LONDRES. El banco internacional HSBC calcula que la recesión ha acarreado una pérdida de poder adquisitivo de alrededor de 5.700 millones de euros a los pensionistas británicos cuya primera residencia se halla fuera de la isla. Un dato alarmante.
Para ocho de cada diez extranjeros europeos residentes en España, ha llegado el momento de reaccionar: marchar a otras riberas donde la volatilidad de la moneda y la subida de impuestos no les arañe la cuenta corriente. ¿Se irán? "Puede haber un margen de error en nuestros datos sobre la decisión de los extranjeros europeos residentes de escoger nuevos destinos, porque hemos confeccionado el informe con un criterio estrictamente financiero", dice Lisa Wood, directora de Planes de HSBC, "pero está claro que la recesión en la que ha caído la eurozona tiene un fuerte impacto sobre los llamados expats".
Según la encuesta Expat Explorer, realizada en un centenar de países, el 93% de los europeos residentes en nuestras costas opinan que la economía se ha deteriorado seriamente, y más de un 80% se han interesado por encargar estudios personales sobre el coste de mudarse a otra destinación. En la Comunidad Valenciana, con casi 885.000 residentes extranjeros o un 17% de la población total de acuerdo con las estadísticas del Eurostat ─la media en la Unión Europea es del 6,4%─, el dato es especialmente interesante: sobre todo, porque aún en la segunda mitad de 2010, los expats han comprado el 28,6% de la vivienda en oferta.
En la City de Londres, la banca comercial augura cambios. Mientras en Francia y en la Gran Bretaña, entre el 36% y el 52% de los europeos residentes consiguen destinar parte de su renta a ahorros, en España la cifra desciende al 29%. No es extraño que apenas un 18% de los expats de nuestras poblaciones confirmen su elección para vivir en el futuro, y que aquellos que desean permanecer aquí no aporten como razones su carrera profesional o los beneficios económicos, sino el clima y la proximidad a sus países de origen. Hasta un 71% provienen del Reino Unido. Son retirados el 38%, pero el 16% todavía trabaja en el sector de los servicios financieros y la comunicación. El 39% tiene edades comprendidas entre los 35 y los 54 años, aunque el 49% supera los 55. Un 14% de ellos invierte en acciones y valores empresariales.
No obstante, más de un 60% de nuestra comunidad de expats cobra menos de 45.000 euros anuales, en comparación con el 45% de Alemania y el 47% de Francia y Holanda ─para tropezar con algunas fortunas andantes por las calles, hay que ir a Rusia, Singapur y las Bermudas; un tercio de los extranjeros residentes dispone allí de ingresos superiores a los 180.000 euros por ejercicio económico─. En efecto, España, junto a Bélgica, Holanda, Francia, Alemania y el Reino Unido, forman la lista de los lugares con peores resultados en términos de riqueza individual: los niveles de dinero disponible para gastos se han desplomado y la rentabilidad de las inversiones se evapora por momentos.
Pero si hasta muy recientemente, los análisis económicos había contemplado la presencia de europeos residentes como una bendición, la crisis desatada en 2007 ha dado la vuelta a la tortilla. Tras observar los flujos de la balanza comercial en 50 provincias españolas entre 1993 y 2008, los profesores Giovanni Peri y Francisco Requena concluyeron en junio del año pasado que un nivel de expats por encima del 10% equivale al aumento en las exportaciones e importaciones con otros países. Castellón y Alicante sobrepasan el 10%, Valencia lo ronda. Ahora, sin embargo, comienzan a escucharse las voces que hablan de la "degradación del medio ambiente, reducción de la biodiversidad regional, desertificación y deforestación" a causa de la presión que las congregaciones de expats provocan en unos pocos puntos de la geografía.
ADIÓS, GOOD BYE, AUF WIEDERSEHEN..?
La profesora Alexandra Dobra, de la universidad británica de York, asegura que "es difícil calcular los efectos económicos que los expats generan sobre los sueldos y el precio de los productos, entre otros motivos porque la contabilización oficial de los extranjeros residentes es bastante imprecisa. Los efectos de su capacidad de gasto en el sector de la propiedad, en cambio, son obvios".
Los sondeos de HSBC indican que la comunidad de expats utiliza varios vehículos financieros para diversificar sus inversiones. Desde fondos de riesgo (un 16%) a bonos corporativos (el 11%) y valores bursátiles (22%), pero es la propiedad la que se lleva la palma con un 30%. El académico John Koch-Schulte señala a la Costa Blanca como uno de los casos paradigmáticos de esta obsesión: "el exceso de demanda de extranjeros europeos residentes ha llevado a la región a situaciones de colapso urbanístico, que se ha trasladado de manera exponencial al tráfico de automóbiles y al deterioro de los servicios locales". Koch-Schulte ha establecido una línea elećtrica de contacto directo entre el exceso de demanda en los servicios médicos "por culpa de una población creciente de expats pensionistas" y la deuda por habitante. Ya en 2008, mientras que la cifra en la Comunidad Valenciana era de 361 euros de promedio, en poblaciones populares de retiro entre los extranjeros europeos residentes, el número rojo podía llegar a los 1.100 euros.
El departamento de Economia de la Universidad de Cambridge ha puesto durante los últimos años su lupa sobre el caso de Turquía. Las deducciones tienen un aire familiar para los lectores valencianos: la burbuja de expats la nutren sobretodo británicos, en un 24,2%, y alemanes, el 22,6%. Más del 60% de ellos confirma que el clima ha sido el argumento primordial a la hora de decidir su nueva residencia. Los frutos de estas amistades no han tardado a aparecer; las casas de pueblo de alrededor de 100 metros cuadrados de extensión cuestan hoy más 300.000 euros. Según el propio gobierno del país, un 63% de los turcos desaprueban "la explosión de precios" y la "rápida urbanización, predominantemente en áreas de belleza paisajística".
El banco británico Natwest ha explicado a Valencia Plaza que 115.000 de sus clientes en edad de retiro laboral han solicitado evaluar su mudanza a España, un 10% menos que en 2009 y un 22% menos que en 2008. Además, el 92% de los que planean convertirse en expats, piden información sobre zonas del planeta que no son las más conocidas, en un intento de escapar de Portugal, España y Francia.
La tendencia, si se confirma, obligará a la industria de la propiedad a variar estrategias y al conjunto del tejido empresarial y social a preguntarse: ¿los echaremos de menos?
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