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La línea roja de la corrupción, la libertad a los consellers para hacer sus equipos o las decisiones personales del presidente, las principales causas de los cambios 

VALENCIA. La imagen sosegada que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha querido ofrecer desde su llegada al poder, no le ha impedido convertirse en un líder sin temor a los cambios profundos dentro del Gobierno valenciano.

En menos de dos años y medio, e incluyendo las bajas voluntarias, Fabra ha destituido o cambiado de puesto al 80% de cargos del Ejecutivo. Gran parte de los consellers así como secretarios autonómicos y directores generales, se han visto en algún momento afectados por los cerca de 80 cambios que ha realizado el presidente de la Generalitat en los casi 100 puestos existentes en la 'parte alta' del Gobierno valenciano.

La línea roja de la corrupción establecida por Fabra, consistente en prescindir de altos cargos de su gobierno si resultan imputados; la libertad cedida a los consellers para organizar sus equipos o las propias decisiones personales del presidente de dar un nuevo rumbo a determinadas áreas, han sido las causas más habituales de los cambios. Unas variaciones que, si bien en algunos ámbitos como la empresa privada pueden interpretarse como positivas para oxigenar departamentos y evitar el acomodo de directivos, también conllevan la dificultad de dar continuidad a los proyectos.

Algunos departamentos, como el de Presidencia de la Generalitat, han sufrido una renovación al completo -e incluso por dos veces- en este periodo de tiempo. En este caso concreto, aunque resulta lógico que la cúpula del Palau fuera relevada en su totalidad puesto que había sido designada por Francisco Camps, se da la circunstancia de que, con los últimos cambios realizados por Fabra, solo se mantiene en el mismo cargo, Jesús Lecha, el jefe de Gabinete que eligió en su día el presidente.

Tampoco se han quedado cortos los cambios en la Conselleria de Presidencia, más conocida como la vicepresidencia. De los nombramientos originales en el verano de 2011, solo se mantienen en su puesto el director general de la Abogacía General de la Generalitat, Emilio Torrejón, y el de Administración Local, Vicente Saurí.

Además de la fusión de esta cartera con Agricultura, donde también han cambiado la totalidad de los responsables en los dos últimos años, Fabra decidió prescindir de los delegados del Consell que dependían de esta cartera.

En Economía, aunque algunos dirigentes de esta cartera como Rafael Miró, Daniel Marco o Mar Casanova han continuado en el departamento, lo han hecho en diferentes responsabilidades a las que tenían al inicio de la legislatura. La subsecretaria Sonia Morales Ariza, y los directores generales Silvia Ordiñaga (Comercio y Consumo) y Antonio Cejalvo (Energía), han conservado su ámbito original de actuación.

En otras carteras, como Hacienda, algunos directores generales sí se han mantenido desde que Francisco Camps diseñara el Consell hace dos años y medios, como Julia Cuello (Presupuestos y Tesorería), Juan Viesca (Proyectos y Fondos Europeos), Miguel Sánchez Ferrer (Patrimonio) o Sofía Bellés (Tecnologías de la Información).

En Educación, aunque algunos altos cargos continuan en el departamento, son muchos los que han cambiado sus responsabilidades dentro de las mismas cartera. José Miguel Saval en la Dirección General de Universidades es uno de los pocos junto a Marta Alonso (Cultura) y Mateo Castellá (Deporte) que siguen en el mismo ámbito. En otras carteras, como Sanidad, ninguno de los puestos del organigrama está ocupado por las mismas personas que hace dos años y medio. Por otro lado, las consellerias más estables son Infraestructuras y Gobernación.

No solo el segundo escalón ha sido removido desde la llegada de Fabra. A día de hoy, solo permanecen en el Gobierno tres consellers de los diez que nombró Francisco Camps: José Císcar, Serafín Castellano e Isabel Bonig.