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La Generalitat exige a la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana que pague la multa de 24.000 euros por vulnerar la competencia

VALENCIA. En la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana siguen sin dar crédito a lo que les está pasando. Un manual que llegó a convertirse en un best seller en toda España, con diversas reediciones y revisiones, plagiado por alguna que otra asociación española del sector y muy valorado por los profesionales que empiezan en el negocio del diseño puede convertirse en su ruina. 

La Comisión de la Competencia de la Comunitat Valenciana -ahora en via de liquidación- le impuso una multa en 2011 a la organización profesional porque el manual en cuestión recomendaba precios mínimos para los distintos servicios que se prestan desde un estudio de diseño, algo que está estrictamente prohibido. 24.000 euros de multa que, dos años después, a ADCV debe pagar ya a la Generalitat, de la que dependía este organismo de control de la competencia. 

LA ADCV HARÁ SERVIR LA DEUDA COMO AVAL PARA APLAZAR EL PAGO

En un movimiento razonado por la asociación, por el momento se ha presentado la deuda por las subvenciones como aval a la multa. En caso de que esta sanción hubiera sido inferior a los 18.000 euros, no hubiera hecho falta aval para un primer aplazamiento, pero en su caso se han visto obligados a presentar esta garantía. El escenario podría deparar que para la Generalitat no sea una garantía su propio compromiso de pago, aunque en este momento todo es una hipótesis para la ADCV.

Desde la asociación han propuesto el diálogo y la anulación de la multa desde el año 2011, pero nadie ha conseguido revertir el proceso. Igualmente, también propusieron una reducción de la multa, pero este supuesto tampoco fue contemplado tras las reuniones que desde agosto de 2012 han mantenido con la Comisión de la Competencia.

El caso de la multa a la ADCV no es único en casos como este. De hecho, la Comisión Nacional de la Competencia multó el año pasado a tres asociaciones de reporteros gráficos por un hecho muy similar: publicar un listado de tarifas mínimas orientativas para los profesionales de la fotografía. En total se impusieron sanciones por 100.724 euros.

La clave en el asunto es que "las decisiones en materia de precio del servicio ofertado, en tanto que principal factor de competencia en el mercado, deben ser adoptadas de forma autónoma e individual por cada profesional del mercado, en función de su previsión individual de costes y beneficios", explicó la CNC en aquella resulución, que añadía que "el ejercicio de esta libertad económica, esencial a todo mercado en régimen de libre competencia, queda gravemente afectada cuando desde asociaciones o colectivos de operadores económicos se acuerdan recomendar comportamientos de homogeneización de precios y condiciones comerciales de contratación".

LA HISTORIA (BREVE) EN TORNO AL LIBRO DE LA ADCV

Al igual que el origen de la propia ADCV, el libro no puede entenderse sin el IMPIVA, quien lo promovió como un manual profesional. En su primera edición, realizada al inicio de los años 90, ya recibió una gran acogida. El éxito provocó una reedición del libro que "por aquel entonces parecía más un folletito", según uno de los miembros que participaron en su creación.

Una llamada reunió a este y otros  diseñadores, elegidos por ser los que más negocio estaban generando en aquellos años en la Comunidad Valenciana. "Nos llamaron y nos preguntaron: ¿tú cuánto cobras por una dirección de arte?, ¿tú cuánto cobras por un logo?, y así", apunta otra de las fuentes consultadas por ValenciaPlaza.com. Un tercero dice: "se le regalaba a los asociados cuando entraban a formar parte de la ADCV". El manual ha estado ligado a la propia evolución de esta asociación.

Los diseñadores pusieron negro sobre blanco sus precios para los diferentes servicios en aquel primer manual que corrió como la pólvora. En aquella edición había un precio mínimo, otro intermedio y otro máximo. "De una forma muy ingenua, se pensaba que aquello servía para estimar precios para pequeñas, medianas y grandes empresas". El libro se reeditó, incluyendo en ambas partidas un prólogo del diseñador de producto Vicente Blasco, que más tarde se quejaría según estas fuentes de alguna modificación en aquel texto, aunque siempre apareció como firma del mismo.

Sin embargo, más adelante, los criterios se actualizaron. Para empezar, con una edición a principios de la pasda década en la que todavía estaban los precios en pesetas pero también en euros. Se incluyeron muchos más criterios de evaluación y el ejemplar incluía muchos más epígrafes, tales como tipos de contrato y soluciones tanto para concursos como para situaciones ante clientes; del hecho comercial hasta el impago.

El libro trataba de resolver "con la mejor voluntad" la posición entre la afición y la profesión del mundo del diseño. Con la especificación del diseño gráfico y de producto, en la última edición de 2008 se incluyeron las tasas sugeridas para el desarrollo de páginas webs, por ejemplo. El manual, que se podía comprar por 20 euros, seguía siendo un ejemplar vendido en toda España y que desde la asociación aseguran llegó a reclamar "una institución de Bruselas". 

La propia ADCV puso a la venta el libro en su web y sufrió, como todo gran éxito editorial de la actualidad, el acoso de la piratería. Una de las opciones más demandadas al teclear su título junto al nombre de la asociación es la solución "pdf".

Durante las últimas tres décadas el libro se ha utilizado en ponencias, siendo recomendado en escuelas de diseño de la Comunitat y de toda España. Su función original, la de ayudar a los que empezaban en el mundo del diseño gráfico y de producto, no ha servido de excusa para la Comisión de la Competencia ya que podía suponer una fijación de precios para el sector. Con las herramientas legales de las que dispone la asociación, es difícil demostrar judicialmente lo contrario. Una situación a la que otros sectores, como el de la abogacía y la arquitectura, estuvieron ligados hasta hace tan solo unos años. Los manuales de estos gremios, con precios de referencia, fueron retirados a tiempo de no infringir la Ley de Defensa de la Competencia.

En el momento en el que se publica este artículo el estudio Yonoh está en China dentro de una campaña sobre el joven español en el gigante amarillo. Por otro lado, en la Tokyo Designers Week que se celebra a partir de este sábado 26 de octubre, se presenta la muestra TAPAS. Spanish Design for Food. En esta exposición dentro del certamen nipón hay diseño de producto de Héctor Serrano, Andreu World, Estudi Hac, Nadadora, Mr. Simon, Ximo Roca, Lladró o CuldeSac, entre otros. Son sólo algunos ejemplos escogidos de la vigencia profesional del diseño valenciano.

Pocas autonomías pueden gozar de una presencia internacional y curriculum en el diseño como la valenciana. Sin embargo, la situación crítica de su asociación atrapada por una sanción y una deuda despierta dudas sobre su futuro, al menos, tal y como se ha conocido desde su creación por el IMPIVA. Algo que genera contradicción con la constante apuesta teórica por el diseño como parte de la innovación y la competencia industrial tanto por agentes privados como públicos.

La situación ha llevado a que, durante los últimos meses -según ha podido saber este medio- algunos diseñadores y estudios han abandonado la ADCV. Algunos de ellos, entre los más destacados tanto por volumen de negocio actual como por implicación y responsabilidad en la asociación durante su existencia.