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La salud del euro será fingida, ¿pero le importa a alguien?

Londres Plaza / VÍCTOR JIMÉNEZ. 11/08/2010

No es una serpiente de verano: los inversores extranjeros se han vuelto a enamorar de Europa. Si no fuera por la falta de crédito empresarial y el Euribor, que no para de aumentar el penalización sobre los préstamos interbancarios a corto plazo, el cuento podría tener un final feliz.

LONDRES. El euro ha resurgido de sus cenizas y como el ave fénix de la antigua Grecia, vuelve a volar a alturas de más 1,30 dólares norteamericanos al cambio ─el valor más alto en 11 semanas─ , desafiando a los augurios de las sibilas anglosajonas: FX Concepts, el mayor fondo de inversión de riesgo especializado en divisas y con un volumen cercano a los 8.000 millones de dólares, había aconsejado a sus clientes a mediados del mes pasado que ya era "hora de dejar de comprar euros", vaticinando su declive. Grave error.


Echen una ojeada al índice CurrencyShares Euro Trust ETF FXE; desde junio, los depósitos de euros generan intereses crecientes. El euro se ha apreciado entre un 5,99% y el 6,7% dependiendo de la sesión, así como un 4,3% frente al yen. El índice iTraxx Europe, que marca el coste de las garantías para los principales bonos soberanos de la Unión Europea, se ha deslizado cómodamente por debajo de la barrera de los 100 puntos básicos.

¿Traducción? En palabras de Vincent Fernando, asesor de Railay Capital Partners, "en su mayoría, los inversores y los mercados vuelven a ser optimistas sobre el futuro económico de Europa. Las pruebas de resistencia, sin duda, han sido una buena idea. Ha sido un gesto en favor de la transparencia de sus bancos que está empujando ahora a la moneda". Sin embargo, añade Fernando, "esto es un mero reflejo, porque no se trata tanto de que Europa vaya bien, sino de que sus competidores han arrojado datos peores de lo esperado".

HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA

En efecto, en los Estados Unidos, el desempleo ha saltado un décima más, al 9,6%, mientras que la economía se ha expandido un 1,3% menos de los vaticinado para el primer cuarto de año, que era del 3,7%. El presidente de la delegación en Saint Louis de la Reserva Federal, James Brillard, incluso ha manifestado sus temores de que el país sufra una deflación a la japonesa, esto es, caída del precio de la propiedad, empresas insolventes, bancos en quiebra (ya han cerrado más de 100 entidades de crédito) y estancamiento del producto interior bruto.

Mientras tanto, según datos de la Comisión Europea, la confianza de los consumidores y empresarios europeos ha escalado un 2,3%, llegando a cotas similares a las anteriores al derrumbe financiero de 2008. Y el motor de la Unión, Alemania, ha creado 20.000 nuevos puestos de trabajo.

Por su parte, España, donde el sentimiento en el sector comercial se ha desinchado un 2,2% en dirección totalmente contraria al resto de sus vecinos, está combatiendo a pesar de ello con éxito el efecto arrastre de Grecia: el pasado 5 de agosto, vendió sin dificultades 3.500 millones de bonos con vencimiento a 3 años, por los que pagará un 31% menos de intereses que en la última oferta de deuda en julio.

"La armonización fiscal de la Unión Europea parece estar avanzando", señala Donald Linderyd, de Investment Management, "además, nadie habla de Florida o California; los Estados Unidos tampoco poseen un sistema económico tan bien sincronizado como pretenden hacer ver. Lo que ocurre con Europa es que es un proyecto con apenas una década de recorrido. Ahora bien, si se piensan que el mal trecho por el que pasan los Estado Unidos les beneficia, se equivocan".

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

David Lipshutz, analista en Alphacode Strategies, alerta de que la posibilidad en Europa de una próxima doble recesión no está descartada todavía: "la economía europea se mueve a un ritmo demasiado lento, demasiado desigual como para confiarse y, en estas circunstancias, el impacto de los recortes presupuestarios será negativo".

