VALENCIA. Se les llama zan-ryū Nippon hei (soldados de Japón dejados atrás). Fueron las tropas que, por orgullo o por sus convicciones, se negaron a rendirse en algunos casos hasta 29 años después del fin de la II Guerra Mundial.
Con el cierre de RTVV también hubo soldados que se quedaron atrás, dos cámaras, uno en Gales, Luis Pascual, y otro en Camboya, Julián Garrido, que cuando volvieron a Valencia se encontraron el centro de Burjassot cerrado y sin posibilidad de devolver los materiales y el equipo técnico a la cadena. En su caso fueron abandonados por las circunstancias.
GARRIDO Y LA RUTA DEL SILENCIO
Julián Garrido se encuentra ya en Valencia pero las últimas semanas han sido para él inolvidables por muchos motivos. No sólo fue el cierre de RTVV, fue también la forma en la que tuvo conocimiento del mismo.
Todo lo que ha rodeado a su vida en el último año ha sido extraño. En febrero supo que, después de 23 años de trabajo en Canal 9, era uno de los afectados por el ERE de RTVV que, posteriormente, anularían los tribunales. Su trabajo, su vida, cambiaban para siempre.
Amante del ultradeporte, por un azar contactó con su amigo Pedro Ballesteros, al que había conocido en una marathon en el Sáhara. Este le habló del cicloaventurero mallorquín José Luis Garcia Ginard con quien pensaba irse de viaje, y Garrido se quedó prendado de la historia.
García Ginard, sordo, había hecho hace nueve años una primera expedición por Argentina y Chile de tres meses. Cuando llevaba uno, agobiado, llegó con su bicicleta hasta un colegio de niños sordos perdido en medio de la nada y cuando les vio les dijo que debían seguir su ejemplo, que debían ser valientes y no tener miedo. "Entendió que su ejemplo era bueno para que otros niños sordos comprendieran que en la vida no tenían más límites que los que ellos se pusieran", explica Garrido.
Ahora García Ginard iba a realizar su quinto viaje durante 38 días que le llevaría a recorrer las carreteras y caminos de Camboya y Laos durante los meses de octubre y noviembre. Serían 1.500 kilómetros en bicicleta, siguiendo la ruta marcada por los diferentes colegios de niños sordos en estos países.
Durante su estancia en Camboya visitaría al Monseñor Enrique Figaredo, Kike, que trabaja con personas con discapacidad, víctimas de la explosión de minas antipersona, poliomielitis y también otros proyectos humanitarios.
A Garrido le encantó la idea y, teniendo en cuenta que se iba a quedar sin trabajo, pensó en grabar el viaje. Era una buena forma de oxigenarse, de relativizar y ver la vida de otra manera. Se pagó el billete de avión, se compró el material y asumió con tranquilidad que a partir de septiembre tendría que dejar la televisión y emprender una nueva carrera pero que antes, en octubre, iba a enfrentarse al mundo real.
En agosto le dijeron que RTVV debía rescatar a 186 técnicos. Garrido era uno de ellos. Lo que en principio era una buena noticia le dejó descolocado. Él ya tenía todo preparado y no quería dejar de hacer el viaje. Fue entonces a su responsable, Vicente Pascual, jefe de la Unidad de Retransmisiones y Unidades Móviles en RTVV, y le preguntó si podía aplazar sus vacaciones a octubre y así no perderse el viaje. Pascual, cuando oyó la historia, le pregunto:
–¿Pero ibas a filmar el viaje?
–Sí, claro. La idea era grabarlo para hacer un documental.
–Espera que creo que tengo una solución.
Tras hablar con la directora de Medios, Salud Pedrós, Garrido recibió el visto bueno para hacer el viaje… como parte de su trabajo. Durante esos 38 días filmaría para un programa especial de Dossiers que tendría como único coste su sueldo mensual, lo que haría del espacio uno de los más baratos de la cadena.
"Era perfecto, me decían". Presupuesto cero, interés social, atractivo para cadenas próximas como la autonómica balear, lo que había sido una salida, una escapada, se convertía en una meta. Sus compañeros cámaras aceptaron repartirse sus turnos sin coste adicional. Todo estaba en su sitio. RTVV incluyó en su web anuncios de este programa especial y Garrido partió para Asia. El viento le devolvía al cauce.
