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VALENCIA. "La fiesta se acaba esta tarde a las cuatro". "No, la fiesta no se acaba nunca en la Comunitat Valenciana". Aquel ya mítico diálogo que mantuvieron Esteban González Pons y Ricardo Costa hace unos años, cuando estallaba el caso Gürtel, debería esculpirse en la ladera de alguna montaña. Es cierto, el festival permanente en el que parecen instalados algunos en la Comunitat Valenciana parece no tener fin. Y, así, el resto de valencianos no ganamos para sorpresas, que no para sustos, que de espanto ya estamos curados. 

Pero aún así a más de uno se le congeló la sonrisa este martes cuando en Les Corts el Grupo Popular presentó a su candidata a ocupar una de las vacantes que hay en el Consell Valencià de Cultura. Nada más y nada menos que Consuelo Císcar, directora del IVAM, especialista en arte moderno forjada a base de catálogos autoeditados con el dinero de todos los valencianos más usted.

Que los méritos de Císcar para dirigir el IVAM los hayan puesto en duda desde artistas a críticos de arte no la invalida para formar parte del CVC, dicho sea en su defensa. El organo consultivo de la Generalitat en materia cultural se ha convertido en otro de esos chiringuitos tan del gusto de nuestros políticos en el que poder dar unas dietas a jubilados y daminificados por las listas electorales. Y sin distinción de color político, que para llenar las fiambreras todos somos iguales. Y así, da igual que sea el PP con Martín Quirós, que el PSPV-PSOE con Pepa Frau o Esquerra Unida con Glòrica Marcos. Todos juegan, con la excepción de Compromís, dicho sea de paso, que se le ha ocurrido presentar a un escritor para el puesto en dos ocasiones y se lo han tumbado en Les Corts.

Pero lo de Consuelo Císcar es de nota. Porque al margen de su competencia, resulta que la ley que regula el CVC dice que ningún alto cargo de la Generalitat puede ser miembro. ¿Es la directora del IVAM un alto cargo de la Generalitat? Pues depende. Formalmente, no, pero bien que aparece en todos los organigramas de la Consellería de Cultura.

Es cierto que a la directora del IVAM no la nombra el Consell directamente, sino el consejo rector del museo, un organismo que nombra... el Consell.

A algunos les puede resultar increible que Císcar se haya amparado en eso para justificar su intención de integrarse en el CVC sin dejar su nómina de 60.000 euros al año en el IVAM. Tan raro le quedó que tuvo que salir a defenderla el portavoz del grupo parlamentario que la ha propuesto, que no es otro que Rafael Blasco, marido de Consuelo Císcar. Y es que todo queda en casa.

Incluso en el PP sorprendió la propuesta, más viniendo del entorno de un Blasco cuyo futuro está pendiente de un juzgado. "No lo entiendo... ni nadie ha sabido explicármelo", reconocía con una sonrisa nerviosa un alto cargo de la Generalitat. 

Y en esas estaba medio mundo de la cultura de Valencia este martes, dudando de si indignarse por el nombramiento de Císcar en el Consell Valencia de Cultura o alegrarse por si es el preludio de su salida del IVAM, aunque sobre esta posibilidad no había mucho optimismo. Un museo que fue referente y que hoy vive atrapado por el efecto invernadero que rodea a Consuelo Císcar, amiga de sus amigos hasta la exposición final. Los pelos, como escarpias...