Sobretodo, las pruebas de estrés no han sido una panacea: han abierto expectativas que han acabado, a la hora de la verdad, en decepción. Por ejemplo, las agencias de calificación no han suavizado sus reticencias, y Moody's ha colocado una vez más bajo perspectiva negativa a la calidad de la deuda española. "Existe muy poca evidencia de que los exámenes financieros se hayan aplicado consistentemente", dice Richard Cranfield, de Allen & Overy Group, "así que pronto se enfrentarán a la falta de credibilidad que han inspirado y se comprobará que ha sido una ocasión perdida para prevenir males mayores".

Las críticas al test financiero europeo -según el cual se requieren 3.500 millones de euros en capital adicional (recuerden que solamente la inyección a la criatura de Bancaja y Caja Madrid es de 4.500 millones)- son, por orden de lo absurdo: la premisa de que el valor del mercado residencial se mantendría o incluso se recuperaría en varios de los 20 países inspeccionados; que las cifras de paro se dispararían una o dos décimas en el contexto de una depresión; y que la economía general de la Unión perdería seis décimas de máximo si sucediera una doble crisis.

"Los gobiernos europeos no han demostrado un compromiso claro por explicarnos el estado de su industria financiera", se lamenta Asad Rizvi, de Currency Market Associates, "y la cuestión está pendiente. Lo cierto es que el Banco Central Europeo ha estado prestando dinero a sus bancos a cambio de más deuda, para intentar controlar y gestionar la deuda... esta no es forma de arreglar las cosas".

LA SOMBRA DEL IMPAGO NACIONAL

Oficialmente, la Asociación Internacional de Swaps y Derivados (ISDA), cuya sede se encuentra en Londres, trabaja en estos momentos con el gobierno de Angela Merkel para conseguir la restructuración de una parte de las cuentas bancarias. El objetivo es que la operación se lleve a cabo sin contratiempos en las cámaras de compensación, pero circulan rumores ─que únicamente ha podido confirmar Financial Times─ según los cuales, ISDA habría hecho contacto con al menos 12 bancos europeos de inversión para iniciar planes de contingencia en anticipación al abandono de la Unión Monetaria Europea por parte de uno de sus miembros.

Scott Kweb, consultor financiero para corporaciones como BP, opina para Valencia Plaza que "la única razón por la que los inversores extranjeros han dejado de apostar contra el euro es que se había convertido en una posición con demasiados agentes, y esto no agrada a los usuarios de las bolsas. No obstante, a menos que los gobiernos europeos comiencen a reducir su deuda, el ataque se reproducirá".

El temor es que la implosión de la deuda soberana, que los grandes bancos europeos retienen a granel fuera y dentro de sus hojas de balance, ahuyente al capital de la zona euro durante un período suficiente como para acabar hundiendo a Grecia, en primer lugar, aunque no exclusivamente. "Aconsejamos a nuestros inversores a reducir su portafolio en bonos soberanos de vencimiento a largo plazo", se lee en el informe más reciente de UBS, "la deuda oficial soberana se ha percibido tradicionalmente como un activo seguro y fiable entre los países desarrollados. Creemos que esto ya no es así".

Independientemente del giro que puedan dar las ofertas de deuda pública, los argumentos contra las pruebas de estrés son obvios. Provienen del Banco Central Europeo mismo: la financiación a corto plazo ha empeorado para un 41% de los bancos la zona euro, y un 5% admiten que cada semana se puede contabilizar la disminución de liquidez. El tipo de interés interbancario o euribor, no ha dejado de subir y amenaza con romper la barrera del 1%.

Con una industria financiera en estos términos, sin capacidad para apoyar la actividad empresarial, encomendarse a la fe del inversión exterior brilla como un puro espejismo con fecha de caducidad.

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