VALENCIA. La decisión de cierre de RTVV ha generado movilizaciones ciudadanas de oposición y ríos de tinta en los medios de comunicación. El gobierno valenciano, como no podía ser de otra manera, intenta a duras penas convencer a la opinión pública de que ésta era la única decisión posible, pues ante la disyuntiva entre cerrar una televisión pública y un hospital, siempre es preferible cerrar una televisión.
Muchos somos los que pensamos que esta disyuntiva no debe plantearse, no solo porque no es lícito plantearla, sino porque al hacerlo se es injusto y falaz. Injusto porque antes de prescindir de una institución con vocación de servicio público hay muchas otras cosas de las que podemos prescindir los valencianos. Falaz porque pensamos que la decisión de cierre no es en modo alguno la solución menos costosa para los valencianos.
El cierre de RTVV es el último episodio de una larga lista de ejemplos de mala gestión a la que nos tienen acostumbrados nuestros gobernantes y que no es necesario enumerar. Es cierto que en RTVV ha habido excesos debidos a la mala gestión, pero eso no implica que haya que cerrar esta institución pública clave para los valencianos. Lo que se debe hacer es darle la calidad que merecemos, hacer una televisión de proximidad, racionalizarla para hacerla viable (no necesariamente rentable) y, sobre todo, hacer una televisión plural y despolitizada.
Una televisión pública valenciana nos permite disponer de información sobre la realidad más próxima, cumple una función vertebradora del territorio, reforzando los valores comunes de los valencianos e incrementando la cohesión de nuestra comunidad. No debemos olvidar tampoco el importantísimo papel que cumple RTVV en el tema lingüístico. Para muchos valencianos (de pura cepa o de adopción) que no han tenido la suerte de ser valencianoparlantes, RTVV les ha acercado a la lengua y cultura valenciana de forma fácil y amena.
Con el cierre de RTVV ya no solo seremos la única región española importante sin un sistema financiero propio, ahora también seremos la única región española con lengua propia que no tiene su radiotelevisión pública. Estos dos hechos nos hacen sin duda singulares (para mal) entre todas las regiones españolas.
Los partidarios del cierre de RTVV vaticinan que el hueco que deje RTVV será inmediatamente sustituido por instituciones privadas que no cuesten un euro a los valencianos. Quizás sea así, pero no me cabe la menor duda de que el hueco ni se llenará igual, ni tampoco se hará de forma gratuita para los contribuyentes. Jamás una televisión privada podrá sustituir las funciones que desempeña una televisión pública, al estar regida exclusivamente por criterios de rentabilidad privada y no con el criterio más amplio de rentabilidad social.
Hasta en los manuales básicos de economía se demuestra que la provisión de un bien público por parte del sector público está justificada cuando existen "fallos de mercado" y éste es un claro ejemplo. RTVV genera una serie de efectos positivos sobre la sociedad valenciana (lo que los economistas llamamos externalidades) que ninguna televisión privada regida por criterios de rentabilidad privada (y no rentabilidad social) podrá nunca sustituir.
No pretendamos justificar el cierre de RTVV porque es un servicio caro (según la patronal del sector audiovisual los alemanes pagan 90€ por habitante por su televisión, 70€ en Francia, 40€ en Cataluña, 48€ en Aragón y 58€ en el País Vasco, frente a los 35€ que pagamos los valencianos). Tampoco debemos hacerlo porque es una institución con pérdidas y por tanto inviable, pues siguiendo este criterio también deberíamos cerrar los hospitales públicos, las escuelas, las universidades, la policía, los bomberos o el ejército.
Todas ellas instituciones con pérdidas y por tanto "económicamente inviables" pero que a pesar de ello nadie duda de que el sector público debe sustentar económicamente precisamente por tener la condición de bienes públicos.
Pero como parece que nuestro gobierno regional (e incluso algún medio de comunicación privado que seguramente se beneficie del cierre de RTVV) no dan importancia a las contribuciones sociales de RTVV y lo reducen todo a criterios de rentabilidad económica, sigamos hablando de lo económico para demostrar que la decisión de cierre es errónea incluso desde el punto de vista meramente pecuniario.
En un reciente debate celebrado en la Facultat d'Economia de la Universitat de Valencia especialistas del mundo universitario y profesionales del sector (productores y actores) nos aportaron datos sobre los impactos económicos del cierre de RTVV.
Los datos económicos que se pusieron sobre la mesa fueron contundentes y demuestran que la decisión de cierre tendrá unas consecuencias económicas a corto y largo plazo muy importantes. En el corto plazo, con el cierre de RTVV no solo se despedirá a 1.700 trabajadores directos de RTVV, sino también a más de 5.000 empleos directos e indirectos en las empresas del sector audiovisual.
Asimismo, si hace una década contábamos con más de 200 empresas en este sector, ahora pasaremos a poco más de una docena, pues como afirmó Ximo Pérez (presidente de la patronal del sector), las empresas externas, a día de hoy, ya han cesado completamente toda actividad. Sin duda, el cierre de RTVV es la puntilla definitiva al sector audiovisual valenciano, uno de los sectores productivos que hasta ahora estaba llamado protagonizar el tan anhelado cambio del modelo productivo.
Y si analizamos los efectos a medio plazo nos podemos hacer las siguientes cuestiones cuyas respuestas todos podemos aventurar ¿Dónde trabajarán ahora los actores y actrices valencianos? ¿Cómo afectará este shock en el sector audiovisual valenciano a la inserción laboral de los graduados en periodismo y comunicación audiovisual que producen nuestras universidades?
No cabe duda de que encontrarán seguramente trabajo, pero casi seguro que será en alguna actividad que poco tendrá que ver con su profesión y con toda probabilidad estarán sobrecualificados. Si el gobierno decide cerrar RTVV y hacer jaque mate al sector audiovisual valenciano que lo haga ateniéndose a las consecuencias y no culpando en exclusiva a las universidades de que España sea líder en el ranking europeo de sobrecualificación de nuestros universitarios.
El cierre de la RRVV supone, tras casi un cuarto de siglo de actividad, el fin definitivo de la provisión de un bien público básico para todos los valencianos que costó mucho esfuerzo conseguir. Deberíamos negarnos a elegir entre televisión pública y hospitales. Tenemos derecho a ambas cosas. Queremos ambas cosas, pues como decía Aristóteles, "Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama".
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* José Manuel Pastor es catedrático de Universidad acreditado, vicedecano de la Facultat d'Economia de la Universitat de Valéncia e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Científicas (Ivie)
Comentario de Jose. Quiero quedar contigo y que me abones mi cuota de la educación publica. Mi hija estudia en una universidad privada y quiero que me devuelvan mi parte. Págadme lo que es mío.
Respecto al comentario 1. Yo tengo seguro de salud privado, ¿por que tengo que pagarle a los demás el sistema de salud publico?, el mismo argumento es. Yo veía poco Canal 9, pero no quiero que me den a elegir entre una cosa u otra. ¿A quién quieren tomar el pelo con ese argumento de medio pelo?, ¿Pero se creen que somos tontos los ciudadanos?.
si el argumento son 35 € entiendo que Ud. está dispuesto a asumir su coste y abonármelos. Conforme. Quedamos. Respecto al "somos muchos los que pensamos porque no es lícito y es falaz", me remito al pensamiento medieval. Porque es materia opinable. Se puede afirmar eso y lo contrario. No cargo contra el concepto de una tv pública si no contra la falta de rigor de su argumentación. Hasta ahora nadie ha dado una propuesta razonable sobre la continuidad de una tv pública tal como está en una situación de una CRISIS TOTAL. Mollar.
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