Clicar sobre la imagen para ver el discurso íntegro del rey en la Pascua Militar
VALENCIA. "Unos valores que han puesto de manifiesto los miembros de la institución militar que han entregado su... su propia vida... en el... en el sufrimiento y... del... en los destinos en los que han estado. Quiero agra.. quiero agradecerles su espíritu de servicio y su valor". En más de una docena de ocasiones el Rey Juan Carlos titubeó y erró en la lectura de su discurso de cinco minutos en la Pascua Militar del pasado lunes.
Basta recordar los años finales del papa Juan Pablo II y, en menor medida, Benedicto XVII para recordar los estragos de la edad y los problemas de salud en un personaje público atado al cargo de forma indefinida. A esta situación física, se le sumaría al Rey el pasado martes la segunda solicitud de imputación de su hija, la infanta Cristina, por el caso Nóos, uno de los mayores impactos a la institución en los últimos años.
En este contexto, no pocas voces han planteado si no ha llegado la hora de que el príncipe Felipe asuma la corona y marque su propia línea. Sin embargo, los problemas surgen a la hora de afrontar el momento más adecuado para dar el paso y las funciones del monarca saliente en los años que le queden por delante.
En el caso de las empresa familiares, hay veces en las que es el propio patriarca el que se resiste a dejar el poder porque le gusta o, simplemente, porque aspira a superar el periodo de crisis en el que se puede encontrar inmersa la empresa para no dejar sólo ante el peligro al sustituto. Todo ello, a pesar de haber sido aceptado el delfín por el resto de herederos y haya sido formado durante años para el cargo, como ocurre en este caso.
EL BOOMERANG DE LOS PROBLEMAS LARVADOS
"Salvando las distancias, el caso de una empresa familiar se puede poner en paralelo con el de la Casa Real", admite Amadeo Folqués, vicepresidente del Instituto Valenciano de la Empresa Familiar (Ivefa) y veterano empresario que ha completado el tránsito de los poderes en su empresa a su hijo.
Por los diversos casos que conoce de cerca, Folqués considera que lo más difícil es saber elegir el momento de culminar el proceso, aunque la propia situación suele forzarlo. "El patriarca actúa normalmente con la mejor voluntad, pero es corriente que el detonante acabe por ser un problema no solucionado anteriormente que se ha mantenido larvado durante un tiempo y termina por saltar".
Precisamente, la reciente imputación de la infanta Cristina ha sido uno de los golpes más duros que ha sufrido la institución, pero no ha sido un hecho repentino. Ya en 2006, la Casa Real recomendó a Iñaki Urdangarin que abandonara el Instituto Nóos, cuando el entonces gobierno socialista balear exigió explicaciones al ejecutivo de Jaume Matas del destino de 1,2 millones de euros abonados a la entidad entre 2004 y 2005.
A partir de entonces, la infanta y su marido iniciaron un alejamiento de la empresa y de España que les llevó a vivir a Washington (EE.UU.), pero que no frenó la investigación del juez Castro que ya solicitó la imputación de la hija del Rey el pasado 3 de abril, rechazada inicialmente y reiterada esta semana.
NO EXISTE EL MOMENTO PERFECTO
"En el caso del Rey Juan Carlos hay muchos factores que se nos escapan, pero es necesario que la persona tenga una sensibilidad muy fina para elegir cuándo se va", apunta Folqués. La cuestión es detectar el mejor momento, ya que ninguno será perfecto.
Aunque cada familia es distinta, hay determinados obstáculos que vienen superados en este caso, como es la elección del sucesor y la voluntad de Felipe de Borbón de asumir la Corona, sin que se genere con ello conflictos con otros miembros de la familia o el candidato incurra en falta de interés o de capacidad, como señala Folqués.
