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Liderar y dirigir personas en el siglo XXI: el coaching directivo

FRANCISCO J. LARA *. 07/10/2013

VALENCIA. El escudo de la Universidad de Harvard nos plantea una cuestión muy interesante para los tiempos que corren. En el mismo aparece la palabra "Veritas" separada en sus tres sílabas, sobre tres libros. La primera vez que tuve ocasión de visitar dicha universidad, sinceramente, no caí en ello. Sin embargo el segundo verano que tuve la oportunidad de asistir becado al seminario para Profesores de Dirección de Empresas que organizaba el Real Colegio Complutense en Harvard, estuve un tiempo considerando el porqué de dicho escudo y dicha separación de la palabra verdad sobre tres fuentes de conocimiento.

Me vino a la cabeza la idea de que la verdad nunca se nos aparece de forma única, sino en distintas fuentes de conocimiento. De hecho, la misión de la Universidad, de toda Universidad, es la "búsqueda de la verdad". Pero a la vez la misma palabra "Universidad" evoca los conceptos de unidad y diversidad. La verdad, el conocimiento, por su parte, aparece diseminado en distintas fuentes y lugares, donde todos tienen algo de verdad, aunque muchas veces no toda la verdad. Esto explica la dificultad del estudio y del aprendizaje, que no es algo evidente de suyo, sino que requiere sacrificio y esfuerzo para descubrirlo. Ya decía Aristóteles, que conocer no es sino aprehender la realidad, es decir, interiorizarla, hacerla propia, y eso requiere esfuerzo.

Esta divagación filosófica inicial me sirve de introducción para poder hablar hoy de Liderazgo y Dirección de Personas en el Siglo XXI, y más en particular en nuestra sociedad valenciana. Decía Peter Drucker, que en el futuro la única fuente de ventaja competitiva sería el conocimiento. Por eso, hablaba el maestro de "Trabajadores del Conocimiento" o "Knowledge Workers", términos que han ido introduciéndose en la terminología del management o dirección de empresas, de manera habitual. Pues bien, Valencia necesita imperiosamente incrementar la calidad y cantidad de trabajadores del conocimiento. Para ello es absolutamente necesario desarrollar líderes y directivos a la altura de los momentos que nos toca vivir.

Valencia tiene excelentes universidades. En ellas, encontramos una oportunidad magnífica para formar a profesores y estudiantes. No hay que olvidar que el primero que aprende al enseñar es el mismo profesor. Sin duda, Valencia se ha caracterizado por su espíritu emprendedor durante muchos años, y decenios. Hoy día parece que desde todos los ámbitos se nos anima a emprender.

Pero para emprender, primero hay que aprender. Y para aprender, primero hay que tener una serie de actitudes y disposiciones. Ante todo, querer aprender. Pero querer no basta, también es necesario tener ciertas aptitudes o talento, pues no todos podemos ser como Nadal o Ferrer. Hacen falta algunas aptitudes innatas, pero también hay que descubrir cuales son aquellas que hacen de mi personalidad o forma de ser alguien único e irrepetible. Alguien con unas capacidades o competencias distintivas, como decía el maestro. Sobretodo para emprender hay que conocer, y el conocimiento viene de la mano de la experiencia. Son numerosos los ejemplos de emprendedores valencianos que no han triunfado a la primera, ni a la segunda, e incluso ni a la tercera, pero al final han llegado a su meta.

Gran parte de nuestra tarea como profesores es descubrir y hacer descubrir a nuestros alumnos, cuáles son sus competencias distintivas particulares. No porque seamos mejores que ellos, que no lo somos, sino porque tenemos algo más de experiencia. Sin duda esta tarea resulta ardua y difícil en los entornos actuales, donde encontramos muchas veces actitudes un tanto reivindicativas de derechos pero que fácilmente se olvidan de los deberes que todo derecho lleva consigo. Libertad y Responsabilidad son las dos caras de una misma moneda, que deben ir unidas de la mano de la humildad.

Si queremos desarrollar el liderazgo y las habilidades directivas entre nuestros alumnos, profesores y directivos, necesitamos hacer algo diferente a lo que venimos realizando habitualmente. Y algo diferente empieza por cambiar nuestra metodología docente o de formación directiva. He tenido el privilegio desde hace ya más de diez años de estar en contacto con numerosas universidades europeas y americanas, y si hay algo que se diferencia de nuestro sistema educativo universitario, es su metodología. El método del caso. La participación del alumno desde el primer momento del curso hace que la involucración de los alumnos sea mucho mayor. No obstante lo anterior, esto no quita que sea necesario la lección o clase magistral, pero hay que tener claros los tiempos de unas y otras.

Durante estos últimos meses se ha hablado con cierta frivolidad sobre el Coaching con motivo del intento por parte del Presidente de la Generalitat de solicitar los servicios de uno de ellos para su desarrollo personal y profesional. Sin embargo, me gustaría hacer un voto particular a su favor, no tanto en cuanto al pago de dichos servicios, cuestión a la que no entraré en este foro, sino a la necesidad o no del mismo para el desarrollo del liderazgo y de las habilidades directivas.

El Coaching no es sino un proceso de mejora personal a través del diálogo. A través de una análisis de las fortalezas y debilidades (el famoso análisis DAFO), pero en vez de aplicarlo al desarrollo de un producto, o de un proceso, es aplicado a la mejora personal en nuestra profesión u oficio, a través de un riguroso análisis de las competencias directivas personales del candidato en cuestión. Se trata de realizar las preguntas adecuadas, en el momento adecuado y de la forma adecuada.

Para desarrollar un auténtico liderazgo de servicio es necesario tener un buen Coach, Mentor, Asesor o como cada uno quiera llamarlo. Nadie es buen juez en causa propia, nos enseñaban en los primeros cursos de Derecho de la Universidad de Valencia. Y efectivamente, así es. La Prudencia, decían los clásicos, lleva al buen gobernante en primar lugar a pedir consejo; en segundo lugar a saber a quien pedir consejo (cosa que tampoco es fácil de suyo); y en tercer lugar a tomar la decisión sin dilación. De ahí que se diga que la prudencia es la virtud principal del gobernante, pues no es prudente quien no toma decisiones, como tampoco lo es quien las toma sin meditar y consultar con quien tiene mayor conocimiento y autoridad.
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Francisco J. Lara
es profesor de Dirección de Personas y Habilidades Directivas. Fue vicerrector de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Valencia y profesor visitante de varias universidades europeas y de EEUU

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2 comentarios

Manuel Enciso escribió
09/10/2013 07:34

Gracias Paco por las reflexiones que nos aportas. Bien sabes que es preocupación de cada vez más personas el crear entornos donde podamos ayudar a desarrollar al líder que mañana tomará las decisiones. Ya no es época para que la mediocridad en la política nos lleve de nuevo a los desastres actuales. Y en paralelo a la política también necesitamos líderes en todos los sectores estratégicos de nuestra sociedad. Debemos hacer extensible el coaching para profesores, sanitarios, empresarios, etc. Un abrazo.

Edmundo Ordenavia escribió
08/10/2013 20:05

Excelente artículo y reflexión. Felicitaciones Francisco !

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