VALENCIA. El trozo de trencadís que se desprendió de la cubierta del Palau de les Arts el pasado 26 de diciembre ha caído sobre la cabeza del arquitecto Santiago Calatrava. El edificio maldito, fuente de problemas para la administración valenciana por su costoso mantenimiento, ha hecho que la figura de su creador también se resquebraje.
Desde el primer momento en que el trencadís tocó el suelo la Generalitat ha señalado con el dedo acusador al arquitecto. Para ello tienen un pedazo de cerámica de casi dos metros cuadrados de extensión. "Era un trozo muy grande, podía haber matado a una persona", aseguraba este miércoles una trabajadora del complejo.
El conseller de Economía, Máximo Buch, desgranó este miércoles el informe que ha realizado el Instituto Tecnológico de la Construcción AIDICO sobre el incidente. Y en él ha encontrado la munición para cargar contra el arquitecto.
"El riesgo de desprendimientos y daños a terceros (...) imposibilita el uso normal del edificio", reza el estudio. "La extensión del daño es generalizada, abarcando casi la totalidad de la superficie"; de hecho se estima que afecta al 60% del Palau de les Arts.
Con una conclusión demoledora: "Estas lesiones son irreversibles y prácticamente no permiten reparaciones parciales". Hay que retirar, pues, todo el trencadís, 8.000 metros cuadrados de cerámica, si se quiere volver a usar el edificio. "Demolición y desmontaje del revestimiento actual", en términos técnicos.
LA SOLUCIÓN, INMEDIATA E INTEGRAL
Para ello la solución pasa por actuar sobre el Palau de les Arts de manera integral e inmediata. Unos trabajos que se harán en dos fases para alterar lo mínimo a la programación del coliseo: una primera contratada de urgencia y una segunda que saldrá a subasta pública por concurso.
La primera, con un coste de 1,1 millones de euros se ha adjudicado a Bertolín, empresa que ya estaba trabajando en el complejo y comenzará este mismo jueves. La segunda tendrá una base de licitación de 1,9 millones.
En la primera se retirarán las partes de trencadís de la fachada sur que podrían caer sobre zonas por las que accede el público. La Generalitat quiere tenerla terminada el 15 de febrero. En la segunda se actuará sobre la fachada norte, que en esta primera fase estará recubiera por redes de protección.
Las urgencias son sobre todo económicas porque además del coste total de retirar el trencadís, que se estima en tres millones de euros, se contabiliza la pérdida de ingresos por los espectáculos cancelados.
En el Palau de les Arts la anulación de Manon Lescaut ha supuesto una malaventura. Si el complejo hubiera vendido todo el taquillaje habría recaudado 623.000 euros. Partiendo de que su índice de ocupación supera el 90%, la taquilla estimada se situaba por encima de los 540.000 euros, un dinero que ya no se ingresará.
De hecho la intendente del complejo Helga Schmidt confirmaba este miércoles que estaban intentando buscarle acomodo en la programación. "Queremos ver si podemos recuperarla; que sea sólo un retraso", aseguraba.
No es sólo la representación de un montaje ópera; también hay en juego la grabación de un disco para Decca en el que se interpretará esta ópera con Plácido Domingo como director musical y Andrea Bocelli como el caballero Renato des Grieux, amante de Manon.
Por el momento, y si se cumplen los plazos previstos, la siguiente ópera, L'italiana in Algeri, de Rossini, con Erwin Schrott, sí se representará. La obra se estrenará el 23 de febrero. Dirigida por Joan Font de Comediants y musicalmente por Ottavio Dantone, el Palau de les Arts ha sacado a la venta entradas y abonos por valor de 634.000 euros.
No habrá problemas para la película Tomorrowland, que este miércoles preparaba los andamios frente al edificio, ni para el resto de la temporada, en especial el Simon Boccanegra que protagonizará Domingo.
UN AÑO EN PELIGRO
La celeridad y eficacia de la solución que se ha planteado contrasta con la parsimonia con la que había tratado hasta ahora el Consell los problemas del edificio. Para el recuerdo queda la primera respuesta oficial de que los abombamientos que denunció a finales de enero de 2013 la diputada de Compromís Mónica Oltra eran efectos de la luz del sol.
Este miércoles Buch no tuvo reparos en admitir que las deficiencias constructivas era evidentes "a simple vista" pero negó que hubiera existido peligro para los espectadores. Y rápidamente señaló a la empresa de ingeniería encargada de realizar un informe sobre el estado de la cubierta "que se encargó hace seis meses", a la que advirtió que estaban planteándose denunciar por "negligencia".
