VALENCIA. Ya apuntaba maneras y en los últimos días ha acabado por consolidarse. El Corredor Mediterráneo es el nuevo trasvase del Ebro. Al menos en lo que a la política valenciana se refiere. Ha bastado con que el Ayuntamiento de Tarragona haya presentado una serie de alegaciones al trayecto al paso por su término municipal para que la clase política local se haya enzarzado en un debate tan esteril como evocador de tiempos pasados. Ya se sabe, los catalanes, que antes nos querían robar la paella y después el agua del Ebro que derrochaban tirando al mar, quieren boicotear una infraestructura esencial para los intereses económicos valencianos.
De no ser porque da auténtica vergüenza propia, sería hasta gracioso. El PP de la Comunitat Valenciana acusando a los socialistas de que sus correligionarios tarraconenses pueden cargarse el futuro de esta tierra solo con unas alegaciones. Y el PSPV entrando al trapo, quién sabe si por algún sentimiento de culpa inexplicable.
Lo cierto es que todo lo que ha rodeado al debate sobre el corredor de ancho europeo para mercancías en España ha estado teñido de ese debate territorial que, lejos de suponer una defensa de una necesidad para el desarrollo futuro, se impregnaba de consignas políticas.
Este mismo lunes, dentro de ese culebrón de agosto-septiembre con que amenaza en convertirse la postura de Tarragona sobre el trazado, el PPCV reunió a su comisión de infraestructuras para analizar el nuevo escenario. Y, tras ella, el secretario general, Serafín Castellano, salió con gesto muy serio a enarbolar la bandera del 'corredor para todos'.
Y fue en este momento cuando se produjo la declaración que produce un déjà vu con aquella campaña en pro de un trasvase que nunca fue. "El PPCV se reunirá con el tejido empresarial para que el proyecto del tercer carril salga en los plazos previstos", dijo Castellano. Una declaración cuanto menos chocante, habida cuenta de que el tejido empresarial valenciano -el mismo al que se embarcó en la guerra del agua- no tiene papel alguno en que la infraestructura esté en el tiempo previsto.
De hecho, bien haría el PPCV valenciano de reunirse con la ministra de Fomento, Ana Pastor, y con los responsables de la Unión Europea, ya que son las dos instituciones que tienen que financiar ese tercer carril.
Hace unos meses los tres presidentes de las comunidades autónomas por los que discurrirá el corredor, Cataluña, Comunitat Valenciana y Murcia, además del de Baleares, se hicieron una foto conjunta tras el éxito de conseguir que Europa considerara prioritario el trazado por la costa mediterránea. Pero parece que la unión, el consenso y el trabajo común y silencioso con las administraciones que tienen que pagar y construirlo ni da titulares ni da supuestos votos.
La alternativa es, como ocurrió con el trasvase del Ebro, coger un asunto que se supone de interés general y agitarlo hasta el punto de que quien diga algo que lo ponga en cuestión se convierte en un antivalenciano. Y así nos va...
La culpa no es del alcalde de Tarragona, es de quien elabora un proyecto pasandose por el arco del triunfo las normativas existentes. Si el proyecto estuviera bien hecho, el alcalde de Tarragona no paralizaría nada. Como estará hecho para cubrir el volumen de papel adecuado, todos acojonados. Y buen intento con el trasvase del Ebro, pero hay un pequeño problema: los agricultores de la Vega Baja no iban a poder pagar el precio del agua. Lástima que la UE obligue a esos detallitos sin importancia. De pozos ilegales y plantaciones por arriba y por abajo hoy no toca hablar ¿Verdad?
El problema de fondo, es que el señor alcalde de Tarragona, quiere que, aprovechando este tema del corredor Mediterráneo, le construyan un intercambiador para que el AVE Madrid-Barcelona pueda llegar hasta Tarragona. Una obra que en principio no tiene nada que ver con el corredor Mediterráneo, pero de repente se ha encontrado con un arma para ejercer presión. Pero nada, esta de puta madre que por el interés de una obra que en principio no tiene que ver con el corredor, y que afecta a un municipio de alrededor de 140.000 habitantes, se paralice una infraestructura que es vital para todo el país, y que es considerado un proyecto estratégico de primer orden dentro de la UE. El corredor pasa por centenares de términos municipales. Y seguro que casi todos ellos tienen los mismos derechos que Tarragona para reclamar otras mejoras que podrían hacerse aprovechando el corredor. Si todos hiceran lo mismo, no tendríamos corredor ni para los próximos 1000 años. Y simplemente deseo que esto no termine como el plan hidrológico, que hoy por hoy es ciencia ficción. Y todos podemos observar que ocurre a día de hoy. Casi todos los años se desborda el Ebro, y dicho río vierte al mar un caudal muy por encima del mínimo ecológico. Mientras en algunas zonas de la Vega Baja en unos años ha habido abandono del 70% de las zonas de cultivo y pérdidas de muchos puestos de trabajo. Pero nada, hay que permanecer calladitos y sin rechistar, no sea que se pueda molestar alguien.
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