En todo caso, la función del Rey en el sistema político español no es un puesto de primera línea de fuego ya que se puede considerar, en terminología empresarial, que en la Constitución de 1978 se optó por "profesionalizar" la gestión, al dejar los poderes ejecutivo, legislativo y judicial llevar sus propios cauces democráticos, y conservar la función institucional, que podría ponerse en paralelo con la vertiente patrimonial de una empresa.
UN REY SIN CORONA Y GRAN POTENCIA DE FUEGO
De todos modos, la persona que ha ocupado la máxima responsabilidad "no puede evitar seguir inmiscuyéndose", reconoce Javier Díez Cardona, profesor de ESIC Business&Marketing School y responsable de la consultora estratégica Tradigenia. "Cualquier patriarca, aunque no vuelva a pisar la empresa, tiene una gran 'potencia de fuego' e influencia dentro de la organización. Una llamada o una reacción suya puede tener mucho impacto en el equipo, su entorno, los proveedores o los clientes", advierte.
En ese sentido, y por su experiencia en casos como los de la empresa Grefusa, el veterano puede seguir ejerciendo en las áreas que más controla o, simplemente, que más le gustan. "No es necesario que se vaya, porque además puede seguir aportando mucho".
En política, hay distintas posibilidades. Mientras que Benedicto XVI ha optado por recluirse en un monasterio, Beatriz de Holanda ha pasado la corona a su hijo Guillermo, optando por un discreto retiro y rebajando su título al de princesa sin reservarse funciones públicas.
En la empresa, Folqués entiende que el líder anterior ha de ponerse al servicio de lo que su heredero necesite, "pero debe limitarse a hacer recomendaciones, no imposiciones". Hay ejemplos de gente que lo ha hecho muy bien, según asegura el empresario.
En todo caso, "un cambio generacional en la empresa suele traer una refundación y eso es bueno porque, inevitablemente, el escenario económico actual no tiene nada que ver con el que había en el momento en el que el padre puso en marcha su proyecto", concluye Folqués.
Hola, Alejandro, te he "pillado". Por el contexto semántico de tu tortuosa exposición la única salida viable es el cierre de esa "empresa familiar".por los elevados costes para sus 48 millones de operarios. Y no digo más: intelligenti pauca!
Buenos días: he leído su artículo dos veces para poder razonárlo y ver los paralelismo entre una empresa y la corona.Y ayer me he "tragado" la totalidad de la prensa escrita y hablada sobre la monarquía o mejor dicho "la formula" que están buscando algunos de cargársela de una vez o quitar al "Rey de la Pascua Militar" que no era el Rey que normalmente uno veía aún con sus achaques si, fue penoso ver al Rey en ese estado,el Rey no es un "iluminado" es un hombre y el calvario de la situación que está viviendo le está pasando factura (pese al reportaje del ¡Hola¡) En una empresa familiar los traspasos de poder pueden ser "suaves" y "pactados" otras veces son a sangre y fuego.Pero, en una monarquía hay otros elementos que no existen en la vida empresarial.- Yo como ciudadano de "a pie" tengo una verdadera preocupación por lo que está ocurriendo.Puede que, el príncipe esté en condiciones de asumir la Corona pero aunque pocos lo quieran decir la asume con su "entorno" y hay que saber ¿como? se comportara el mismo.Ese podría ser uno de los temores del Rey actual. La monarquía está en horas bajas necesita una renovación pero no para pasar de "guatemala a guatepeor".- Y aquí mal que pese hasta ahora son (por los motivos que se desee pensar) tanto el PP como Rubalcaba (que no el PSOE) que están tratando de construir un dique de contención que impida se produzca una "destrucción " de esta empresa ¿familiar? .-¡Ojala¡ por el bien de todos se logre el milagro de una transición en paz ¡ojala¡ no tengamos que afrontar el quebranto de una "empresa familiar" como la monarquia porque en esa "empresa familiar" somos 48 millones los que nos jugamos el futuro.- Atte Alejandro Pillado Marbella 2014
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.