VALENCIA. "A ver cómo sale Morata del lío en el que se ha metido el solito pero con la ayuda de Ana y Luis". La decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) de no imputar a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, por el caso Nóos devolviendo el caso a Mallorca ha significado un respiro para ella y un motivo de inquietud para quienes desde su mismo bando ya había dado pasos para ocupar su espacio político, o al menos intentarlo.
En círculos de empresarios y patronos se da por descontado que uno de los blancos de la ira de la alcaldesa va a ser el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata, escoltado estratégica e ideológicamente por Ana Encabo y Luis Fernando Cartagena, secretaria general de la Cámara de Comercio de Valencia y asesor áulico del responsable cameral, respectivamente.
A ellos se les señala como muñidores de un lanzamiento político que ha resultado fallido y al que habrían contribuido con sus años de experiencia política en la Administración valenciana desde los tiempos de Eduardo Zaplana. No hay que olvidar que Cartagena fue conseller de Obras Públicas del primer gobierno del PPCV, cargo del que tuvo dimitir por ser acusado por el TSJCV (él sí) de delito fiscal; mientras que Encabo se mantuvo más de 11 años como alto cargo de la Conselleria de Economía.
UN PASO AL FRENTE
Durante las últimas semanas, Morata ha realizado diversas manifestaciones públicas ejerciendo de abanderado del descontento social y económico conservador, movimientos que han sido interpretados como carta de presentación de un dirigente que daba un paso al frente para proponer soluciones a los problemas económicos y de liderazgo valencianos.
Y desde dónde mejor hacerlo que desde la Alcaldia de Valencia, que parecía a punto de quedar disponible y objetivo que en los citados círculos empresariales adjudicaban a Morata. Sin embargo, con Barberá desahogada ya de la presión del TSJCV, esos movimientos le pueden costar especialmente caros al empresario, al ser la Cámara una entidad en la que la alcaldesa sigue teniendo notable influencia.
En el entorno de la institución se recuerda que el actual presidente cameral se halla a unos meses de la renovación en el cargo, prevista para junio de 2014, y se da por seguro que desde el Ayuntamiento de Valencia va a recibir hasta es fecha todos los palos en las ruedas que puedan hasta que pague su 'atrevimiento'.
UNA VENGANZA FRÍA
Se barajan distintas alternativas, pero la que genera más expectación es la posibilidad de que la alcaldesa sirva su venganza fría, agitando la retaguardia de Morata en estos meses para, si se tercia, elevar a un candidato alternativo. Aspirantes no le faltarían, a pesar de atravesar la Cámara uno de sus peores momentos en lo económico y legislativo. El cargo es el cargo.
De nada podría valerle al final a Morata haber roto la unidad empresarial frente a temas como la ampliación del Palacio de Congresos de Valencia, con la que se enfrentó a su antiguo colaborador y, hasta entonces aliado Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV). Hay quien perdona, pero no todos olvidan.
Y todo ello envuelto en el delicado momento que atraviesa la institución cameral en toda España, esperando desde hace meses una nueva Ley de Cámaras nacional que debe plantear un renovado mapa de reparto de poder entre estas organizaciones y las patronales empresariales, tanto en el escenario estatal como en el autonómico y provincial. En plena batalla soterrada entre unas y otras para intentar llevarse la mejor parte, una batalla de la que Morata forma parte activa, no le favorece a éste precisamente el curso de los aconteciimientos políticos y judiciales.
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