Los motivos de la caída del trencadís son varios y en el informe que ha realizado la propia Generalitat señala dos posibles culpables: el diseño de la obra y la selección de los materiales, responsabilidad de Calatrava; o defectos de ejecución, responsabilidad de la UTE formada por Dragados y Acciona, herederas del contrato original.
Aunque el estudio advierte que la culpabilidad puede ser compartida, Buch enfatizó a la hora de pronunciar el ‘diseño' del edificio como sospechoso. Forma parte de la estrategia acusadora contra Calatrava. "Que quede claro que vamos a ser inflexibles", insistía un miembro del equipo del conseller.
Para esta tesis encuentran argumentos en el informe de Aidico, "el primero que tenemos" recalcó el conseller. En él se deja bien claro que la elección de colocar trencadís sobre la cubierta de acero fue una opción arriesgada. Los "revestimientos sobre superficies metálicas", dice el texto, son operaciones "complejas y delicadas". Especialmente en superficies tan grandes como el Palau de les Arts, donde las pruebas realizadas en laboratorio pueden ser insuficientes.
UNA SOLUCIÓN INADECUADA
"La solución dispuesta para el revestimiento no ha sido la adecuada ni con la durabilidad esperable". Como gráficamente resumió Buch, aludiendo a un amigo arquitecto, colocar el trencadís sobre el Palau de les Arts fue una decisión tan arriesgada como "alicatar un barco".
Las piezas de acero tienen una dilatación diferente de la cerámica y las tensiones que se han ido produciendo con los años han hecho que se hayan ido separando. Se han despegado. La base de mortero con fibra de vidrio sobre la que se adhieren las piezas cerámicas, así como la lámina elástica de adhesión, no han sido suficientes y el trencadís está suelto. El traje se ha holgado.
En la actualidad, hay tramos de trencadís que están separados del acero cinco centímetros, sobre todo en la fachada sur, que es donde más da el sol y que, además, tiene debajo una lámina de agua que ha incrementado el efecto de la humedad.
Por si fuera poco, el agua de la lluvia ha penetrado en la cubierta formando bolsas y "en algunos puntos el óxido presenta un aumento de volumen de cierta magnitud". Las termografías que se han realizado sobre el edificio han corroborado que Oltra no se equivocaba y que los abombamientos no eran efectos de luz.
Por el contrario, las zonas de hormigón donde se ha aplicado trencadís no han registrado esos problemas. Están intactas. Es por ello que Aidico recomienda y el Consell da por buena la solución de retirar todo el trencadís y pintar el edificio de "blanco", tal y como puntualizó Buch. "Yo soy partidario de que se ponga el trencadís, pero es que se cae", ironizó.
CRISTINA MACÍAS PREPARA LA DEMANDA
Si bien este miércoles Calatrava se puso en contacto con Buch por primera vez en quince días, y aunque parece que la disposición es buena, el Consell ha ordenado al departamento jurídico de Cristina Macías que prepare la documentación para iniciar las demandas necesarias si no se llegara a un "acuerdo amistoso" dijo Buch.
El acuerdo amistoso es que la obra no le cueste un céntimo a las arcas públicas. Si la UTE, el estudio de Calatrava, la ingeniería que diseñó el mortero o todos juntos aceptan su responsabilidad y pagan la retirada del trencadís, no habrá acciones judiciales.
Porque, y ésa es una idea que quiso dejar clara el conseller, la reparación de los desperfectos del Palau de les Arts no la pagará la Generalitat. Se considera ya pagada con un edificio que costó 478,5 millones, cuando estaba presupuestado en 97, IVA incluido.
Según las informaciones que maneja la Generalitat, Santiago Calatrava estará en Valencia esta misma semana, este jueves o a más tardar el viernes. Buch confiaba verse con el arquitecto el viernes o el lunes. No está previsto que haya comparecencia pública. Calatrava no da ruedas de prensa cuando sus edificios tienen problemas.
Las dos influencias más reconocidas de Calatrava son Gaudí, de quien ha tomado entre otras cosas su obsesión por la cerámica, y el danés Jørn Utzon, de quien imita su estilo grandilocuente. De este es especialmente famoso su edificio de la Ópera de Sídney, cuya obra se extendió desde 1959 hasta 1973. El sobrecoste de la Ópera de Sídney fue del 1400%; el del Palau de les Arts, del 493%, aproximadamente.
Utzon se enfrentó al gobierno local por sus cambios de proyecto y sus soluciones. Calatrava se expone ahora a ser juzgado. Sigue, pues, los pasos de su maestro. Su consuelo: que igual dentro de treinta años su edificio sea declarado como Patrimonio de la Humanidad, como pasó con la ópera australiana. Hasta entonces, tendrá que resolver los problemas del trencadís.
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