Pasó el tiempo, llegó el viaje, Garrido mandó fotos e imágenes y en Burjassot la periodista Mati Alcaraz tomó nota de todo lo que le contaba para preparar el guión. Entonces llegó el anuncio de cierre, la rueda de prensa de Alberto Fabra, la toma del plató de Informativos… cosas de las que Garrido no se enteró porque estaba en la selva camboyana, recorriendo caminos impracticables, encontrándose templos milenarios…
El 7 de noviembre, mientras estaba alojado en un Guest House infame en Kampong Cham (guarda en su iPhone fotos de la habitación) y afuera se desataba la tempestad del tifón Haiyán, supo la noticia con dos días de retraso. "Lo leí en el ordenador. No podía dejar de llorar. Estaba derrotado por el viaje, cansado y encima aquella noticia. Me derrumbé", recuerda.
El tiempo se le vino encima. No se podía mover del hotel. No podía hacer nada, más que ser víctima de las circunstancias.
ENVIADO A GALES
Su compañero Luis Pascual, también 23 años en la casa, sí que tuvo conocimiento del anuncio de Fabra porque estaba en Valencia. Vivió todo y lo que jamás pensó es que se convertiría, junto a Garrido, en uno de los dos abandonados por RTVV.
Dentro de la nueva política de la casa, al ser pocos trabajadores todos tenían que hacer de todo. Pascual habitualmente estaba en unidades móviles pero se le necesitaba en esta ocasión para cubrir la información del Valencia Club de Fútbol. Viajó con Enric Gimeno. Si fue el cámara enviado a Gales para el partido del equipo de Mestalla contra el Swansea se debió sólo al azar.
Recuerda ahora que estaba saliendo de los vestuarios cuando un compañero le informó de que Rovi, que es como se conoce popularmente al periodista deportivo Josep Rovira, había avisado de que habían cortado la señal de Ràdio 9. Pocos segundos después le llegaba la misma información por parte de Vicente Pascual al chat de WhatsApp de los cámaras de RTVV.
Luis Pascual llegó al hotel y en la habitación se sentó delante del ordenador a contemplar la retransmisión que hacían sus compañeros en Burjassot durante la noche de autos. En el otro extremo del mundo, en Bangkok, Garrido hacía lo propio.
Un chat, un mensaje y al final ambos se pasaron toda la noche comunicándose vía Internet mientras veían impotentes lo que estaba sucediendo. Ambos maldijeron, lloraron... "Como una magdalena", recuerda Pascual. "Yo estaba allí sólo, en mi hotel", comenta Garrido, "y lo único que podía hacer era chatear". Les unía la Red. Se hicieron compañía en la distancia.
EL REGRESO
A la mañana siguiente Pascual fue al entrenamiento del Valencia en Gales y regresó en el avión del equipo. Bajó en el aeropuerto de Manises y fue a Burjassot. Llevaba todo el equipo: trípode, cámara, micrófonos… Se encontró la verja cerrada y que no podía entrar. "Yo no hacía más que decir: 'No me puedo llevar la cámara a casa, tengo que devolverla'. Pero no me permitían pasar", recuerda.
Finalmente, un veterano guarda de seguridad de la contrata le abrió la puerta y le acompañó hasta que pudo dejar el material técnico en su sitio.
A él sí le abrieron. A Garrido no. Regresó el mismo domingo pero ya no pudo entrar. Tenía que dejar los brutos de un Dossiers que jamás se emitirá. Ni siquiera le permitieron pasar. Se volvió a su casa con ellos.
Este jueves Garrido se reencontró con muchos compañeros durante las protestas ante la puerta del Consell. Con uno de ellos comentó que en su pueblo, en Torrent, existía un hotel, el Lido, que fue dónde se grabó el primer programa importante de RTVV, Festiu 90.
Dicho hotel está ahora en ruinas después de haber sido abandonado por sus dueños y expoliado por ladrones y gente desesperada. "Está lleno de escombros y deshechos". Le explicó también que lo van a demoler, aunque hay un movimiento social para evitar el derribo. "Es una buena metáfora de lo que está pasando con Canal 9", concluía.
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