV-PSOE.
EL CONTROL OBLIGADO DE FABRA
Su sucesor, Alberto Fabra, también del PP, se ha visto obligado a poner freno a las facturas en el cajón. La grave crisis financiera de la Generalitat, con el déficit desbocado y los impagos acumulándose, obligó a poner orden en este capítulo. De hecho en la actualidad el concepto de gastos sin consignación presupuestaria ya no existe.
El conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, ha activado la cuenta 409, una línea del presupuesto a la que se adscriben los gastos que inicialmente no estaban previstos. Los mayores controles y los ajustes han logrado reducir en un año esa partida de forma notable, de los 3.500 millones de 2011 a 2.221 millones. El cambio en la conselleria de Sanidad, con la salida de Luis Rosado y la llegada de Manuel Llombart, ha ayudado también a un mayor control en el departamento.
Pero aún así sigue siendo una cantidad demasiado elevada para que se pueda compensar con una mejora del sistema, pero la capacidad de financiar a la sanidad pública valenciana debe empezar por una revisión de algunos gastos así como ajustar la realidad a las cuentas que se aprueban.
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