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Cabañuelas para la economía valenciana

JOSÉ MARÍA GUIJARRO. 15/05/2013

VALENCIA. A la gente del campo el vuelo de un pájaro, el florecer de una planta o el ciclo de la lluvia, pueden servirle para anticipar acontecimientos que están por venir. En la economía no académica también hay señales poco convencionales que dan pistas a los entendidos del futuro. Una de las más conocidas es la de la hamburguesa, usada por la revista británica The Economist para comparar monedas de acuerdo al precio de una Big Mac.

A la pregunta de si estos extravagantes indicadores iluminan u oscurecen el panorama, la economista Diane Coyle, directora de Enlightened Economics, confesó en una entrevista en la BBC que "son más rápidos que los oficiales, similares a las luces brillantes en una discoteca, que dan un destello, pero no la imagen completa".

Es ya muy popular, al parecer, que los hombres dejen de comprar ropa interior durante los tiempos difíciles para ahorrar dinero, de ahí el índice de los calzoncillos (MUI, por sus siglas en inglés). Se dice que Alan Greenspan, expresidente de la Reserva General de Estados Unidos, lo usaba como una manera de tomarle la temperatura a la economía de ese país.

El índice del lápiz labial fue una invención de Leonard Lauder, el presidente emérito de la firma Estee Lauder, quien lo usó para explicar por qué su compañía había vendido tantos pintalabios a pesar de la recesión de principios de 2000. Se piensa que cuando los consumidores están en dificultades económicas, dejan de hacer grandes gastos pero siguen dándose gustillos, que se traducen en indulgencias como los cosméticos.

Pero cuando se trata de indicadores "femeninos", el más conocido es el del dobladillo de las faldas. Ya en 1926, el economista George Taylor lanzó la idea de que el largo de las faldas sube o baja al ritmo de los mercados de valores: más cortas en tiempos de vacas gordas, más largas en los de vacas flacas.

Sinceramente, no me he preocupado de buscar estos índices en la economía valenciana pero sí que he leído los últimos informes sobre la misma. Así, a principios del mes de marzo, el servicio de estudios del BBVA presentó sus previsiones económicas para este año y el siguiente, que venían cargadas de malas noticias para la Comunidad Valenciana. En dicho estudio vaticina que será el territorio donde más caiga el Producto Interior Bruto (PIB) en 2013, un 1,8% frente al 1,1% que estima para el conjunto de España.

La valenciana ya fue con Castilla-La Mancha la autonomía que más decreció en 2012 (un 2,3%, que contrasta con la caída del 1,4% en el resto de España). Expresa también que la reducción del déficit no lograda en 2012, cuando la meta era que el déficit público no superara el 1,5% del PIB, se trasladará al actual ejercicio, en el que el listón a cumplir es todavía más exigente: el 0,7% del PIB.

El mismo BBVA presentó hace casi un año sus previsiones para 2012, en las que ya anticipó un grave batacazo para la Comunidad Valenciana, para la que pronosticó una caída del 2,2% del PIB que, finalmente, ha sido una décima superior. El servicio de estudios contempla que la recuperación se inicie lentamente en 2014.

Pero sin duda, el cáncer principal del desarrollo español -y en particular del valenciano- es el desempleo. Así, el paro registrado en la Comunitat Valenciana subió el pasado mes de abril en 1.672 personas, lo que supone un aumento del 0,28% respecto al mes anterior y deja la cifra total de desempleados en 592.797 personas, según los datos del Ministerio de Empleo.

La Comunidad Valenciana y Canarias son las únicas autonomías donde ha subido el paro durante el mes pasado, que a nivel nacional ha experimentado una bajada en 46.050 personas, con lo que el total de desocupados se sitúa en 4.989.193 (el 0,91% menos). El paro interanual ha subido en la Comunidad Valenciana en 17.130 personas, un 2,98% más que el mes de abril del año anterior.

Por otra parte, el discurso oficial es mantenerse en la tabla de salvación que nos puede dar la atracción como oferente turístico en masa. Ya desde el 2008, año de inicio de la crisis, el turismo valenciano ha perdido más de 100.000 empleos. Así lo atestigua la radiografía del sector realizada por el Instituto de Estudios Turísticos, un organismo especializado dependiente del Ministerio de Economía. Hace cinco años, los negocios relacionados con el sol y playa contaban con un total de 288.420 asalariados en la Comunidad Valenciana. Hoy, solamente cuentan con trabajo en el sector un total de 181.169 residentes. En el camino se han quedado 107.251 contratos.

Según los juzgados de lo mercantil en la Ciudad de la Justicia de Valencia son 13.824 empresas de todos los sectores y tamaños, los que han caído en cinco años, desde los albores de la crisis, en 2007, hasta su cénit en 2012. La misma realidad muestran los datos del Registro Mercantil, facilitados por el Colegio de Registradores de la Propiedad de la Comunidad Valenciana, donde desde el 2011 se ve un ligero repunte de la economía propiciado por las Sociedades Limitadas (SL), a menudo unipersonales.

Quizás, cuando uno llegue a este punto en la lectura del artículo, puede tender a creer que soy demasiado catastrofista y, por salir en mi propia defensa, he de confesar que no he aportado ningún elemento de opinión en todo el texto, que sólo pongo en conjunto una serie de estudios y que todos son oficiales. Los indicadores expresados son los más relevantes y no he querido entrar en otros como el consumo privado, la matriculación de vehículos, el gasto en I+D respecto al PIB, los precios, los salarios, etc.

Lo que sí quiero expresar es, que frente a la "venta oficial" de que lo peor ya ha pasado, la realidad de los datos se vuelve tozuda y las "cabañuelas" -que, para el que no lo sepa, es un método de predicción meteorológica a largo plazo utilizado en la España rural- aplicadas a la economía valenciana no son buenas.

Sería necesario que las políticas de toda índole que está aplicando el ejecutivo valenciano fuesen revisadas con urgencia, que tuvieran un horizonte menos cortoplacista, que la política de recortes desordenada no sirve para nada y que, de una vez por todas, se vieran directrices claras que vencieran al desánimo, la incertidumbre y la desorientación que impera.

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